Desde una altura de 1200 metros de altura, 200 metros más de los establecidos en los campeonatos de precisión de paracaidismo, el soldado Óscar García, de la Patrulla Acrobática de Paracaidismo del Ejército del Aire, sufría una aparatosa incidencia técnica con la bandera que portaba: "Se había dado una vuelta y se había estrangulado un poco la bandera, no se terminaba de desplegar".

Con un área de 54 metros cuadrados, tratar de manipular la enseña en el aire se convertía en todo un desafío, algo que el soldado trataba de solucionar apoyándose en una pierna: "Dices ala, tiene que ser hoy, hoy el día durante todos los ensayos no ha ocurrido nada y justo el día... pero bueno, son cosas que ocurren".

Se trata de un minuto y medio que en el aire se hace eterno ya que no puede desviarse de la ruta: "Estoy mirando al suelo, donde me está llevando el viento, a la vez que recojo la bandera para en ningún momento salir del cono de viento". Para cuando el Rey lo puede ver en el aire, ya lo ha conseguido. El soldado García aterriza, pese a todos los problemas, con una precisión absoluta.

En la cámara del propio soldado se aprecia mejor la enorme dificultad de sortear edificios, farolas y tribunas. Felipe VI le saluda con un gesto de orgullo: "Me sentí muy orgullos de verlo, cómo devolvía el saludo y contento". Llevar la bandera un 12 de octubre es el mayor orgullo para un paracaidista.

Atrás queda el accidentado salto del desfile celebrado en 2019, cuando el paracaidista que descendía con la bandera de España sufrió un accidente llamativo pero sin consecuencias. El soldado impactaba contra una farola al momento de aterrizar.