Putin tenía un plan para Ucrania... y no funciona: los síntomas de debilidad y nerviosismo del régimen de Moscú

De momento, el plan de Putin para ganar la guerra de Ucrania no está funcionando.
De momento, el plan de Putin para ganar la guerra de Ucrania no está funcionando.
Carlos Gámez
De momento, el plan de Putin para ganar la guerra de Ucrania no está funcionando.

Putin pensaba que su invasión de Ucrania iba a ser eso que los nazis llamaban blitzkrieg, o sea, una guerra relámpago. Sus tanques cruzaron la frontera el 24 de febrero. Hoy, siete meses después, no sólo no ha logrado sus objetivos sino que ya ha perdido parte de lo conquistado.

Como respuesta a la exitosa contraofensiva lanzada por Kiev en las últimas semanas, Putin ha decidido llevar a cabo una "movilización parcial" de efectivos. El presidente ruso responsabiliza a Occidente por haber "cruzado todas las líneas rojas" frente a Rusia y movilizará a unos 300.000 hombres.

La llamada a filas denota el fracaso

"El presidente ruso no esperaba librar una guerra larga. Habiendo metido la pata en una, se ve obligado a prolongarla aún más, convirtiendo a sus propios ciudadanos en carne de cañón. Se trata de una estrategia desesperada que se basa en que un ejército ruso desmoralizado, mal coordinado y corrupto, supere la voluntad de Ucrania de luchar por su supervivencia. Esa ha sido la fórmula para humillar a las potencias intimidatorias en el pasado. Así lo está demostrando de nuevo", se lee en el editorial de The Guardian.

Pablo del Amo, coordinador de Descifrando la Guerra, le ha dicho a 20minutos que no considera la decisión de Putin como "una maniobra desesperada" sino como "una muestra de que está perdiendo la guerra". Ni relámpago ni rayo ni trueno. El plan del líder ruso no está saliendo como había previsto.

Movilización de reservistas en Rusia
Movilización de reservistas en Rusia
Henar de Pedro

Infravalorar las capacidades del enemigo

"Obviamente, Putin se equivocó gravemente al juzgar el país que estaba invadiendo. Debería haberlo sabido. En 2014, tras la anexión de Crimea, trató de tomar gran parte del este y el sur de Ucrania con una combinación de fuerzas indirectas y una intervención militar directa; pero los ucranianos organizaron una decidida defensa de su libertad e independencia, y lo han vuelto a hacer este año", escribe en Project-syndicate Carl Bildt, ex primer ministro de Suecia entre 1991 y 1994.

La fracasada toma de Kiev

El ambicioso guion de Putin incluía tomar rápidamente Kiev, la capital de Ucrania. Pero en abril, sólo dos meses después de iniciada la operación militar, el Kremlin tuvo que admitir su fracaso. Ni habían conquistado la capital ni habían derrocado a Zelenski y su gobierno. Como dice Bildt, "la retirada de las fuerzas rusas de los alrededores de la capital reveló un paisaje de destrucción gratuita y crímenes de guerra".

Los generales de Putin doblaron el mapa y se quedaron con el Sur y Este de Ucrania, es decir, las regiones fronterizas con Rusia, el teórico porqué de la guerra. De ese modo cambiaron el objetivo de sus tropas: ahora tocaba hacerse con el Donbás, los distritos de Donetsk y Luhansk y la costa del Mar Negro, al este de Odessa.

Si se traza una diagonal entre las ciudades de Odesa (en el sur), Mikolaiv, Dnipro y Jarkov (en el norte) sale una Ucrania partida en dos mitades. Rusia ha decidido luchar por quedarse con todo lo que queda al este de dicha línea imaginaria, fundamentalmente el Donbàs. Tras el repliegue de Kiev, el Ejército de Putin centra todos sus esfuerzos, hasta bombas indiscriminadas o posibles ataques con fósforo blanco, en una ofensiva envolvente que empieza por el norte, en Jarkóv, y termina en el sur, por Mariúpol, con nuevos y recientes ataques por el centro: en Dnipro.
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H. DE PEDRO

Guerra estancada y contraofensiva

Durante cinco meses, la artillería rusa ha bombardeado ciudades y pueblos ucranianos. Y lo ha hecho de manera indiscriminada, llegando los obuses también a hospitales, zonas residenciales, guarderías o centrales eléctricas (y hasta cerca de las nucleares). Pero las armas de Occidente, especialmente de Estados Unidos, en manos de los ucranianos, han servido para que tras el ruido ruso no hubiera tantas nueces. La ofensiva rusa se estancó.

Y de golpe las tornas cambian. Bajo el impulso de los misiles HIMARS enviados por Washington, Ucrania lanzó una contraofensiva el 11 de julio. El objetivo era recuperar el territorio ocupado por Rusia de los óblasts de Jersón y Zaporiyia en el sur de Ucrania. Después, en el este, lograron que Moscú perdiera el control de Izium, Balekleya y Kupiansk.

Avance de la contraofensiva de Ucrania
Avance de la contraofensiva de Ucrania
Henar de Pedro

Sanciones económicas

Cuando Putin inició su invasión, EE UU y sus aliados europeos establecieron duras sanciones económicas contra Rusia. Se trataba de debilitar la capacidad del país de financiar la guerra. Siete meses después, las sanciones están surtiendo efecto, pero menos de los esperado.

El rublo se mantiene fuerte gracias a los ingresos por materias primas, especialmente gas y petróleo. Dice el Banco de Rusia, la economía rusa se está adaptando bien a la situación, pero es que el propio FMI ha reconocido que Rusia parece estar soportando las sanciones mucho mejor de lo esperado. 

Pero el tiempo juega en contra de Moscú. En julio, analistas de la Universidad de Yale publicaron un informe que concluía que la masiva salida de empresas estaba paralizando la economía rusa. El ciudadano ruso comienza a notarlo en el alza de los precios y los ministros de Exteriores de la UE han acordado preparar nuevas sanciones.

'Winter is coming'

Frente a las sanciones económicas, Putin confiaba en hacer pasar mucho frío a los europeos. Poco a poco fue cortando el suministro de gas a Europa, con la esperanza de que un duro invierno obligara a los gobiernos europeos -presionados por sus ciudadanos y la opinión pública- a cambiar su postura en el conflicto o, al menos, a no manifestarla con el envío de armas.

Pero el chantaje energético del presidente ruso también ha fallado. Ha costado, pero los 27 han ido buscando nuevas fuentes energéticas y ahora están discutiendo sobre si es más útil el Midcat, el Corredor del gas del Sur o la vuelta a la energía nuclear. El resultado es que, en medio año, las reservas europeas de gas para el invierno ya están llenas al 84% y la dependencia del gas ruso se ha reducido del 40% al 9%.

Datos de las importaciones de gas por parte de España.
Datos de las importaciones de gas por parte de España.
Carlos Gámez

Dividir a Europa

Eran los primeros días de marzo, cuando los tanques rusos ya avanzaban por los campos de Ucrania. "Putin quiere dividir Europa", decía el presidente Volodímir Zelenski. Y no se equivocaba. El plan del presidente ruso se asentaba sobre un principio fundamental: dividir Europa, o mejor, que la invasión de Ucrania dividiera a los europeos y a sus gobernantes.

Mapa de los 27 estados de la Unión Europea.
Mapa de los 27 estados de la Unión Europea.
WIKIPEDIA/Hayden120

Putin confiaba en que no hubiera una respuesta conjunta; que la guerra agudizara las diferencias entre los 27, entre los países más atlantistas (más cercanos a EE UU) y los demás; y en que el miedo a una guerra mayor paralizara a la opinión pública en las naciones más cercanas (geográficamente hablando) a Moscú: Finlandia, Suecia, las repúblicas bálticas, Rumanía, Hungría, etc.

Pero nada de eso ha ocurrido. La guerra de Ucrania ha sido una prueba para la "unidad" de la Unión Europea y, al menos en septiembre de 2022, puede decirse que se ha superado casi con nota. Y es más, con sus delirios bélicos, Putin ha conseguido llevar al seno de la OTAN a países que históricamente habían obviado esa posibilidad para tener una mejor relación con el Kremlin. Gracias al líder ruso, hoy Suecia y Finlandia son países de la Alianza Atlántica.

Suecia y Finlandia se convierten en miembros 'de facto' de la OTAN
Suecia y Finlandia se convierten en miembros 'de facto' de la OTAN
Europa Press

Oposición interna

Y como la guerra, lejos de acabar, se alarga y se va "perdiendo", por primera vez la oposición interna rusa se ha expresado incluso en la voz de cargos electos. Este mes de septiembre, más de 80 concejales de varias ciudades rusas, entre ellas Moscú y San Petersburgo, han firmado una petición para que el presidente ruso dimita.

En respuesta, el vicepresidente de la Duma Estatal y el líder del Partido Comunista, pidieron una movilización general. Eso es (casi) lo que acaba de hacer Putin. Ha anunciado una "movilización parcial" de la población con el objetivo de "proteger Rusia, su soberanía e integridad territorial". Según el presidente ruso, los objetivos de la invasión de Ucrania "siguen sin cambios".

Cada vez más protestas

Pero la medida no hace sino alimentar la oposición de la ciudadanía rusa a la guerra de Ucrania. Pese a los riesgos que comporta protestar en un país no exactamente democrático, las calles de varias ciudades rusas se han llenado de marchas con el "no a la guerra" por bandera. La decisión de movilizar a 300.000 hombres más (reservistas) ha provocado la huida de muchos. Así, se han visto colas en varias fronteras del país y el colapso de los vuelos que salían desde Rusia con destino a Estambul, Ereván o Bakú u otros destinos que no piden visado.

Vuelos de salida de Rusia
Vuelos de salida de Rusia
Henar de Pedro

El tibio apoyo de China

Putin no ha tenido precisamente muchos apoyos en su plan de invasión de Ucrania. Pero entre el apoyo y el rechazo ha estado China y su ambigua/tibia posición. Pekín ha dicho en más de una ocasión que las preocupaciones de seguridad de Rusia por la expansión de la OTAN hacia Europa del Este son legítimas. Pero al tiempo, considera que hay que respetar la soberanía de Ucrania y hasta ha enviado a este país tres millones de euros en ayuda humanitaria.

Más allá de este conflicto, Rusia y China han reafirmado hace unos días su "asociación estratégica" global y la defensa de un modelo político y económico que no esté condicionado por las injerencias de Occidente. Ambos países reclaman su papel como "potencias mundiales responsables" y se muestran como contrapeso al proyecto de EE UU y la OTAN, que, a su vez, les señalan como los contrincantes (así se vio en la reciente cumbre atlántica en Madrid).

En Samarcanda, en el corazón de Asia y de la antigua Ruta de la Seda, Rusia y China afianzaron este jueves su alianza frente a Occidente. Sus presidentes, Vladimir Putin y Xi Jinping, se estrecharon la mano en la víspera de la cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) y el líder chino instó a Putin a liderar juntos el mundo.
Vladimir Putin y el presidente chino, Xi Jinping.
ARCHIVO

El fantasma nuclear

En realidad, agitar el fantasma nuclear sólo prueba el nerviosismo la debilidad de Putin. Cuando tienes que sacar el mayor de los órdagos es que la inseguridad, la falta de confianza en el plan inicial, te ha hecho mella.

El presidente ruso ha vuelto a recordar que Rusia, como Occidente, tiene armamento nuclear. "Aquellos que intentan chantajear a Rusia con armas nucleares deben ser conscientes de que la rosa de los vientos puede girar en su dirección", ha dicho Putin. Desde EE UU, el presidente Biden ha dicho que "una guerra nuclear no se puede ganar".

El arsenal nuclear de Rusia
El arsenal nuclear de Rusia
Carlos Gámez
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