Borja Terán Periodista
OPINIÓN

Adiós a Jesús Quintero, la libertad de un retratista de la sociedad

Jesús Quintero en el plató del teatro sevillano que llevó su nombre
Jesús Quintero en el plató del teatro sevillano que llevó su nombre
RTVE
Jesús Quintero en el plató del teatro sevillano que llevó su nombre

"No creo que a nadie que le haya pasado nada pueda contar nada. De ahí el ejemplo de los comunicadores actuales. Por eso, tantas voces y tantos gritos que esconden que no hay nada que decir. Por eso, en la televisión ya no están ni los verdaderos periodistas ni los verdaderos sabios ni los verdaderos poetas ni los verdaderos artistas. Todo es a golpe de grito", reflexionaba Jesús Quintero en la llegada del nuevo milenio durante una entrevista en La Columna de Julia Otero en TV3. Era la época de un gran resurgir de su popularidad, sobre todo porque sus entrevistas al Risitas y Po Zi destacaban en todas las 'Crónicas Marcianas' nacionales.

Se quejaba de que estos shows se quedaban en la superficie y hasta desvirtuaban a los entrevistados, cuando sus programas de conversación intentaban ir más allá. "Nunca sacan frases como la de un banquero que me dijo que para ser buen banquero había que tener instinto asesino, no sacan frases brillantes de Antonio Escohotado ni palabras sabias de Saramago. Sacan la nada. Ni siquiera sacan quién era Risitas de verdad, ni de dónde sale. Yo trabajo con gente real, pero detrás de esa gente real hay los contracorrientes, personas que reclaman ser uno mismo. Gente que forman parte de mi vida y, por eso, yo quiero ese mundo. Un mundo que quizá algún día se llamará 'mundo Quinteriano', incidía con su astuta capacidad de mirar a su alrededor. Con seguridad, sin humildad. Porque, a veces, es necesario creerse el personaje para acariciar el magnetismo televisivo único.

Así Jesús Quintero inventó un formato de entrevista extraordinario, donde la palabra era la protagonista desde la televisión. La palabra que retrataba su sociedad, la sociedad de todos, con matices de todos. Una radiografía pluscuamperfecta que el periodista conseguía entremezclando personalidades trascendentes con otras personalidades desconocidas que de pronto se volvían trascendentes. Lo anónimo con lo popular en un mismo formato que descubría personajes y deconstruía a otros que ya conocíamos. ‘El perro verde’, ‘La boca del lobo’, ‘El Vagamundo’ o ‘Ratones coloraos’ fueron algunos de sus programas en Canal Sur y TVE. Aunque para el público siempre será ‘El Loco de la Colina’.

Sacó de las cloacas a marginados de la calle y los convirtió en los artistas de la tele más transparente. Aunque, sobre todo, los escuchó. No había invitados de primera y de segunda en sus programas. Todos eran tratados por igual. De Serrat a Rocío Jurado. De Antonio Gala a la Terremoto de Alcorcón. De Julio Iglesias a Rafi Escobedo, condenado en el Penal del Dueso por el crimen de los Marqueses de Urquijo. A los pocos días de conceder la entrevista a Quintero e insinuar que iba a tirar de la manta, se suicidó.

Sus formatos tuvieron las destrezas de revestir cada charla de escenografías acogedoras en pos de potenciar la experiencia visual de la conversación

Quintero era un loco de la palabra, el descoloque y la reflexión precisa que fomentaba una intimidad de estudio de radio en un plató de televisión. Porque Quintero fue hábil al adaptar la esencia de la radio, su radio, a la tele. De hecho, sus formatos tuvieron las destrezas de revestir cada charla de escenografías acogedoras en pos de potenciar la experiencia visual de la conversación. La oscuridad era luminosa, sus silencios famosos. Muchos recalcarán siempre sus silencios, él dijo en alguna entrevista que, en realidad, le gustaba descansar entre palabra y palabra. Pararse. Frenar. No estamos acostumbrados y, así, sobresaltan las sensibilidades. "Cuando hay emoción, cuando hay sentimiento, se impone el silencio", decía. Pero Quintero sobre todo ha sido un hombre contracorriente que supo escuchar con tal libertad que nos puso a todos a escuchar.

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