Borja Terán Periodista
OPINIÓN

Por qué olvidamos a los concursantes de 'La Voz'

A todos nos han ignorado alguna vez.
Laura Pausini llora en 'La Voz' tras escuchar una canción suya.
Laura Pausini llora en 'La Voz' tras escuchar una canción suya.
ANTENA 3
Laura Pausini llora en 'La Voz' tras escuchar una canción suya.

¿Cuántos ganadores de La Voz recuerdan? ¿Y de Got Talent? Hagan memoria, pero quizá tarden demasiado en venir los nombres. No se preocupen, es normal. Los talent shows basados en audiciones retransmitidas se autoproclaman como plataforma para el estrellato. Y los concursantes acuden en busca de la oportunidad que les permitirá una trayectoria en la industria del espectáculo.

Sin embargo, la realidad es tozuda. Llevarse el premio de un concurso televisivo no significa demasiado. La televisión ya no cambia la vida como antes. Menos aún en formatos como La Voz, donde no importa tanto las cualidades de los participantes como la manera en la que reaccionan los jueces al descubrir su talento. Ellos, los coaches, el jurado o cómo lo llamen, son los verdaderos protagonistas del show. Desde que no existen programas musicales en los que promocionarse cantando canciones en riguroso playback, los intérpretes se disputan estar en las sillas fijas del prime time. Es la nueva manera de visibilizarse. Incluso en este tipo de programas pueden ampliar su comunidad de fieles, pues hay tiempo para conocer y empatizar con su forma de ser, que no sale en los videoclips. La espontaneidad de los coaches es el verdadero hilo conductor del programa. No los concursantes.

A diferencia de espacios como Operación Triunfo que sustentan su éxito en el aprendizaje y evolución de unos chicos que podían ser del barrio de todos. La mecánica de La Voz es extremadamente sencilla. Te puedes incorporar en cualquier momento al programa y es imposible perderte. Las actuaciones son cortas y es fácil conocer a los aspirantes. Y cuando termina de cantar cada concursante dices: “venga, uno más”. En las 'audiciones ciegas', engancha ver si giran, no se giran o cómo se giran los coaches. Lo que atrapa es ver cuál será la reacción del jurado. Este año, Laura Pausini, Antonio Orozco, Pablo López y Luis Fonsi. La fórmula es adictiva por rápida, concreta, efectista y muy visual. Hay un sillón icónico ocupado por cantantes populares que pueden abrazar o desechar voces sin posibilidad de prejuzgar por el físico. En la segunda parte del show, en las denominadas 'batallas', no está el morbo de la silla giratoria, pero se incorpora una nueva tensión: conocer a quién de sus “apadrinados” desecha cada coach.

El centro son los jueces, sus vínculos, sus pillerías y sus emociones. Los concursantes van pasando por el escenario en un desfile sin tregua que impide al espectador retener quiénes son, conocer su esfuerzo e identificarse con su evolución fruto del aprendizaje, los ensayos y los propios consejos de los coaches. Para rellenar el prime time se necesita una larga ristra de concursantes, ni siquiera un diez por ciento podría asumir la industria española. Pero que les quiten lo cantado, pues La Voz les pone un escenario gigante para lucir e interpretar su talento en el horario de máxima audiencia de Antena 3. Aunque la cámara esté más pendiente de los guiños de Pausini a Antonio Orozco que de quién canta. A todos nos han ignorado alguna vez. Incluso a todos nos han ignorado como a un concursante de La Voz: sin que nos diéramos cuenta porque estábamos ilusionados.

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