Hallazgos arqueológicos con trascendencia, pero sin 'marketing': el libro '¿Quién es la Bicha de Balazote?' los saca a la luz

Una imagen de La Bicha de Balazote.
Una imagen de La Bicha de Balazote.
Santiago López-Pastor / MAN
Una imagen de La Bicha de Balazote.

A veces, la diferencia entre un hallazgo arqueológico que conozca todo el mundo y uno que pase desapercibido para el común de los mortales, es solamente una cuestión de marketing, de publicidad o de turismo. De esos lugares y objetos de los que pocos saben que existen se ocupa Pedro Pérez, profesor de Historia y creador de los canales divulgativos El Cubil de Peter y El Cronista de Alejandría, en el libro de reciente aparición titulado ¿Quién es la Bicha de Balazote?

En este volumen, lleno de capítulos amenos y de fácil lectura, el autor habla de descubrimientos arqueológicos importantes e insólitos. "Es una aventura por el pasado, un repaso de esos yacimientos arqueológicos, un poco desconocidos que si bien son muy importantes a nivel histórico, no han tenido esa atención que merecían", dice Pérez sobre el libro.

"El hecho de que no conozcamos estos hallazgos que son muy trascendentes o muy reveladores que plantean dudas sobre cosas que parecían muy claras es porque, en general, no estamos muy interesados por la Historia o porque es una disciplina que no pertenece al gran público", se aventura a explicar.

Esclarecer el enigma que se esconde detrás de una momia que apareció congelada en los Alpes, la lujosa tumba de un rey prehispánico, los primeros asentamientos del pueblo maorí, el templo de Angkor Wat, Hieracómpolis, la excavación del Turuñuelo de Guareña, el oro de Varna, la Bicha de Balazote... son algunos ejemplos de los que se trata en el libro.

Todo eso ya se ha descubierto, aunque no se conozcan todos sus secretos. Aún más misterioso es lo que queda por desenterrar. "Todas las semanas hay hallazgos tremendamente importantes en todas las partes del mundo", dice el historiador, que se reconoce obsesionado con las civilizaciones de la Antigüedad, como Grecia, Roma, el antiguo Egipto o Mesopotamia. De hecho, reconoce que, si pudiera elegir un hallazgo, querría "ver en vida dónde está la tumba de Alejandro Magno o dónde está la de Cleopatra".

Todos los hallazgos de los que habla Pedro Pérez tienen un cierto halo de misterio, cosas inexplicadas, lo que a menudo da lugar a teorías de la conspiración. "Al ser humano le gusta mucho fantasear. La leyenda y el mito es inherente al ser humano y se usan para explicar lo desconocido. Cuando la ciencia, en ese momento, justo en ese momento, no le puede dar respuesta, se acaban buscando en la fantasía", hace ver.

"En el libro trato de una, que es la del mecanismo de Anticitera", avanza Pérez, un dispositivo del que se ha dicho que pertenecía a una misteriosa civilización avanzada. "Nuestros antepasados no por ser antiguos eran tontos, sino que eran mucho más ingeniosos y tenían que apañárselas como podían para desarrollar esos ingenios", explica el historiador.

Pérez es también profesor y lucha desde las aulas contra el desconocimiento, promoviendo su asignatura. "La historia puede ser muy sexy si te la cuentan de manera interesante", espeta. A sus alumnos les pide, por ejemplo, que escriban una carta como si fueran un soldado de la Primera Guerra Mundial, lo que les obliga a "crear un personaje en ese contexto histórico y que investiguen sobre esa época", lo que les motiva y hace aprender más.

Donde puede resultar más difícil divulgar es en redes sociales. En Youtube, Pedro Pérez es muy conocido, por los canales antes mencionados. A veces no es sencillo hablar de términos duros, pues el algoritmo los persigue.

"Hubo una época en la que se llevó bien, cuando empecé en Youtube a divulgar historia hubo un tiempecito que bien, luego una época que muy mal, porque había temas que no podíamos tocar", hace ver el divulgador. Sobre todo si querían monetizar su trabajo, es decir, si querían sacar algún rendimiento económico de su labor. "Había temas que Youtube los censuraba, porque los consideraba, entre comillas, vamos a decirlo así, peligrosos o susceptibles de no ser atractivos para los anunciantes", dice Pérez.

"Al final, Youtube es una empresa y lo que quiere es atraer anunciantes y había temas que no se podían tocar, mencionar la palabra guerra o conflicto o nazismo o fascismo o comunismo eran palabras un poco tabú y hubo una época en la que teníamos que autocensurarnos si queríamos sacar cierto rendimiento a nuestro trabajo. Ahora las cosas parecen más más tranquilas, pero sí es cierto que Youtube sigue orientando el contenido que recomienda a cosas más familiares, a un contenido más blanco", concluye.

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