Carestía en todo el planeta, "robos al alza"... ¿Se va a convertir el cobre en el "nuevo oro"?

Cobre, el 'nuevo oro'.
Cobre, el 'nuevo oro'.
Henar de Pedro
Cobre, el 'nuevo oro'.

"Ahora mismo, si yo tuviera en la puerta de mi casa una bobina industrial de cable de cobre, la metería dentro, porque estoy convencido de que me la quitarían", afirma entre risas Miguel Cabal, geólogo consultor de la empresa Geomatec. Se trata de un comentario jocoso, pero ilustra a la perfección la situación actual de este mineral, indispensable en la fabricación de multitud de utensilios cotidianos y con una demanda ampliamente superior a la oferta

Con una producción mundial de 25 millones de toneladas, en estos momentos existe un déficit global de cobre del 12%, y las proyecciones no son halagüeñas, según explica el presidente del Ilustre Colegio Oficial de Geólogos (ICOG), Manuel Regueiro. Para el 2035, los expertos prevén que ese porcentaje suba al 25% y, para evitarlo y cubrir todos los requerimientos de la población, "sería necesario abrir 25 minas del tamaño de las más grandes del planeta, algo que no es rápido ni fácil". 

En la misma línea se manifiesta Francisco Sierra, doctor ingeniero de Minas, que tiene claros los responsables de este aumento de la demanda: "A corto plazo, a este incremento imparable del consumo, van a contribuir los ambiciosos programas inversores anunciados tanto por Joe Biden en los Estados Unidos (segundo consumidor mundial por detrás de China, que copa el 50% del mercado) como por la Comisión Europea en busca de la ansiada recuperación económica. Pero ojo al tirón de India, con sus 1.366 millones de habitantes".

"La implicación de todo esto es que el precio del cobre va a subir. Ahora está a unos 8.000 dólares la tonelada y yo lo he conocido a 1.400 en el 2001. Y no hace tanto. Si los yacimientos se agotan y no se abren nuevos, esa cifra irá aumentando progresivamente", augura Cabal.

El cobre, omnipresente

Esta escasez y las pesimistas predicciones sobre su disponibilidad obedecen a la omnipresencia de este material. Lavadoras, neveras, televisiones, ordenadores, móviles, coches o el cableado interno de los edificios. Está por todas partes. "En una casa hay decenas de kilos de cobre. Un coche convencional, de los que funcionan con diésel o gasolina, contiene cuatro o cinco kilos, y esta cantidad se multiplica por cuatro en los vehículos eléctricos", detalla el geólogo consultor. 

"Para evitar un déficit de cobre del 25% en 2035, sería necesario abrir 25 minas del tamaño de las más grandes del planeta, algo que no es rápido ni fácil"

Es precisamente la evolución tecnológica y los nuevos estilos de vida los que están agravando esta carestía, pues la creciente fabricación de baterías o equipos electrónicos representa un uso de este mineral mucho mayor que en épocas anteriores. En Alemania, por ejemplo, el consumo de cobre por habitante se sitúa en 12,25 kilos al año, a la cabeza en Europa. Poco por detrás se hallan Corea del Sur, con 10,38, y China, 9,17, señala Sierra, delegado onubense del Colegio Oficial de Ingenieros de Minas del Sur.

Además, la imposibilidad de reciclar la mayor parte de este mineral empeora la situación. "Aproximadamente, el 70% del cobre que se ha extraído de la historia de la humanidad de la Tierra se está utilizando todavía, porque no pierde sus características como conductor con el tiempo. No podemos cogerlo de un sitio para llevarlo a otro y utilizarlo allí", ahonda Cabal.

En este sentido, las energías renovables también conllevan un incremento del uso de este material. "Antiguamente utilizábamos centrales térmicas y nucleares, que concentraban la producción en un punto y desde ahí la distribuía con una línea de cobre hasta la red nacional. Ahora las hemos sustituido por placas solares y molinos de viento, donde cada uno tiene su propia línea, que va a un punto donde se concentran todas. Así, cada kilovatio producido por renovables va a necesitar unas seis veces más de cobre", recalca.

El cobre, "el nuevo oro"

Todos estos factores acrecientan esta carestía y puede provocar que el precio "se duplique o se triplique", de acuerdo con Regueiro, que dibuja un preocupante escenario con el cobre convertido "en el nuevo oro", algo en lo que coincide Sierra. "Esto está motivando que haya robos en las calles y en las líneas ferroviarias, porque está tan caro que compensa llevárselo. Si llega un momento en que no hay y no se puede sustituir, la circulación de esos trenes puede estar parada durante meses. Imagina que no hay pan en las panaderías, habría una revolución, aquí va a pasar algo parecido", agrega el presidente del ICOG.

"Esto está motivando robos en calles y líneas ferroviarias, porque compensa llevárselo. Si llega un momento en que no hay cobre y no se puede sustituir, la circulación de esos trenes puede estar parada durante meses"

Actualmente, son muchos los agricultores víctimas de robos de cobre que no saben cómo hacer frente a esta situación, además de los que se producen en el tendido ferroviario. El pasado fin de semana, fueron detenidas doce personas y otras tres investigadas por pertenecer a una organización criminal y haber robado presuntamente más de 15 toneladas de cable en las provincias de Teruel, Zaragoza, Albacete, Madrid y Cuenca, donde se ha desarrollado la operación por parte de la Guardia Civil.

A falta de cifras de 2022, el Ministerio del Interior registró 2.365 sustracciones de cobre y materiales conductores en 2021, lo que supone un aumento del 62% con respecto al año anterior, marcado por la pandemia de covid-19. Alcanzó las cifras de 2019, que se había incrementado un 15% frente al ejercicio precedente.

Minas de cobre en España

Ante este panorama de escasez, cabe preguntarse de qué recursos dispone España para hacerle frente. En la Península, los yacimientos más abundantes de cobre se encuentran en la Faja pirítica ibérica, que, con sus 230 kilómetros de largo y sus 50 de ancho en Huelva, Sevilla y el sur de Portugal, constituye "la mayor reserva potencial de metales no férreos de la Unión Europea", apunta Sierra. Así, estas minas andaluzas permitieron facturar en 2021 4.000 millones de euros y generan 40.000 empleos directos e indirectos, incide.

Con sus 190.000 toneladas anuales, la producción de la Faja pirítica de Andalucía puede parecer "pequeña a escala mundial", en comparación con los 5,6 millones de Chile, los 2,2 de Perú y los 1,8 de China, El Congo y EE UU, respectivamente. "Sin embargo, tienen un tamaño ideal para reaccionar rápidamente a los movimientos del mercado y contribuir a que las cotizaciones se mantengan elevadas dentro de un contexto en que los inventarios de los stock físicos apenas alcanzan a satisfacer la demanda actual", valora el que ocupó puestos directivos en Minas de Riotinto, de Sotiel y Aguas Teñidas (Huelva).

Aunque las onubenses y las sevillanas son cuantitativamente las más relevantes, en el norte del país Asturias alberga un yacimiento de oro en la que también se obtiene cobre. Ahora bien, esta producción podría multiplicarse si se abriesen nuevos yacimientos en territorios como Galicia, Extremadura y Andalucía, puesto que hay unos 500 millones de toneladas de cobre sin explotar, insiste Regueiro.

Presión medioambiental

No obstante, la conciencia de que ese cobre está ahí no significa que sea fácil de extraer. Crear una mina desde cero puede tener un coste temporal de alrededor de una década, debido a la dificultad de encontrar el mineral, analizar su valor y conseguir los permisos necesarios. "Las Cruces, en Sevilla, tardó 15 años en abrirse. No sé si le puedes pedir a un inversor que espere tanto", señala el presidente del Ilustre Colegio Oficial de Geólogos.

"Se requieren muchísimas garantías ambientales y sociales. Eso supone compromisos de muchas partes y burocracia, lo que alarga los plazos"

"La tramitación de los proyectos mineros es muy lenta. El descubrimiento de un yacimiento y su valorización económica es muy complicado de realizar porque el nacimiento de cobre está a lo mejor a 600 metros bajo tierra. Además, se requieren muchísimas garantías ambientales y sociales. Eso, evidentemente, supone compromisos de muchas partes y una gran cantidad de burocracia, lo que alarga los plazos", remarca Cabal.

A la complejidad de estos procesos se suma una "enorme presión medioambiental por parte de muchísimos detractores de la actividad", de acuerdo con los expertos. "Antes ni siquiera existía una normativa a este respecto, que empezó a desarrollarse en el 82, y la minería históricamente no fue respetuosa con el entorno", reconoce. Ahora bien, destaca que las directivas europeas "de altísimo nivel" actuales hacen que sus operaciones resulten "completamente inofensivas" al contar unos "proyectos de restauración muy ambiciosos".

"Tienes que dejar el territorio como estaba o mejor. Muchas antiguas minas se han convertido en espacios de ocio. Además, en muchas ocasiones hay que depositar unos avales. A veces, te piden los permisos y luego no te dejan abrirlas. Y hay mucha hipocresía, porque tú quieres tener un móvil, un coche y una casa, pero no quieres que se abra una cantera. Hay que poner en una balanza las ventajas y los inconvenientes de alterar ese medio, que luego será restaurado", ahonda Regueiro.

En esta coyuntura, ambos geólogos llaman a un "compromiso político" para favorecer la investigación y el desarrollo de proyectos mineros, mediante la aplicación de "estrategias europeas" no aplicadas, a veces, "por el miedo al ruido de los detractores". Por eso, reclaman cambios para atajar de manera "sostenible" la carestía presente y futura de cobre

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