El acoso escolar ha cambiado tras el parón impuesto por la pandemia. Así se desprende del VI Informe de Prevención del Acoso Escolar en Centros Educativos publicado este martes por las fundaciones Mutua Madrileña y ANAR. Aunque los datos del estudio revelan un descenso del 'ciberbullying', la vuelta a la presencialidad ha traído aparejado un repunte en el acoso escolar, que presenta nuevas características. En concreto, el 24,4% de los alumnos encuestados percibe que existe un caso de acoso en su clase, frente al 15,2% del curso anterior y el 34,1% de 2019. Los niveles de acosos escolar se mantienen, por tanto, por debajo de los de antes de la pandemia, pese al repunte en el último curso.

"Cada vez hay mayor conciencia y elementos de supervisión más eficaces. El acoso escolar es multicausal y por ello es igualmente difícil identificar exactamente qué influye, pero parece que las campañas tienen también su efecto positivo en mayor concienciación, aunque los casos que hay siguen siendo graves", explican a 20minutos desde la Fundación. 

El informe —elaborado junto a Mutua Madrileña— ha encuestado a 5.123 alumnos y 229 profesores, cuyos testimonios han sido recogidos en 691 talleres impartidos en 301 centros educativos de la Comunidad de Madrid, la Comunidad Valenciana, Castilla y León, Baleares y Canarias entre septiembre de 2021 y junio de 2022. Y uno de sus datos más preocupantes es un incremento notable de las agresiones grupales en los últimos años: tres de cada cuatro casos (el 72,6%) de acoso escolar detectados en 2022 se produjeron por dos o más agresores (frente al 43,7% en 2018 y 2019).

Desde la Fundación ANAR, una ONG dedicada a ayudar a niños y adolescentes en riesgo, aseguran que la vuelta a la normalidad tras el parón de la pandemia "ha influido en la percepción de la incidencia del acoso escolar y el ciberbullying y en las formas en las que estas agresiones se llevan a cabo".

Más agresiones mentales que físicas 

Uno de los principales cambios con respecto a 2019 se da en el tipo de agresiones. La agresión ya no es tan física, sino que ataca al bienestar emocional de la víctima y la fórmula más común ahora son los insultos, motes y burlas, presentes en el 89,5% de los casos. En cambio, el resto de formas de meterse con la víctima se han reducido; los golpes y patadas han pasado de producirse en el 38% de los casos en el curso 2020/21 al 31% en el estudio actual. También destacan el aislamiento (41,7%) y la difusión de rumores (31,8%).

En esa línea, el aspecto físico es el principal motor de los acosadores para meterse con la víctima (56,5%), así como las cosas que esta hace o dice (53,6%). Otro de los motivos principales por los que se produce el aspecto escolar, aunque menos frecuente, son las buenas notas que pueda sacar la víctima (20,7%) o el hecho de que el agresor sea agresivo (20,2%). 

Baja el ciberbullying

Una "buena noticia" que destaca la Fundación es que la percepción de la incidencia del ciberbullying ha bajado respecto a los informes anteriores. Un 8,2% de los alumnos encuestados asegura que hay alguien en su clase que es víctima de acoso por Internet (redes sociales, mensajería instantánea, etc.). El curso pasado, ese porcentaje era de 16 puntos porcentuales más. 

Ahora bien, aunque Whatsapp sigue siendo el principal medio por el que se produce el ciberbullying (67%), este último curso han entrado en escena "con fuerza" otras redes sociales.Es el caso de Instagram (53,1%) y TikTok (48,6%). Además, los alumnos de primaria también mencionan los juegos online, Twitch y Facebook como espacios en los que se produce ciberacoso. Al igual que ocurre con el acoso escolar en general, las situaciones de ciberacoso afectan mayoritariamente a una única persona y en el 85,2% de los casos los acosadores son compañeros conocidos del centro escolar, la mayoría de la misma clase.

Uno de cada cuatro ha sido partícipe sin darse cuenta

Otro dato relevante es el que se desprende de la percepción que tienen ellos mismos sobre su posible participación en un caso de bullying. Uno de cada cuatro alumnos reconoce que ha podido participar en una situación de bullying o ciberbullying "sin darse cuenta", lo que supone un porcentaje 2,6 puntos más alto que en las dos series anteriores. 

Para la Fundación es "llamativo" que casi la mitad (45,4%) de los chicos y chicas perciba que su profesor no hace nada y hasta el 61,7% que su colegio no hizo nada para evitarlo o frenarlo. 

Preguntados directamente, los profesores aseguran que suelen enterarse de las situaciones de acoso escolar, sobre todo a través de compañeros, de la familia o del propio afectado; más que por ellos mismos. En opinión del profesorado, como aspectos bastante o muy decisivos para que se produzca el acoso escolar están el uso indebido de las nuevas tecnologías y redes sociales (95,2%), la presión del grupo de amigos (94,3%), la falta de respeto a las diferencias (93%), la falta de una gestión emocional adecuada en los niños, niñas y adolescentes para resolver conflictos (92,1%) y la normalización de la violencia (91,3%).

Los agresores son vistos por los profesores como personas que tienen sentimiento de superioridad (76,7%) y con falta de habilidades sociales (73,5%). Además, en primaria destacan los problemas psicológicos del agresor (inseguridad, baja autoestima, frustración, miedo al rechazo…) como el motivo más frecuente (55,6%).

En cuanto a las posibles acciones que proponen para paliar con este tipo de agresiones, los docentes plantean una mayor involucración de las familias y que presten atención a sus hijos. Creen igual de conveniente que se aseguren de que los niños y niñas hacen un buen uso de las nuevas tecnologías, seguido de una educación en valores. También consideran efectiva la intervención de profesionales especializados y que los profesores cuenten con una formación que les guíe a la hora de intervenir y prevenir casos de acoso.