Con la excepción de los móviles, estamos ante el artilugio con más posibilidades de la última década. Conceptualmente, el de los drones es un invento que la historia sitúa en 1849 cuando los austriacos, con viento a favor, lanzaron 200 globos aerostáticos cargados de bombas contra Venecia. Vendrían después ingenios más complejos en las dos guerras mundiales, pero nada que ver con la sofisticación actual.

En la invasión de Ucrania, ambos contendientes han multiplicado exponencialmente la acción de estos aparatos desde que Putin inició el ataque. En los primeros compases de la guerra, el Ejército ruso se vio sorprendido por unos drones de origen turco que Zelenski había comprado a Erdogan. Sin ser unos aparatos demasiado avanzados y relativamente baratos, los llamados Bayraktar TB2 causaron estragos en las unidades rusas que no contaron con tan letales avispas. La respuesta de Rusia fue comprarle cientos de drones a Irán con los que ha producido grandes daños en objetivos civiles e infraestructuras. Son aparatos más baratos y menos sofisticados que los drones que Estados Unidos incluyó en su último paquete de ayuda militar a Kiev. Biden proporciona a Ucrania al menos 15 aeronaves no tripuladas Scan Eagle capaces de realizar labores de inteligencia y reconocimiento al más alto nivel.

La industria militar siempre empuja este tipo de tecnologías de las que, por fortuna, se benefician otros usos civiles

Ningún ejército del mundo prescinde ya de este tipo de naves ya sea para labores de información o de ataque. Nuestro Ejército del Aire emplea desde hace tiempo el Predator norteamericano en misiones de inteligencia, vigilancia y ubicación de blancos para el empleo eficiente de otras armas. Además, el Ministerio de Defensa participa con una inversión de casi dos mil millones en el programa Euromale, un dron de tecnología militar que a partir de 2025 será uno de los grandes soportes de la defensa aérea europea. En 2028 España dispondrá de una docena de estas aeronaves de última generación. La industria militar siempre empuja este tipo de tecnologías de las que, por fortuna, se benefician otros usos civiles. Los drones se han revelado este verano como una herramienta casi indispensable en los incendios forestales. Aparatos de los bomberos y de la UME trabajaron con eficacia en la vigilancia de perímetros extintos y seguimiento de los frentes de fuego para ubicar adecuadamente a los efectivos que operaban en los siniestros.

El uso de drones puede ser extremadamente útil pero también peligroso de caer en manos inadecuadas. En agosto, la presencia de drones en las proximidades del aeropuerto de Barajas obligó a desviar varios vuelos originando retrasos.

Estos aparatos empiezan a ser indispensables en la inspección de infraestructuras

La Agencia Estatal de Seguridad Aérea regula y controla el uso de estos ingenios cuya utilización será cada vez más intensa y frecuente. Correos ya está probando su empleo para el servicio postal, paquetería o llevar un medicamento urgente a zonas de difícil acceso o climatología adversa. Los primeros ensayos realizados en Asturias utilizaron un multirrotor capaz de mover kilo y medio de carga. Es algo similar a lo que han ensayado operadores logísticos privados como Amazon o DHL, y públicos como el servicio postal suizo. En esa misma línea trabaja Google, quien ya cuenta en Estados Unidos con un certificado de operaciones aéreas para hacer entregas a domicilio usando drones.

Estos aparatos empiezan a ser indispensables en la inspección de infraestructuras o en la agricultura y están probando taxis voladores no tripulados. Una variedad de usos y utilidades tan amplia que sin duda desatará una invasión de los drones en el aire y en nuestras vidas.