El dilema del salario mínimo: mejorar la vida de 1,5 millones de personas con el peligro de destruir puestos de trabajo

La vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz durante un acto político de Sumar, en Sabadell
La vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz durante un acto político de Sumar, en Sabadell
EFE
La vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz durante un acto político de Sumar, en Sabadell

Al Gobierno le quedan escasas semanas para sentarse con sindicatos y patronal para decidir qué hacer con el salario mínimo de cara al año próximo. Todo apunta a que decidirán una subida del salario mínimo interprofesional (SMI) cercana a los 1.100 euros mensuales en 14 pagas (actualmente está en 1.000). No obstante, el proceso se ha visto rodeado de cierta polémica en las últimas semanas tras conocerse el contenido de un informe que apunta a que, si bien, la subida del SMI de 2019 redujo la desigualdad salarial en España, también destruyó unos 28.000 empleos. 

El Ministerio de Trabajo tiene en su poder este documento desde enero de este año, pero se había negado a revelar su contenido hasta el martes de la semana pasada, pese a que el Consejo de Transparencia se lo exigió en septiembre. Se trata de un informe elaborado por la fundación Iseak que Trabajo encargó en 2021 para analizar los efectos de la subida del SMI y cuyas líneas maestras han ido adelantando varios medios en las últimas semanas. Una difusión que iba acompañada de la de otros dos informes encargados ad hoc por el Gobierno en los que se señalaban los beneficios de la subida del SMI, pero sin entrar a valorar sus efectos sobre el empleo.

En resumidas cuentas, el documento de Iseak apunta a que la subida del SMI que se hizo en 2019 (un 22%) mejoró las condiciones de vida de 1,5 millones de trabajadores y redujo la desigualdad salarial, pero también causó la destrucción de alrededor de 28.000 puestos de trabajo. El trabajo, que firman la economista Sara de la Rica y otros tres investigadores, señala que las subidas del SMI "implican ciertos riesgos laborales para aquellas personas a las que precisamente pretenden beneficiar". Especialmente en colectivos como los mayores de 30 años y los trabajadores con contratos a jornada completa. 

Así ha evolucionado el salario mínimo en los últimos 24 años.
Así ha evolucionado el salario mínimo en los últimos 24 años.
Henar de Pedro

El informe de Iseak apunta en la misma dirección en la que ya lo hicieron antes la Airef o el Banco de España, que también han estudiado el asunto. En 2020, la autoridad fiscal concluyó que el alza del SMI destruyó entre 19.000 y 33.000 puestos de trabajo, mientras que el supervisor bancario, que también estimó los puestos de trabajo que dejaron de crearse, elevó esa horquilla entre los 98.000 y los 180.000 empleos. 

¿Subir o no subir?

Tras tres estudios que apuntan en la misma dirección, la pregunta es obligada ¿Merece la pena subir el SMI si por el camino personas que actualmente tienen un empleo o aspiran a conseguirlo se quedan fuera del mercado de trabajo? La respuesta no es sencilla. 

"Todas las políticas, incluidas las bienintencionadas, tienen efectos indeseados o inesperados", señala Marcel Jansen, investigador en Fedea especializado en economía laboral. "Si hablamos de la relación coste-beneficio, hay una disminución en desigualdad y mejora de condiciones laborales de muchas personas. Es perfectamente razonable que la ministra quiera hacer balance positivo de la subida de 2019", agrega. "Pero no debería hacerlo negando que la subida tenga efectos negativos y sustrayendo al debate público la evidencia que no le gusta", insiste, en referencia a las reticencias de Trabajo a publicar el informe. 

Jansen sostiene también que la destrucción de empleo detectada por el informe de Iseak "está en la horquilla baja de lo que se estimaba" y además recuerda que los asalariados que perdieron su trabajo "pueden haber reubicado más de adelante".  "La evidencia para España de alguna manera es coherente que la que sostiene para otros países. Si el SMI es relativamente bajo, las pérdidas de empleo son muy moderadas", zanja. 

En una línea similar se expresa Carlos Victoria, profesor de la Universidad Complutense de Madrid y consultor especializado en empleo y protección social. "Sabemos que llegados a un cierto punto el SMI puede tener unos niveles en los que desvirtúe el equilibrio competitivo. Es decir, puede llegar un punto en el que sí se produjeran efectos importantes sobre destrucción de empleo. Pero no estamos hablando de eso", señala Victoria. 

Desde Comisiones Obreras, uno de los grandes impulsores de las subidas del SMI registradas hasta la fecha, defienden que los trabajadores que se han beneficiado de las alzas en el salario mínimo son "muchos más" que el empleo que se ha dejado de crear. Además, señalan que también debe tenerse en cuenta que las subidas del salario mínimo pueden acabar creando empleo indirectamente. "Los perceptores del SMI tienen una tendencia al consumo mucho más alta que el resto. Lo que subes de salario mínimo se convierte en demanda, que provocará nueva creación de empleo", sostienen fuentes de CC OO.

Cerca del límite

La subida del salario mínimo es uno de los compromisos del acuerdo de coalición que firmaron PSOE y Unidas Podemos antes de formar el Gobierno. Las dos fuerzas políticas pactaron elevar el SMI hasta el 60% del salario medio antes de que concluyera la legislatura. Una cifra que, a juzgar por los datos disponibles, estaría muy cerca de alcanzarse.

Según la estadística de la Agencia Tributaria, el salario mínimo actual (1.000 euros en 14 pagas) supondría ya el 55% del salario medio de 2021, que alcanzaba los 25.460 euros anuales. Recurriendo a otras fuentes se obtienen cifras similares. Con datos de la Encuesta Anual de Estructura Salarial del INE, el SMI rondaría ya el 56% de los 25.165 euros. Las referencias salariales que aporta la EPA o la estadística de bases de cotización a la Seguridad Social arrojan porcentajes similares, muy próximos al 60%. 

Y es precisamente a partir de este porcentaje cuando las posibles consecuencias negativas de subir el salario mínimo ganan fuerza. "Si el SMI es relativamente bajo, las pérdidas de empleo son muy moderadas. Ahora, para algunos colectivos el SMI es ya bastante alto en relación con el salario medio. Con vistas al futuro no podemos dar por sentado que estas pérdidas moderadas o pequeñas van a continuar a medida que se sigue subiendo. El primer aviso es este", señala Marcel Jansen, de Fedea. Este investigador cree que sería bueno considerar la posibilidad de un SMI diferenciado por edades y replantearse si ese objetivo de alcanzar el 60% del salario medio es la mejor política.

No lo ven así en Comisiones Obreras, donde opinan que el umbral del 60% es el adecuado. "Estamos ya muy cerca, un paso más y ya hemos llegado y no se ha visto ese efecto. Efectivamente, no puedes subir el SMI al cielo, pero pensamos que esa referencia es buena y que no provoca distorsiones y que si las provoca son pequeñas", sostienen fuentes del sindicato. 

En la patronal, se muestran más cautos. Fuentes de CEOE señalan a este periódico que si bien, "de entrada, todos estamos a favor de la subida de los salarios", creen que en el caso del SMI se debería abordar condicionado a variables como la inflación, la situación económica ("que roza la recesión"), las rentas salariales, o una productividad laboral "en caída desde hace varios años". De igual manera, la patronal recuerda que las subidas del SMI afectan también a las tablas salariales de muchos convenios y que ya son nueve las comunidades autónomas en las que el SMI supera ese umbral del 60% del salario medio. 

Los empresarios no aclaran si apoyarán o no la próxima subida del SMI que persiguen Gobierno y sindicatos. Lo cierto es que las últimas dos actualizaciones del salario mínimo se hicieron sin el visto bueno de la patronal, que sí dio su beneplácito al alza que se aprobó en 2020.

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