La difícil tarea de cumplir la ley de ahorro energético en comercios y hostelería: "Si lo pongo a 27, el local no baja de 30 grados"

El abanico, necesario también ahora dentro de comercios y hoteles.
El abanico, necesario también ahora dentro de comercios y hoteles.
EFE
El abanico, necesario también ahora dentro de comercios y hoteles.
Este miércoles entran en vigor las primeras medidas del decreto de ahorro energético. Entre ellas la limitación de la temperatura del aire acondicionado a 27 grados. La restricción afecta a edificios administrativos, comercios y grandes almacenes, espacios culturales, restauración, hoteles, cines y edificios dedicados al transporte de viajeros, como aeropuertos y estaciones. En el centro de Madrid, una visita a comerciantes y hosteleros permite comprobar que hay conocimiento de la norma y voluntad de cumplirla, pese a que no está resultando fácil. La mayoría pide flexibilidad, que se mida la temperatura real de sus locales y no la que marcan los aparatos, pues no siempre coinciden.

"El aparato del aire acondicionado no enfría lo que marca. Tenemos que ponerlo a un poco menos de 27 grados, porque cada vez que se abre la puerta nos entran 37 grados desde la calle". Alba, encargada de un supermercado de tamaño mediano en el centro de Madrid, resume la principal dificultad que están encontrando comerciantes y hosteleros para cumplir desde el primer día el decreto de ahorro energético. 

En una farmacia dentro de la estación de Atocha han colgado este miércoles un afiche en el que se explica a los clientes que, debido a la actual crisis energética, el Gobierno obliga a que el termostato en verano no baje de una temperatura de 27 grados. El farmacéutico que atiende reconoce que, en efecto, desde hoy su aparato de aire acondicionado marca 27 grados, pero el local no baja de 30. "Es que no es igual ponerlo a 27 si fuera hace 30 grados que cuando hace 45", defiende.  

Su clienta Rosa Magdalena, turista estadounidense de 45 años, que busca medicamentos en la farmacia, le da la razón y se queja del calor y de la norma que entra en vigor. "El calor es extremo. En Madrid no se puede dormir estos días, no se descansa. Entras a los locales para refrescarte y no lo consigues. No pueden jugar con nuestra salud", se lamenta.

Sin embargo, la decena de comerciantes y hosteleros del centro consultados por 20minutos en el primer día del decreto demuestra que hay una voluntad unánime de cumplir la ley, principalmente porque así se consigue ahorrar en la factura, pero piden tiempo para adaptarse y flexibilidad cuando haya olas de calor. Sobre todo, en aquellos establecimientos en donde los trabajadores no dejan de moverse. 

Y plantean, de manera generalizada, que los inspectores tengan en cuenta la temperatura ambiental y no el número que marca el termostato.

Cartel en una farmacia que informa del termostato a 27 grados.
Cartel en una farmacia que informa del termostato a 27 grados.
José González

En una perfumería del pasillo hacia Cercanías, en Atocha, la encargada, Almudena, explica que en su establecimiento no tienen problemas para sincronizar la temperatura del local y la del termostato. Sin embargo, en la otra tienda que regentan en el Jardín Tropical, debido a la humedad, "si ponemos el aire a 27 grados se está a 35 grados".

En El Brillante, el clásico bar de bocatas de calamares frente a la estación, no van a tener el problema del termostato: no tienen aire acondicionado. José, el encargado de la mañana, explica que llevan el verano más caluroso de la historia reciente apañándose con media docena de grandes ventiladores que cuelgan del techo. 

Los 38 camareros que allí trajinan están tan atareados que ni sufren el calor. "De momento vamos tirando. Por la mañana hay tanto jaleo que no da tiempo ni de sentir el calor. Y los clientes no dejan de entrar ni se quejan. Si falta aire, pues abanico y listo", dice el responsable de este castizo bar.

Los que están teniendo un día de locos, ajenos a las peleas políticas sobre el decreto y a las tertulias, son los encargados del mantenimiento en los hoteles del centro. Tienen que topar la temperatura mínima y resetear los sistemas para cumplir con el Plan de choque de ahorro y gestión energética en climatización.

De normal, una habitación de hotel en un establecimiento céntrico de Madrid puede bajarse manualmente hasta 21 grados, convirtiendo el cuarto en un oasis en medio del asfalto que pisa el turista. Pero eso ha cambiado hoy. Ya no se siente ni el golpe de frío al entrar en la recepción y las clientas agitan con vigor sus abanicos. 

El dueño de un establecimiento de Loterías y Apuestas de la calle Atocha, José Luis, parece el más conforme con la regulación del tope del aire acondicionado impuesto por decreto. Su establecimiento tiene la puerta abierta y no se nota nada de frescor al entrar. "Aquí ya lo veníamos cumpliendo casi todo el verano, porque así no nos enfermamos de la garganta", dice. Más le preocupa cómo acatar el tope de invierno, cuando la calefacción no pueda subir de 19 grados. "Habrá que abrigarse más, eso seguro, a ver cómo lo hacemos. Esa es otra historia".

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