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Carlos Lesmes, la dimisión a la desesperada del presidente más longevo del CGPJ

Lesmes niega maniobras para llegar al TC y se autodescarta para un "futuro inmediato"
Lesmes niega maniobras para llegar al TC y se autodescarta para un "futuro inmediato"
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Lesmes niega maniobras para llegar al TC y se autodescarta para un "futuro inmediato"

Carlos Lesmes ha tirado la toalla. Pasados 1.406 días desde que el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), órgano que preside, entrase en funciones, el magistrado ha decidido dimitir, según declaró este domingo, por "respeto" hacia esta institución y a los jueces de España. Con esta renuncia, Lesmes pone fin a su mandato al frente de la presidencia del Tribunal Supremo y el CGPJ, el más largo en la historia de la democracia, y logra con su marcha lo que no consiguió en sus últimos tiempos al frente del Consejo: forzar un encuentro entre el Gobierno y el PP para hablar de su renovación.

El magistrado madrileño nació en 1958, en el seno de una familia de origen extremeño y de fuertes convicciones religiosas, que el propio Lesmes ha heredado. De joven se licenció en Derecho e ingresó por oposición en las carreras fiscal y judicial en 1984, un año después de haberse casado con María Altagracia Mansilla, una enfermera con la que formó una familia de cinco hijos. 'Díscolo' en una familia de médicos, Lesmes se convirtió en un hombre de leyes y comenzó su carrera fiscal en la Audiencia de Alicante. 

Más tarde fue trasladado a la Audiencia de Madrid y al Tribunal Constitucional, hasta que, en 1993, empezó a ejercer como juez en la Sala de lo Contencioso-Administrativo del Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana. 

Perfil político en el primer gobierno de Aznar

Entre 1996 y 2000, Lesmes desarrolló perfil político, pues fue nombrado director general de Objeción de Conciencia por el Gobierno de José María Aznar. Los siguientes cuatro años los pasó ejerciendo como director general de Relaciones con la Administración de Justicia, también como parte del Ministerio de Justicia del Gobierno popular.

En 2005 ingresó en la Audiencia Nacional y fue nombrado presidente de la Sala de lo Contencioso Administrativo. En 2010 consiguió una plaza en la Sala Tercera de lo Contencioso-Administrativo del Tribunal Supremo, órgano que acabaría presidiendo más adelante. 

De aquella época de su carrera destacó su ponencia de la sentencia que ilegalizó la formación abertzale Sortu, en 2011, que fue anulada por el Tribunal Constitucional un año después. 

En 2013, durante el mandato de su amigo Alberto Ruíz-Gallardón, a quien conoció durante su etapa de estudiante, al frente del Ministerio de Justicia, Lesmes fue aupado al cénit de su carrera al ser nombrado presidente del Tribunal Supremo y el Consejo General del Poder Judicial. 

Choques con ministros

Antes de protagonizar unos años agónicos para el Poder Judicial español, que serán sin duda los más recordados de su carrera, Lesmes vivió algunos momentos sonados como presidente del Supremo y el CGPJ. Uno de estos episodios tuvo lugar en enero de 2020, tras la toma de posesión de Pablo Iglesias como vicepresidente del Gobierno. Dos días tardó el Consejo en aprobar una inusual declaración institucional pidiendo "prudencia" a Iglesias en sus declaraciones sobre la causa judicial del procés porque, a ojos del CGPJ, dejaban en mal lugar a la Justicia española y suponían una "humillación" para el Estado.

Algo similar había ocurrido en 2018 cuando el entonces ministro de Justicia popular Rafael Catalá criticó al magistrado de la Audiencia Provincial de Navarra por su voto particular en el caso de La Manada de Pamplona y le pidió "evitar la utilización política de la Justicia".

El carácter político que la izquierda ha achacado a Lesmes como presidente del Consejo General del Poder Judicial se ha ido difuminando en los últimos años, ante el bloqueo de este órgano, al que el magistrado a reaccionado adoptando una postura institucional y exigiendo, cada año con más contundencia, un acuerdo para la renovación

Su paciencia se ha agotado

A lo largo de los casi cuatro años de parálisis del Consejo, Lesmes se ha encontrado una falta total de compromiso del sector político para la renovación del órgano, que a su vez se ha ido politizando y fracturando cada vez más, a la par que ha vivido como presidente la degradación del Tribunal Supremo, que acumula cada vez más vacantes por cubrir y más sentencias pendientes. 

A la llegada de este septiembre, la paciencia del magistrado se agotó y empezó a sentir que su permanencia como presidente de un CGPJ que va a cumplir cuatro años en funciones carecía "de sentido". Así pues, el 7 de septiembre anunció por primera vez una renuncia que se ha consumado a cámara lenta. 

Lesmes ha tardado más de un mes en hacer realidad su dimisión y se ha mantenido todo este tiempo a la espera de un gesto por parte del Gobierno y el PP, responsables del bloqueo del Consejo, y a la espera de que sus propios subordinados se decidiesen a renovar el Tribunal Constitucional. La reacción del sector político ha llegado ahora, una vez la dimisión no tiene marcha atrás. Desde el CGPJ, sin embargo, no hay noticias de posibles nombramientos para el Constitucional. 

La marcha de Lesmes es su último intento de favorecer el desatasque de la Justicia española, a la que seguirá rindiendo servicio en calidad de magistrado de la Sala de lo Contencioso-Administrativo del Tribunal Supremo, según declaró en el anuncio de su dimisión. Precisamente, una de las salas del alto tribunal más castigadas por la falta de magistrados y la acumulación de asuntos pendientes.

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