La venta de ropa usada se dispara un 20% en siete años en Cataluña

  • Motivos económicos, medioambientales y de conciencia social suman nuevos compradores.
  • Cada catalán consume entre 21 y 26 kilos de ropa al año, de la que solo el 12% se recoge de forma selectiva.
  • Portaferrissa se ha añadido a la calle Tallers como parte de la principal ruta de tiendas ‘vintage’ catalana. 
  • A FONDO | La ropa de segunda mano ya no es austera: ¿Por qué ahora sí es 'cool'?
Interior de la tienda Flamingos Vintage de la calle Portaferrissa de Barcelona, especializada en ropa de segunda mano al peso.
Interior de la tienda Flamingos Vintage de la calle Portaferrissa de Barcelona, especializada en ropa de segunda mano al peso.
MIQUEL TAVERNA
Interior de la tienda Flamingos Vintage de la calle Portaferrissa de Barcelona, especializada en ropa de segunda mano al peso.

El auge de la venta de ropa de segunda mano ha sido del 20% en siete años en Cataluña, según la Fundación Humana, y se ha acelerado en los últimos meses por la inflación. Las previsiones de Boston Consulting Group a nivel planetario marcan que el negocio global de objetos de segunda mano crecerá entre un 15% y un 20% globalmente hasta 2026. Pero este sector en boom en Cataluña, no solo crece forzado por el bolsillo. 

También lo hace gracias a una generación cada vez más joven de compradores –los nacidos en las décadas de los 90 y primeros 2000– que dan la espalda a las grandes multinacionales de fast fashion por cuestiones meramente medioambientales. 

Son conscientes del impacto negativo para el planeta de la segunda industria más contaminante, la textil, y han convertido la compra de ropa usada en una reivindicación de estilo, incluso de identidad juvenil, y en una forma de pensamiento social.

Son una generación parte de la cual está convencida «de que su impacto en el mundo del consumo ha de ser el mínimo posible y, al mismo tiempo, tienen menos poder adquisitivo», afirma la experta en la marca Barcelona y profesora de Administración y Dirección de Empresas (ADE) de la Universitat de Vic (UVic-UCC), Chelo Morillo.

Y es que cada catalán ya consume entre 21 y 26 kilos de ropa al año. Y de las 147.000 toneladas de residuos textiles de las que se deshacen anualmente solo el 12% del total entra en la recogida selectiva, en datos del Modacc, el Clúster Català dela Moda, que se dieron a conocer en la última edición de la Pasarela 080 Barcelon Fashion, que además, dio entrada por primera vez en su historia a un desfile de ropa de segunda mano.

Todo este desperdicio que acaba en contenedores gana una segunda vida gracias a un circuito de tiendas de segunda mano que en los últimos seis años se ha ido extendiendo por las principales ciudades catalanas y que en Barcelona se ha expandido de la calle Tallers, su reducto tradicional, a la cercana calle Portaferrissa. Allí las grandes cadenas de retail fueron cerrando persianas durante la pandemia y siendo sustituidas por tiendas de venta de ropa usada a peso o por pieza.

Rebeca, 23 años, clienta de tiendas de ropa de segunda mano.
Rebeca, 23 años, clienta de tiendas de ropa de segunda mano.
MIQUEL TAVERNA
«Evito a toda costa comprar ‘fast fashion’ aunque el consumismo esté tan arraigado 
y sea lo fácil y lo rápido» (Rebeca, 23 años, clienta de tiendas de ropa de segunda mano)

En Portaferrissa se pueden contar siete tiendas. Todas del principal empresario del sector en Cataluña, Daniel Martínez. Con la crisis del coronavirus, este barcelonés de 37 años ha reubicado algunos de los comercios que tenía diseminados desde hace 15 años por calles más pequeñas del Gòtic.

En Portaferrissa, hablamos con Marta, una de sus dependientas. Nos asegura que Martínez se pasa por allí cada día, analizando las tendencias y lo que más se demanda a nivel de indumentaria.

El producto aparece muy cuidado (en una nave de la ciudad se separan y tratan las prendas, que adquieren a grandes distribuidores, antes de ponerse a la venta) y en este local están «especializados» en ropa de los años noventa y los primeros 2000. Lo que más se está vendiendo ahora son las marcas de ropa americanas y tallas oversize

«La gente joven viene sobre todo buscando firmas determinadas» que pueden adquirir por 20 euros «y en la tienda oficial 80 0 100 euros», dice Marta, cree que la proporción de clientela está en un 50%-50% movida por «cuestiones de moda o de ecología». 

Un cliente en un local de ropa usada de la calle Tallers de Barcelona, epicentro de la ruta de la ropa de segunda mano en Cataluña.
Un cliente en un local de ropa usada de la calle Tallers de Barcelona, epicentro de la ruta de la ropa de segunda mano en Cataluña.
MIQUEL TAVERNA

Morillo, profesora de la UVic-UCC apunta a que el mercado de segunda mano permite sobre todo a los más jóvenes «poder adquirir marcas de gran lujo que sino no se podrían permitir». 

De vuelta a la calle Tallers, Fermí nos atiende en la tienda en la que trabaja desde hace 12 años en este punto estratégico de la ruta de ropa vintage en Barcelona. Entre la clientela hay grupos de veinteañeros que hacen del callejeo por todas estas tiendas una forma de shopping y también de ocio: «Es divertido, te pasas una tardea rebuscando y cuando encuentras una’joya’ piensas en la suerte que has tenido hoy», dice una usuaria.

Fermí asesora a los clientes en modas y en tallas. Tienen un catálogo de prendas de los años sesenta a los 2000 y camisetas de fútbol de coleccionista. No venden ropa a peso. Nos explica el cambio en la tipología de compradores que ha experimentado últimamente la tienda: «Hace unos años eran tribus urbanas o buscaban ropa específica de un año o de una época. Ahora los gustos de la gente se han igualado mucho más y gana peso la conciencia social y que salga mejor de precio».

Álvaro, 19 años, cliente de tiendas de ropa de segunda mano.
Álvaro, 19 años, cliente de tiendas de ropa de segunda mano.
MIQUEL TAVERNA
Mi grupo de amigos viste así y es guay tener una pandilla en la que todos seguimos el mismo estilo de ropa» (Álvaro, 19 años, cliente de tiendas de ropa de segunda mano)

David García, director ejecutivo del Clúster Català de la Moda, explica que la ropa usada, antes, «solo era para las personas con poco poder adquisitivo, pero ahora se ve como algo deseable y el consumidor cada vez acepta mejor este producto».

Esto podría explicar también que la fundación Humana, con 22 tiendas en Barcelona, haya ganado un 33% más de compradores hasta octubre de 2022 en comparación con los primeros 10 meses de 2021, rozando el millón de clientes (944.000), una cifra de récord tal y como confirma el director de proyectos, Rafael Mas. Y que haya entrado en el vintage con tres tiendas, una de ellas, en la Ronda Universitat.

«La inlfación y la posible recesión económica» han servido como aceleradores de este crecimiento, asegura. Las ventas subieron un 13%, con 2,5 millones de artículos vendidos. Un estudio de la propia fundación indica que el 70% de la ropa comprada en sus locales que ya ha sido usada sustituye a ropa nueva no adquirida. 

Pacto para la Moda

De cara a 2025 entraría en vigor una directiva europea que podría obligar a los municipios a tratar los residuos textiles como una fracción más de basura, al igual que la orgánica, el cristal, el plástico o el papel. Acció Climàtica de la Generalitat presentó en mayo el Pacto para la Moda Circular, junto a representantes de las 55 empresas y entidades que firmantes de este acuerdo voluntario para introducir criterios avanzados de sostenibilidad en el ámbito del sector textil catalán.

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