Tras dos años de pandemia mundial y debido al impacto económico derivado del conflicto en Ucrania, los consumidores se enfrentan actualmente a fuertes presiones financieras, con una inflación disparada que ha provocado el aumento de los precios de bienes y servicios. 

Tanto es así que los hogares están cambiando sus hábitos de consumo y adoptando comportamientos similares a los que adoptaron sus padres o abuelos en la crisis de los años 1970. Así lo desprende el informe 'FMCG Demand Signals' de la firma IRI, que revela que la pérdida de poder adquisitivo, junto con la baja confianza del consumidor, están generando comportamientos de austeridad como los vistos décadas atrás. 

"Estamos viendo nuevas comportamientos como resultado de la fatiga de la inflación con consumidores que toman el control y toman decisiones sobre dónde y cómo compran, qué compran y como consumen", recogen en el estudio.

Priorizando lo esencial en las compras

La compañía analiza el impacto de la demanda cambiante de los consumidores en 230 categorías de bienes de consumo masivo, más de 2.000 segmentos de productos y más de 10 millones de SKU en 14 mercados principales de Europa, EE. UU. y Asia Pacífico. 

"Se están adaptando y dependen de sus ahorros personales para sobrevivir". El 58% de los encuestados asegura haber reducido el gasto a lo esencial, como comida o calefacción, y el 35% depende de sus ahorros y préstamos personales para el pago de las facturas. 

En Europa, el 30% de los consumidores cambia el lugar de compra todos los días para obtener mejores ofertas en los productos y el 34% acude a otro supermercado si no hay una marca habitual en promoción. Más de la mitad de los consumidores están en crisis. El 61% afirma estar preocupado por el impacto de la coyuntura actual directamente y el 71% ya ha modificado sus hábitos de compra.

Los consumidores están tomando decisiones para priorizar lo esencial en su cesta de la compra, como leche, mantequilla o pasta, reduciendo los gastos en artículos discrecionales. Por el contrario, las ventas de alcohol han caído un 5%, lo que supone 3.400 millones de euros menos en ingresos, subraya el informe.