Las mujeres israelíes, obligadas a sentarse detrás en los autobuses ultraortodoxos

  • Un movimiento ciudadano pide el final de esta práctica.
  • Hay alrededor de 90 líneas ultraortodoxas en Israel.
  • Las que no acatan la norma son insultadas e, incluso, agredidas.
Judíos ortodoxos protestan durante una manifestación en Israel.
Judíos ortodoxos protestan durante una manifestación en Israel.
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Judíos ortodoxos protestan durante una manifestación en Israel.

Asociaciones feministas, intelectuales y rabinos reformistas han iniciado una cruzada en Israel contra los cada vez más numerosos "autobuses kosher", en los que las mujeres son obligadas a sentarse en la parte de atrás.

Mientras se multiplican las voces que cuestionan que un estado democrático financie ese tipo de discriminación, un comité especial designado por el Ministerio de Transportes debate una solución al conflicto, al que deberá dar respuesta antes de que finalice el mes.

Medio centenar de personalidades israelíes se han unido a las ONG de mujeres para firmar un comunicado que pide la desaparición de los autocares segregados, destinados en principio a los ultraortodoxos pero que pertenecen a la red de transporte público y, por tanto, pueden ser utilizados por cualquier ciudadano o ciudadana.

"Estamos siendo testigos de un fenómeno complicado: en las líneas para la población haredí (ultraortodoxa) las mujeres son obligadas a sentarse en la parte trasera del autobús", reza el escrito, que añade que las que "se niegan a estos requerimientos son víctimas incluso de ataques físicos por parte de los viajeros".

Defensa de la igualdad

Hace cinco años, cuando empezó el fenómeno de los "autobuses kosher", el Centro de Israel para la Acción Religiosa (IRAC), que pertenece al judaísmo reformista y defiende la igualdad entre hombres y mujeres, llevó la cuestión ante los tribunales.

Desde entonces, las líneas segregadas han crecido hasta superar el número de 90 en todo el país, "muchas de las cuales viajan a localidades que no son residencia exclusiva de ultraortodoxos, como las que comunican las ciudades de Tzfat o Arad con Jerusalén", dijo Anat Hofman, directora de la organización.

"El papel del conductor en estos autobuses es clave", señala Hofman, que explica que si una mujer no se sienta detrás, el chófer la gritará, como poco, 'Jasufa' (fresca) y le dirá cosas como: "¡Fresca!, vete atrás, que así es como funciona aquí. Si no te gusta te vas a otro autobús".

Además, ocurre a menudo que si no queda sitio en la parte de atrás y hay alguna mujer esperando en la parada, el autocar pasa de largo y no se detiene, sea cual sea la creencia religiosa de la pasajera.

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