
"Es muy muy difícil atajar el botellón en Sevilla". Tanto que esperar que desaparezca es casi una utopía y lo máximo a lo que se puede aspirar ahora mismo es a que los jóvenes que se concentran para beber en la calle molesten lo menos posible. Es la poco halagüeña conclusión de los agentes de la Policía Local de Sevilla que trabajan a pie de calle cada fin de semana enfrentándose a este problema.
Las botellonas no son ni de lejos una problemática nueva en la ciudad, pese a la aprobación en 2006 de una Ley Antibotellón en Andalucía que prohíbe esta actividad. Sin embargo, estas concentraciones sí son "cada vez más violentas". Así lo explica a 20minutos Santiago Raposo, delegado del sindicato CSIF en la Policía Local de Sevilla, que asegura que lo que antes era algo casi anecdótico, ahora se produce de manera más frecuente. "Nos reciben tirándonos vasos, hielos… Y esto ya es un problema de seguridad ciudadana".
Por ello, el sindicato insiste en reclamar al Ayuntamiento hispalense la creación de una Unidad de Intervención que apoye a los compañeros que forman parte del dispositivo especial para el control preventivo del ocio nocturno. "Ellos van con cascos y escudos protectores, algo que ya de por sí impone más respecto a los chavales" y les permite enfrentarse con más seguridad a determinadas situaciones de riesgo, continúa explicando Raposo, que recuerda que esta es una reclamación que CSIF viene realizando "desde hace mucho tiempo" sin que hasta ahora haya surtido efecto.
La necesidad de esta unidad se agudiza especialmente en las grandes concentraciones. La zona de Palmas Altas, en la zona sur de la ciudad, y la avenida Alfredo Kraus, a la altura del depósito municipal de vehículos, son los puntos más calientes, con botellones que llegan a concentrar a más de 500 jóvenes cada uno. O el que se celebra cada año en el río junto a la calle Radio Sevilla con motivo del inicio del curso universitario, y que tuvo lugar precisamente este pasado lunes.
Poner fin a esta situación no es fácil. "Intentamos disuadirlos entrando en caravana con los vehículos con las luces puestas. Pero cuando llegamos, los jóvenes salen corriendo y vuelven cuando nos hemos ido. O se van directamente a otro sitio. Es como el juego del ratón y el gato", se lamenta el delegado de CSIF en la Policía Local de la ciudad, que incide en que las concentraciones, con mayor o menor afluencia, se producen por toda la ciudad. Con el inconveniente añadido, y clave en la problemática, de que "la climatología de Sevilla hace que se pueda estar en la calle bebiendo gran parte del año".
Además de las mencionadas Palmas Altas y Alfredo Kraus, la Policía asegura que el botellón está repartido por toda la ciudad. Algunos de los puntos habituales son la explanada donde se instala el mercadillo de Alcosa. "Ahí suelen ponerse algunos coches con varias personas en cada uno, y el principal problema son las molestias que causan a los vecinos con la música", explican desde el sindicato CSIF. Los propios vecinos han denunciado también la suciedad que genera el botellón en el parque de María Luisa.
Para Raposo, "ponerle puertas al campo es imposible", por ello aboga por "prevenir desde el colegio y el instituto", porque "el problema es educacional". Y añade: "Algunos se ponen a beber y hacer ruido debajo de un hospital sin ser conscientes de que están molestando".
300 denuncias
El Ayuntamiento activó el pasado fin de semana el dispositivo especial para controlar el ocio nocturno, coincidiendo con la vuelta de los jóvenes a las aulas. Según los datos aportados este lunes por el Consistorio, este se saldó con 200 denuncias el sábado y cien el domingo por beber en la calle, además de con el precinto de tres establecimientos y otras siete denuncias por ruidos.
Este dispositivo, explica a este medio CSIF, se activa los viernes desde las 20.00 horas hasta las 3.00 ó 4.00 de la madrugada, al igual que los sábados. Y está compuesto por cuatro equipos, cada uno de ellos con un oficial al mando y dos furgones, con tres o cuatro agentes en cada uno de ellos. El sindicato lo califica como "corto" teniendo en cuenta las dimensiones de Sevilla y el ambiente que se genera los fines de semana.
Además, asegura Raposo, la cuestión no se centra tanto en el número de denuncias que se interponen, la mayoría de ellas a menores de edad, sino en "cuántas llega a cobrar el Ayuntamiento". Y, desde su punto de vista, "un 5% ya sería mucho".
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