Sarah Morris Corresponsal británica en España
OPINIÓN

La reina que se ganó la admiración de los británicos

Combo de imágenes de la reina Isabel II de Inglaterra durante el cierre del Jubileo de Platino, y convertida en holograma durante un paseo en carroza.
Isabel II de Inglaterra durante el cierre del Jubileo de Platino
GTRES
Combo de imágenes de la reina Isabel II de Inglaterra durante el cierre del Jubileo de Platino, y convertida en holograma durante un paseo en carroza.

Fue un acto bastante característico de la reina Isabel II: a pesar de haber aguantado 96 años, 70 años de reinado y 14 primeros ministros, hizo un último esfuerzo para recibir a un decimoquinto líder el pasado martes, permitiendo un tranquilo traspaso de poder a Liz Truss. 

Ese acto en Escocia mostraba la foto de las dos Elizabeth juntas, la última imagen de la Liz real, ejerciendo sus funciones, su deber, que siempre cumplía, incluso sacrificando su vida personal y sus relaciones familiares, como nos mostraban las representaciones de ella en pantalla, cómo en The Crown, por ejemplo.

La Reina Isabel representaba algo de estabilidad, continuidad y, finalmente, seriedad

A los británicos, su muerte justo después de aquella ceremonia tan tranquila nos ha supuesto un shock con independencia de la tendencia política. La población siempre la veía llevando lo mismo, sus jerseys, sus trajes con colores pastel, los sombreros, dando el discurso de Navidad, aburridísimo en comparación con sus nueras, pero siempre allí. Cuando superó el récord de la Reina Victoria en 2015 nos parecía invencible, incluso cuando no pudo asistir a todas las celebraciones de su reciente Jubileo Platino por "una movilidad reducida".

No ayuda que perdemos a la abuela de la patria en un momento en que la sociedad se enfrenta a una crisis monumental y sigue tremendamente polarizada después del Brexit, viviendo todavía un tumulto político por los escándalos de Boris Johnson que ha terminado en nuestro cuatro premier de los últimos seis años. La Reina Isabel representaba algo de estabilidad, continuidad y, finalmente, seriedad. "Por encima de los enfrentamientos políticos, ella representaba, no las peleas de la nación, sino lo que nos unía,” dijo el líder de la oposición Keir Starmer después de su muerte.

Es cierto que la sociedad británica no siempre ha querido a la monarca. Cuando Diana murió, el Palacio de Buckingham no bajó la bandera británica y la mayoría de la población la veía cómo fría. Solamente el 38% pensaba que la monarquía podía sobrevivir. Desde entonces ha vivido una clara remontada en la opinión pública en buena parte gracias a la ayuda de Tony Blair y de las obras de ficción que recordaban sus actos amables durante los muchos años de su reino. La generación de los mayores recuerda sobre todo cómo durante la Segunda Guerra Mundial se apuntó al esfuerzo de la guerra, aprendiendo a conducir y arreglando vehículos militares, un acto raro para las mujeres entonces y sorprendente para miembros de la familia real.

Su hijo Carlos III es muy distinto de su madre y nadie espera que vaya a guardar siempre el silencio real de su madre

Su hijo Carlos III es muy distinto de su madre y nadie espera que vaya a guardar siempre el silencio real de su madre, que nunca dio opiniones que podrían interpretarse cómo lo más mínimamente políticas. Fin de una época.

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