Así es la guerra electrónica que está ayudando a Ucrania a plantar cara a Rusia

Un soldado ucraniano realiza tareas de vigilancia con un sistema portátil de misiles tierra-aire (MANPAD) mientras mantiene su posición cerca de Járkov.
Un soldado ucraniano realiza tareas de vigilancia con un sistema portátil de misiles tierra-aire (MANPAD) mientras mantiene su posición cerca de Járkov.
EFE
Un soldado ucraniano realiza tareas de vigilancia con un sistema portátil de misiles tierra-aire (MANPAD) mientras mantiene su posición cerca de Járkov.
Las guerras de este siglo ya no las gana quien más cañones tenga, sino el que mejor tecnología posea. Un claro ejemplo de ello es lo que se está viviendo en Ucrania, donde la guerra electrónica, también llamada electromagnética, está ayudando a ese país a plantar cara a Rusia, un enemigo que cuenta con un ejército mucho mayor.

Las guerras de este siglo ya no las gana quien más cañones tenga, sino el que mejor tecnología posea. Un claro ejemplo de ello es lo que se está viviendo en Ucrania, donde la guerra electrónica, también llamada electromagnética, está ayudando a ese país a plantar cara a Rusia, un enemigo que cuenta con un ejército cinco veces mayor.

Se trata de una batalla invisible y compleja, en las ondas, que permite luchar una manera muy distinta a la convencional, conociendo la posición del enemigo o dejándole incomunicado. Básicamente, la guerra electromagnética trata de todo lo que emita una señal: radios, radares, teléfonos, GPS o drones. Por ejemplo, ha permitido la trayectoria del misil caído esta semana en Polonia hasta la localización de posiciones enemigas en el terreno.

Esto se consigue gracias a las ondas electromagnéticas que emiten las radios, que los soldados enemigos usan para comunicarse, pero que delatan su posición.

El teniente coronel Óscar Javier Gajete, jefe de un batallón en el Regimiento de Guerra Electrónica del Ejército de Tierra, el REW 31, explica en declaraciones a la agencia Atlas la complejidad de la guerra electromagnética. En lo que as simple vista puede parecer "un secarral", indica, "nosotros con nuestros equipos podemos simular que hay actividad o que no la hay". Para ello, se distribuyen sensores que generan falsas comunicaciones, como si hubiese un campamento.

Las posibilidades de la guerra electrónica o electromagnética son amplísimas: pueden entorpecer señales de satélites, lanzar ondas de alta frecuencia que, literalmente, 'fríen' circuitos electrónicos, hasta desviar misiles, como ha pasado en Ucrania, o tumbar drones dirigidos por control remoto al bloquear la señal que lo dirige.

En este sentido, hay casos que asombran, como cuando Rusia logró ubicar a un general ucraniano al contestar una llamada de móvil creyendo que era su madre. Segundos después, los rusos lanzaron un misil guiado hacia su posición.

Otra variante es también la denominada "guerra de navegación", que perturba la señal de GPS. "Consiste en actuar sobre el sistema de posicionamiento, sobre el GPS de un barco o de un avión, y confundirle en su posición, que no sepa dónde está", describe Gajete.

Este tipo de guerra se está llevando a la práctica en Ucrania y es el motivo por el que algunos aviones rusos llevan dos sistemas de GPS para evitar perderse.

Gracias, en gran parte, a las medidas de guerra electrónica de la OTAN, Ucrania tiene la iniciativa frente a un ejército ruso que le gana en número, pero no en tecnología.

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