OPINIÓN

Los ataques al arte en nombre del clima contaminan el mensaje

Un grupo de ecologistas arroja botes de sopa de tomate sobre 'Los girasoles' de Van Gogh.
Un grupo de ecologistas arroja botes de sopa de tomate sobre 'Los girasoles' de Van Gogh.
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Un grupo de ecologistas arroja botes de sopa de tomate sobre 'Los girasoles' de Van Gogh.

Como dice un buen amigo, para llevar la razón, no solo hay que tenerla, sino saber exponerla y luego que te la den. Ante la emergencia climática hay que actuar, pero no todo vale. Los purés y sopas que estos días han volado por los museos han contaminado el mensaje. Nunca el fin ha justificado los medios, ni, aunque se trate de la supervivencia de nuestra especie en el planeta. Causa, para la cual yo, y muchos nos encontramos entregados divulgando y actuando de manera positiva (muy importante el lenguaje y las formas). Pues como dice la ONU estamos en la década de la acción.

Los cuatro ataques que hemos sufrido, aunque fuera de nuestras fronteras, se han sentido como propios en todo el mundo. Quince días en los que parecía de película que fuera tan fácil vulnerar nuestra cultura. El primero, con el lanzamiento de sopa de tomate a 'Los Girasoles' de Van Gogh, el segundo, el puré de patata a un Claude Monet, el tercero el tartazo limpio al Carlos III de cera, y el cuarto y último la salsa de tomate que ha bañado a La Joven de la Perla.

Los expertos en movimientos sociales explican que "la medida del éxito de cualquier acción de protesta es si construye una coalición". Un éxito que no ha tenido lugar en esta "tomatina" que si bien no ha dejado grandes daños físicos, si los ha dejado en el mensaje que ha quedado contaminado y recibido el rechazado por la población.

"¿Qué vale más, el arte o la vida? ¿Vale más que la comida?", preguntaba la activista de Just Stop Oil, Phoebe Plummer, de solo 21 años, en el primer lanzamiento de tomate en Londres mientras que explicaba "están más preocupados por la protección de un cuadro que por la del planeta o la gente". Querida Phoebe, por supuesto que el colapso climático es una emergencia y que vale más que todo, pero en términos de avanzar, no de atacar. Imagínense que extrapolamos el silogismo creado por la joven. ¿Como el cambio climático vale más que un colegio, atacamos los colegios? ¿Qué es lo que estaríamos promoviendo, avanzar o la revuelta? Por mucha ecoansiedad que haya entre los jóvenes, no hay que confundir el actuar con el atacar, ni el activismo con el vandalismo. En este contexto propongo avanzar y si es con el arte, sugiero el Artivismo como mural. Así se hace llamar una nueva corriente que une arte y activismo y en la que hay cabida para todos: grafiteros fotógrafos, pintores, escultores que con ingenio y creatividad expresan las necesidades de El Planeta en aras de nuestro bienestar.

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