El futuro del urbanismo: ciudades de 15 minutos, edificios mixtos, 'supermanzanas' y "quitar coches para plantar árboles"

En bici por la ciudad
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En bici por la ciudad

"Quitar coches y plantar árboles". Esta es la primera receta que ofrece el Premio Nacional de Urbanismo y profesor de UIC Barcelona School of Architecture, Miquel Lacasta, para diseñar el futuro de las ciudades. Como él, los urbanistas María Arana y Antonio Giraldo coinciden a la hora de situar la emergencia climática a la cabeza de los retos a los que se enfrentan las ciudades del mundo. "Las urbes ocupan únicamente el 2% de la superficie terrestre, pero consumen el 78% de la energía y producen el 75% de las emisiones de carbono", aseguran, lo que las sitúa en el centro de la lucha contra el cambio climático. 

María Arana, miembro de la oficina de innovación urbana Urbanbat, sostiene que el futuro de las ciudades debe pasar por "autoabastecerse y no depender de otros territorios". Para afrontar este reto "los técnicos de las administraciones, los urbanistas, los científicos, los investigadores y la ciudadanía deberían ser capaces de juntarse a codiseñar soluciones". 

Una realidad que parece muy lejana, teniendo en cuenta además que "el ritmo de las ciudades es lento". Las ciudades de España, de hecho, muchas veces no están preparadas ni siquiera para el clima actual y deben adaptarse "urgentemente". Una situación que, como recalca Giraldo, "ya hemos vivido este último verano".  

Al titánico reto de adaptar las ciudades a las necesidades de la crisis climática se suman la sobrepoblación en las ciudades, la desigualdad entre centro y periferia, la polución, la gentrificación y otra serie de factores que apuntan a una misma dirección: la necesidad de repensar nuestras urbes. 

Ecologismo, movilidad y trabajo

Afrontar el cambio climático pasa, en primer lugar, por "reverdecer las ciudades, mejorar la calidad del aire y el agua, aprender a retener el agua que cae, que cada vez es menos, y cambiar la movilidad", explica Lacasta a este diario. Por eso es necesario acabar con la hegemonía del coche (y el motor en general) como medio de transporte, ya que ahora ocupa "el 85% del espacio público"

Reduciendo las superficies asfaltadas y sustituyéndolas por terreno cultivado se conseguiría acabar con el efecto 'isla de calor', responsable de que las temperaturas sean mucho más altas en la calle que en el campo. 

Pero la ciudad del futuro no solo debe ser más sostenible, también tiene que ser más saludable. Se da la circunstancia de que la sostenibilidad y la salud van de la mano, y muchas de las propuestas de los urbanistas ayudan a conseguir ambos propósitos. 

Ciudades de 15 minutos, edificios mixtos y 'supermanzanas'

Moverse en bici, andando o en cualquier otro transporte activo tiene beneficios para el medioambiente y para la salud del que lo haga, pero las ciudades actuales (en especial las grandes) suelen poner impedimentos. Una solución a este problema es 'la ciudad de los 15 minutos', una estrategia teórica que actualmente se está poniendo en práctica en una ciudad con más de dos millones de habitantes: París.

La teoría dice que en una ciudad "tienes que ser capaz de llegar al trabajo, al mercado, al hospital, al cine, al parque... en definitiva, ser capaz de cubrir tus necesidades vitales básicas en un plazo de 15 o 20 minutos. Esto funciona mejor si utilizamos nuestro cuerpo de manera activa", explica Miquel Lacasta. Parece una meta ambiciosa, pero básicamente se trata, tal y como apunta María Arana, "de construir barrios más mixtos" a pesar de que existan "polos de trabajo y zonas residenciales".

"La Industrialización hizo que se separaran las diferentes funciones en las ciudades, algo que se enfatizó tras la Segunda Guerra Mundial, como si la ciudad fuese una especie de máquina", explica María. "Muchos de esos desarrollos fueron financiados por empresas de automoción, y no hay que olvidar que el coche lleva estando en la ciudad aproximadamente 100 años", un corto periodo de tiempo que no quita que ahora pensemos que "es imposible sacarlo de nuestras urbes".

No solo se trata de mantener los mismos desplazamientos contaminando menos, hay que "repensar la forma en que se ocupa y se construye el territorio de las ciudades", apunta Antonio Giraldo. El urbanista sostiene que "si seguimos poniendo barrios residenciales en un sitio y polos de trabajo en otro, estamos condenando a una movilidad que ha sido fruto de una decisión". La claves está, según explica, en "dotar de servicios igualitarios a todos los lugares".  

Si la ciudad de los 15 minutos propone cubrir las necesidades de un ciudadano en una pequeña área urbana, María Aravaca sube la apuesta con los "edificios mixtos". Según la urbanista, tener oficinas vacías desde las cinco de la tarde hasta las ocho de la mañana no tiene sentido y supone "un consumo de energía brutal". Una posible alternativa es que los edificios evolucionen para, en vez de limitarse a albergar viviendas, incluyan otros servicios. 

"Que en un mismo edificio haya espacios divididos para el cultivo, el trabajo, el ejercicio, el cuidado de los niños...", explica Arana. De ser así, "consumiríamos menos combustible y dedicaríamos menos tiempo a los desplazamientos". 

En relación a su trabajo en Urbanbat, Arana señala que "el 30% de los locales de Bilbao están vacíos, una cifra que asciende al 60% en determinados barrios de la periferia". Su teoría es que estos locales han perdido su función con la aparición del comercio online y ahora deberían utilizarse para cubrir nuevas necesidades, como la de crear espacios colectivos de teletrabajo. 

Otro ejemplo de innovación urbanística es el de las 'supermanzanas' de Barcelona, un proyecto enfocado a "reducir el espacio ocupado por el vehículo privado en favor de la superficie dedicada a los peatones y de la integración de una red de carriles bici con una red ortogonal de autobuses rápidos", según información del Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana. Consiste en cortar el tráfico rodado en las calles de un grupo de mínimo cuatro manzanas exceptuando aquellas que rodeen su conjunto, de forma que queda peatonalizado el interior de esa "supermanzana". 

Las mencionadas iniciativas son, en resumen, formas de dar respuesta a los cambios sociales desde la concepción de las ciudades, una estrategia que se aprecia también en el llamado 'urbanismo feminista'. 

"La perspectiva de género ya se incorpora de alguna forma en los planes urbanísticos, que deben tener un informe favorable en este sentido", asegura María Arana. Uno de los aspectos más visibles y tangibles es el de la seguridad. Un correcto uso del alumbrado que evite los "puntos negros" en las calles es una ayuda para que situaciones como la vuelta a casa por la noche sea más segura o de mayor sensación de seguridad. 

Sin embargo, Arana pone el foco en los cambios más estructurales, en los que ecologismo, salud y feminismo van de la mano. "Los cambios de movilidad de los que hablamos beneficiarían especialmente a las mujeres, que hacen recorridos más diversos y zigzagueantes enfocados a los cuidados".

Según la urbanista, las ciudades actuales han sido ideadas por y para un perfil muy concreto: el hombre de mediana edad con buena salud y cierto poder adquisitivo. Las urbes están diseñadas "para moverse en coche de casa al trabajo" y no para ahorrar tiempo para los cuidados y ser inclusivas con todos los "cuerpos diversos con capacidades diversas" que las habitan. 

El camino que señalan los expertos es, una vez más, el del barrio multifuncional, que cubre la mayoría de las necesidades vitales y tiene una cierta densidad. "La vida de calle son los ojos que nos cuidan"

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