Qué es el denominado 'ojo de cereza', o prolapso de la glándula del tercer párpado en perros: causas y tratamiento

  • Aunque es más común en perros de cara chata, puede aparecer en cualquier perro sin importar sexo, edad o raza.
Un bulldog francés con prolapso de la glándula del tercer párpado.
Un bulldog francés con prolapso de la glándula del tercer párpado.
Myléne. Pixabay.
Un bulldog francés con prolapso de la glándula del tercer párpado.

Muchos mamíferos, incluidos perros y gatos, tienen tres párpados: dos son visibles, los párpados superiores e inferiores (cubiertos de pelo), y el tercero se encuentra oculto junto a la zona lagrimal. Este tercer párpado, que se llama membrana nictitante, está formado por una fina película blanquecina que se expande hacia el ojo y retrocede con cada parpadeo, y oculto bajo los dos párpados externos.

Su función es aumentar de forma adicional la protección del globo ocular, aportar una cantidad significativa de hidratación y eliminar cuerpos extraños. No suele ser fácil de ver pero tampoco imposible, se les puede percibir recién despiertos y somnolientos, o si tienen alguna pequeña lesión en el ojo.

La membrana nictitante a menudo vuelve a contraerse y no hay más consecuencias, pero en ocasiones, no se retrae y sobresale, inflamándose a medida se reseca. Como resultado, los perros que sufren un prolapso de la glándula del tercer párpado muestran, en la zona del lagrimal, una protuberancia externa de rojo intenso, que le ha valido el nombre coloquial de ojo de cereza o cherry eye.

Causas y predisposición genética

El prolapso de la glándula del tercer párpado suele ser más habitual en perros menores de 2 años, pero puede aparecer en cualquier rango de edad y sexo, en uno o ambos ojos y en todos los perros con raza o sin ella, aunque hay ciertas razas puras y sus cruces con mayor predisposición genética, como son los cócker spaniel, los bulldog ingleses y franceses, los bóxer, beagles, chihuahuas, y mastines, entre otras. Esto es a causa de que en ciertas razas, la unión de la membrana nictitante con el borde del ojo es más fina y débil, favoreciendo la aparición del prolapso.

En una investigación científica reciente dirigida por la RVC VetCompass Programme, han identificado el alcance de esta afección ocular en los perros de Reino Unido, de la que hasta ahora no había datos, y el estudio también ha identificado a las razas caninas con mayor riesgo de desarrollarlo, donde se incluyen cruces de algunas razas de bulldog, téckel o carlinos. Entre algunos de los resultados del estudio, y que se puede extrapolar a cualquier territorio, cabe mencionar el dato de que los perros braquicéfalos tienen casi siete veces más riesgo de desarrollar ojo de cereza que cualquier otro perro con un cráneo de longitud media natural.

Los autores del estudio, según declaraciones, esperan que con sus hallazgos los potenciales compradores de perros de razas chatas estén más informados y tomen la decisión de adquirir un ejemplar con mayor conciencia de los riesgos de salud que provoca esta anatomía extrema seleccionada por razones estéticas.

Como decíamos, su aparición es más habitual en la etapa de cachorros o juveniles, pero por lo general, los ejemplares que han tenido un prolapso de la glándula del tercer párpado también tienen más propensión a que reaparezca de forma esporádica a lo largo de toda su vida. En cuanto a las vías biológicas que lo provocan, la investigación científica aún no ha encontrado las causas, que parecen ser complejas y potencialmente multigénicas, con varios genes implicados.

En general, no tiene por qué dolerles, pero puede llegar a ser molesto al tapar parcialmente la esclerótida y el iris y que los perros lagrimeen en exceso, o se froten con la pata porque sienten picor. El prolapso puede provocar otras infecciones paralelas si no reciben tratamiento, y los perros mostrarán síntomas de dolor cerrando el ojo para aliviar la sensación o se puede apreciar que sale del ojo una pequeña mucosidad amarilla.

Prevención y tratamiento veterinario

No existe una técnica preventiva específica para evitar la aparición del ojo de cereza, salvo, como ya hemos mencionado, en el caso de los perros braquicéfalos, donde podemos evitar favorecer su cría bajo demanda hasta que los organismos cinológicos impongan medidas más restrictivas y se prohíba la práctica de criar este tipo de animales bajo estándares tan extremos morfológicamente.

Sin embargo, sí podemos prevenir la aparición general de infecciones oculares en nuestros perros con algunas reglas simples como:

· Evitar que saquen la cabeza por la ventanilla del coche si se encuentra circulando. Con esto, evitamos el impacto del polvo en suspensión, piedrecillas o cualquer otro cuerpo extraño que el viento pueda traer.

· Si el perro tiene pelo largo o semilargo, mantener el flequillo recortado para que no se les introduzca el pelo en los ojos y les irrite.

· Introducir en la rutina la limpieza de los ojos caninos, con una gasa estéril empapada en suero fisiológico para retirar, con suavidad, la suciedad acumulada en los párpados, pestañas y en la zona de su alrededor.

Si un perro presenta un prolapso de la glándula del tercer párpado, hay que acudir al veterinario de inmediato. Habitualmente pueden pautar tratamientos de uso tópico para calmar la sequedad e irritación, pero en la mayoría de los casos la solución pasa por una cirugía. Qué cirugía es la apropiada para nuestro caso será evaluada por el profesional veterinario en función de la posición del prolapso, cuánto tiempo lleva así y la anatomía facial del perro. La práctica más habitual, por ser también la menos invasiva, es devolver la glándula a su sitio mediante una pequeña intervención.

Si solo se ha practicado en un ojo, insistimos en que es posible que reaparezca el ojo de cereza en el otro ojo y debamos repetir el proceso. En casos donde la aparición es recurrente y la cirugía para devolver la glándula a su lugar no funciona, se puede optar por extirpar la glándula, método definitivo y menos recomendable que tampoco está exento de consecuencias, como la aparición del ojo seco crónico y que requerirá que mantengamos, de por vida, un tratamiento con lágrimas artificiales.

Cuanto más tiempo se deje sin tratamiento el prolapso de la glándula del tercer párpado, mayor será el riesgo de patologías asociadas, por lo que es importante acudir al veterinario ante su primera aparición para iniciar el tratamiento adecuado.

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