El 'búnker' veterinario de la Universidad de Santiago, referente en radioterapia oncológica para animales en España y Portugal

La veterinaria Marta Ferrón prepara a la perrita Rosie para recibir radioterapia.
La veterinaria Marta Ferrón prepara a la perrita Rosie para recibir radioterapia.
EFE/Lavandeira jr
La veterinaria Marta Ferrón prepara a la perrita Rosie para recibir radioterapia.

El laboratorio de Radiofísica de la Universidad de Santiago (USC) es el único centro en España y Portugal para el tratamiento de cáncer en perros, gatos y otros animales. Lo llaman el búnker, por sus estrictas condiciones de seguridad y su aspecto frío, que se contrarresta con la esperanza que alberga en su interior.

Rosie, una golden retriever, podría curar su linfoma con este tratamiento. Cuando le detectaron un tumor localizado en su cavidad nasal, sus dueños, una pareja de británicos afincada en Lisboa, la llevaron a esta unidad pionera en radioterapia veterinaria, que comenzó a tratar a animales en 2012.

Aunque el centro presta servicios de transferencia tecnológica y realiza actividades de I+D -relacionadas con el uso y la medida de las radiaciones ionizantes-, la colaboración con el Hospital Veterinario Universitario Rof Codina de Lugo fue la que hizo posible que comenzaran los tratamientos con animales. En la actualidad se han consolidado, con más de 160 pacientes veterinarios hasta la fecha.

En el centro trabajan cinco personas, un equipo formado tanto por físicos como por veterinarios. Son las diferentes patas de un proyecto común, que crea sinergias y ofrece una atención "súper personalizada" y apoyada en el "trato humano".

De ahí las listas de espera del centro. Alicia Seoane, una de las veterinarias del Hospital Rof Codina, asegura a Efe que cada año tratan a unos 60 pacientes aproximadamente, pero que la demanda es "mucho mayor", a pesar de que "las terapias no son baratas". Parten de los 2.000 euros hasta los 5.000, dependiendo del número de sesiones.

La veterinaria asegura que existe en la actualidad una mayor preocupación por la salud de los animales y por los cuidados que requieren: "La gente que viene no considera a estos perros o gatos simples mascotas, sino que son uno más de la familia", destaca.

La gente que viene no considera a estos perros o gatos simples mascotas, sino que son uno más de la familia

Para seleccionar a los pacientes se guían por criterios de buen pronóstico y tolerancia al tratamiento: "Se trata de valorar los riesgos y comprobar que los beneficios son mayores y que el animal puede salir adelante", añade.

Sus pacientes no hablan. Por ello, a veces tienen que poner "un poco de cordura" y realizar una selección o cribado que "nunca es fácil", por lo que dedican "mucho tiempo a cada animal".

Por su parte, Diego Castaño, técnico del laboratorio de Radiofísica, afirma que "aunque todos quieren salvar a sus mascotas", no están "para ganar dinero" y sólo curan a los pacientes que "tienen posibilidad de futuro".

El Hospital Veterinario Universitario Rof Codina es el encargado de realizar el estudio previo. Una vez que el paciente ha sido confirmado como candidato a radioterapia, es citado en Lugo para que se le realicen las pruebas pertinentes.

El físico Nicolás Gómez analiza la imagen de la perrita Rosie para recibir radioterapia en el Laboratorio de Radiofísica de la Universidad de Santiago.
El físico Nicolás Gómez analiza la imagen de la perrita Rosie para recibir radioterapia en el Laboratorio de Radiofísica de la Universidad de Santiago.
EFE/Lavandeira jr

Entre ellas, la realización de pruebas de imagen avanzada (como TAC o resonancia magnética) que permitirán planificar el tratamiento de radioterapia, optimizando su resultado terapéutico.

El plan de tratamiento se realiza mediante una aplicación informática específica, en la que se definen los campos de radiación ionizante que se emplearán para tratar al paciente. Esta tarea es fruto de la colaboración entre veterinarios y físicos y se hace de forma remota entre Lugo y Santiago. Una vez aprobado el plan, el animal llega a Santiago de Compostela, donde se le aplica la radioterapia.

Rosie, que ya ha recibido varias sesiones, recorre las instalaciones del centro y se mueve como una más del equipo. Hoy le toca sesión. Después de jugar con su peluche, entra en una sala en la que la veterinaria le aplica la anestesia, necesaria para que al animal se mantenga todo el tiempo inmóvil durante la sesión: "No vale ni siquiera que estén sedados, deben estar anestesiados, porque un temblor puede estropearlo todo", cuenta Marta, una de las veterinarias del equipo.

El tratamiento está pensado al milímetro. Cada animal tiene su máscara, su colchoneta y su molde dental, realizados a medida para garantizar que la radioterapia se aplica en el sitio exacto. La veterinaria reconoce que a diferencia de la radioterapia humana, la animal tiene una intención "más paliativa", con el objetivo de intentar controlar localmente el tumor el mayor tiempo posible, debido a que los tumores se diagnostican casi siempre "cuando ya están en una fase avanzada".

Castaño añade que los tumores tienen "la desagradable costumbre de estar rodeados de otros órganos o tejidos que no responden igual de bien a la radiación". "Si te pasas en un solo día puedes dañar otras zonas, por eso es mejor fraccionar las sesiones", apunta.

Para Seoane, la radioterapia ha avanzado mucho en los últimos diez años, con una tecnología que cada vez busca ser más precisa. De hecho, este centro es también pionero en contar con un acelerador lineal, que en 2019 sustituyó a la antigua máquina de cobalto 60. Esta tecnología permite blindar más el tejido sano del paciente y es "mucho más rápida y eficaz".

Aunque principalmente tratan a perros y gatos, el equipo del centro reconoce que han recibido solicitudes para tratamientos con conejos, pájaros y animales más exóticos, como reptiles.

La perrita Rosie preparada para recibir radioterapia.
La perrita Rosie preparada para recibir radioterapia.
EFE/Lavandeira jr
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