Joaquim Coll Historiador y articulista
OPINIÓN

Activismo útil o payasadas

Activistas ecológicas se pegan al marco de los cuadros de 'Las Majas' de Goya en el Museo del Prado
Activistas ecológicas se pegan al marco de los cuadros de 'Las Majas' de Goya en el Museo del Prado
Europa Press
Activistas ecológicas se pegan al marco de los cuadros de 'Las Majas' de Goya en el Museo del Prado

Si dañando, ni que sea simbólicamente, el patrimonio artístico se pudiera frenar el cambio climático, la acción de las dos activistas que este sábado pintarrajearon la pared y se engancharon con cola a los marcos de Las Majas de Goya sería comprensible. Más aún, puede que hasta una mayoría de ciudadanos optase por su completa destrucción a cambio de no sufrir las terribles consecuencias del calentamiento global. Pero esa correlación no existe, de manera que la acción produce rechazo y condena, aunque, eso sí, logra llamar la atención mediática.

Como el 5 de noviembre se celebraba el Día Mundial del payaso, digamos que no dejó de ser una payasada sin mucha gracia. Lo sucedido en Madrid no es una novedad, sino la repetición de lo que semanas atrás habíamos visto en otros conocidos museos de Europa. La causa climática es importantísima, pero el lugar elegido, un museo, que es un bien público y una conquista social, una estupidez.

Además, como explicaba en Twitter el periodista Antonio Martínez Ron, algunas obras de arte han sido más eficaces a la hora de transmitir la crisis climática que muchas protestas, y ponía media docena de ejemplos, empezando por una instalación de Isaac Cordal en Berlín en 2011, Políticos discutiendo sobre el calentamiento global, con la particularidad que se los veía sumergidos en agua que, literalmente, les llegaba hasta el cuello. En su momento fue muy comentada. 

En el campo del activismo artístico, Eve Mosher recorrió Manhattan en 2007 pintando el pavimento con una gruesa línea de tiza para marcar el nivel al que llegará el agua si el deshielo prosigue. Mientras el sábado se desarrollaba esa acción en el Museo del Prado, decenas de activistas de Greenpeace y Extinction Rebellion ocupaban la zona de aviones privados del aeropuerto de Ámsterdam para denunciar la irresponsabilidad de los ricos y famosos que se van a Ibiza, pero perjudicando también a vuelos médicos y repatriaciones. La acción era coherente, pero con su lado negativo.

Hemos entrado en una fase entre desesperada y caótica porque, excepto que haya un milagro tecnológico que capture el exceso de CO2, no vamos a poder evitar el aumento de la temperatura por encima de 1,5º C. Pero la desesperanza no puede llevarnos a no hacer nada, sino a rectificar discursos y políticas. Por ejemplo, la activista Greta Thunberg ha reconocido que la tan estigmatizada energía nuclear forma parte de la solución para luchar contra el cambio climático. Sigue sin gustarle, pero acepta que es mucho peor quemar carbón como está haciendo Alemania por ese absurdo empeño en cerrar sus centrales nucleares. Y en España, acabaremos quemando más gas si el Gobierno no rectifica pronto sobre la energía nuclear.

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