Con más de un mes de retraso para instalar medidas de seguridad, los alumnos regresan recelosos a sus clases este martes en Uvalde, la ciudad de Texas (EE UU) donde el 24 de mayo pasado un joven de 18 años, Salvador Ramos, irrumpió en la Escuela Primaria Robb, y mató a tiros a 19 estudiantes y dos maestras.

La escuela Robb ha sido cerrada definitivamente a raíz de la tragedia, y sus alumnos irán desde ahora a otras dos escuelas mientras tratan de recuperar un sentido de normalidad.

La estudiante Nikki Cross, que perdió a un amigo en la matanza, dijo a la emisora de televisión KHOU sentirse "muy nerviosa y asustada" al regresar a clases.

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Durante la pausa del verano, el Distrito Escolar Independiente y Consolidado de Uvalde (CISD) colaboró con la Agencia de Educación de Texas para realizar un diagnóstico de seguridad, el cual condujo a diversos cambios que incluyen elevadas cercas alrededor de los patios, nuevas cámaras de vigilancia y patrullaje policial de 6 a.m. a 6 p.m.

Pero para los familiares de las víctimas las medidas parecen insuficientes.

"Todo eso no va a hacer que la gente se sienta segura. Pueden contratar a 10 o 15 policías y no habrá diferencia. La gente no se siente segura en Uvalde", dijo Vincent Salazar, abuelo de una de las víctimas, a KHOU.

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A lo largo de todo el verano las familias exigieron cuentas a las autoridades por su deficiente respuesta al tiroteo, lo que derivó en la destitución del jefe de policía del distrito escolar, Pete Arredondo.

El informe de un comité de la Cámara de Representantes de Texas determinó que casi 400 agentes federales, estatales y locales acudieron a la Primaria Robb en respuesta al tiroteo pero tardaron más de una hora en enfrentarse a Ramos, quien finalmente fue abatido por agentes federales.