Juan Luis Saldaña Periodista y escritor
OPINIÓN

¿Por qué nadie habla de la paz?

Soldados del ejército ruso.
Soldados del ejército ruso.
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Soldados del ejército ruso.

La palabra paz está proscrita. Parece que existe una inercia, un interés, una toma de partido para que el conflicto de Ucrania continúe. Aquél “no a la guerra” era un mensaje idealista, quizá ingenuo, pero hizo su ruido y tuvo su sentido. Ahora parece que sentarse a hablar en favor de la paz sea una actitud a favor de lo ruso. El pensamiento único empieza a ser algo más que evidente. Las fuentes de información son siempre las mismas y nadie las pone en duda. Esta inercia huele raro.

Tenemos una guerra de palabras, algo maquillada, con muertos que hace tiempo que han desaparecido de las portadas. Es una guerra real, cercana y dura, pero nos la alejan cada vez más. A los rusos que se han manifestado en contra, les han mandado una citación a filas. Los países que deberían mojarse, no lo hacen por diferentes intereses. La guerra como excusa para todo es quizá un salvoconducto demasiado tentador.

Nunca dos países con un McDonald´s han librado una guerra entre sí

No sabemos hasta dónde se va a tensar la situación. Si Rusia consigue su objetivo y Ucrania cede, parece que el resto de países mirarían hacia otro lado. En el caso de que Rusia no gane, la lucha se enquiste y no haya una salida clara, las alternativas son preocupantes. Sería un desastre y un momento demasiado tardío para sentarse en una mesa a jugar en serio una partida que algunos están dejando pasar.

El profesor de psicología de la universidad de Harvard, Steven Pinker, publicó en 2011 un libro de más de mil páginas titulado Los ángeles que llevamos dentro. Tuvo mucha repercusión. Bill Gates lo recomendó y Mark Zuckerberg lo llevó a su club de lectura. El libro analiza la violencia y los conflictos en la historia de la humanidad y llega a conclusiones optimistas sobre la evolución del ser humano en la historia.

El apartado cinco del libro de Pinker se titula “la larga paz” y el seis, “la nueva paz”. Por desgracia, hay algunos postulados que defiende el libro que se han roto con la guerra de Ucrania. Hay uno que trata sobre los efectos pacificadores del comercio y que llama la atención por su originalidad: “nunca dos países con un McDonald´s han librado una guerra entre sí”. Aunque la cadena de restaurantes se ha marchado de Rusia, lo cierto es que llevaba allí desde 1990. Pinker deberá revisar su libro y nosotros deberemos pensar si la economía global y los intereses monetarios a gran escala no son también un arma demasiado peligrosa.

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