Isabel II pidió ser enterrada con dos de sus joyas más preciadas y de gran valor sentimental

Isabel II
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JONATHAN BRADY / EFE
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Las joyas han formado parte indispensable de la vida de Isabel II hasta su reciente muerte, el pasado 8 de septiembre. Habrán pasado más de diez días cuando el próximo lunes, día 19, se celebre el funeral de Estado. Será entonces cuando por fin será enterrada y con ella, como es lógico, no irán en el féretro todas sus alhajas, sino solo dos de ellas por las que sentía predilección y que guardan para la soberana un profundo valor sentimental.

No por nada el día de su coronación hace casi 70 años llevó una corona con 42 gemas y piedras preciosas así como el cetro con el diamante blanco más grande del mundo. Pero ha pasado el tiempo y ahora es poco probable que haya pedido a sus allegados que incluyan en el ataúd más de un par de preseas y que el resto vaya a parar a la colección real.

La vida de la monarca "siempre ha versado sobre el legado de la familia real británica, tanto en el Reino Unido como en la Commonwealth. Sus joyas forman una gran parte de ese legado", ha asegurado Lisa Levinson, jefa de comunicaciones del Natural Diamond Council, en unas declaraciones al periódico Metro.

Es ella quien ha afirmado que es "muy poco probable" que la madre del nuevo rey, Carlos III de Inglaterra, sea enterrada con algo más que su "sencillo anillo de bodas de oro galés y un par de de pendientes de perlas", dos piezas que tenían un importante e incalculable valor emocional para Isabel II.

Especialmente el primero, dado que contiene diamantes extraídos de una tiara que era propiedad de Alicia de Battenberg, madre de su esposo, el príncipe Andrés, duque de Edimburgo, y que seguramente esté ahora mismo en manos de la princesa Ana, quien de hecho está siendo la encargada de acompañar el féretro de su madre en todos los viajes que está haciendo por los diferentes territorios de Reino Unido y que ahora conocerá la inscripción que tiene y que nunca desveló, dado que tampoco se lo quitaba.

Asimismo, siguió la tradición de tener anillos de compromiso de oro galés, sacado de la mina de oro de Clogau St. David antes de que se acabara. Así lo fue en el caso de la reina madre, la princesa Margarita, la princesa Ana y Diana, princesa de Gales. Para su boda, Kate Middleton extrajo el oro galés de otra pieza que el príncipe Guillermo le había regalado tras su compromiso.

Los pendientes de perlas, por su parte, han sido una constante en la vida de la reina y es difícil encontrar una imagen suya sin llevarlos en un acto oficial. El ataúd de la reina, una vez esté en Westminster Hall, estará acompañado por la Corona del Estado Imperial, la misma que usase una vez al año, en la apertura estatal del Parlamento.

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