Borja Terán Periodista
OPINIÓN

Los otros problemas reales que esconde la polémica campaña del Ministerio de Igualdad

Campaña del Ministerio de Igualdad por la diversidad de cuerpos en las mujeres
Campaña del Ministerio de Igualdad por la diversidad de cuerpos en las mujeres
MINISTERIO DE IGUALDAD
Campaña del Ministerio de Igualdad por la diversidad de cuerpos en las mujeres
La campaña del verano va camino de ser la campaña del año.
Atlas

Estamos entrando en la sociedad del replicante, donde todo se calca y los derechos de autor se corrompen. Incluso las imágenes que compartimos en nuestros perfiles personales se aprovechan por otros sin pedir consentimiento. Pero no, colgar una foto en Instagram no significa que se la regales a todo el mundo. Tu imagen sigue siendo tuya.

El propio Ministerio de Igualdad ha sufrido este depredador modus operandi que devalúa los derechos de autor e imagen y que sin embargo se está naturalizando en tiempos de TikTok. Esta pasada semana, se lanzó un cartel para visibilizar que todos los cuerpos son válidos en la playa. Lo habán visto: en la imagen, una ilustración con varias mujeres que rompen algunos estereotipos físicos disfrutando del verano. Podría ser un retrato de las playas de España, donde siempre se ven todo tipo de cuerpos con la llaneza de intentar celebrar la vida.

Y la polémica no tardó en surgir, claro. Se estaban utilizando imágenes sin derechos. La modelo británica Nyome Nicholas denunció que nadie le había pedido consentimiento.  Lo mismo sucedió con la modelo Juliet FitzPatrick, la fotógrafa Ami Barwell y la modelo británica Sian Green-Lord a la que encima se manipuló su cuerpo para eliminar su prótesis en la pierna y se le plantó una pierna "normativa".  ¿Un cartel para visibilizar la diversidad en el que se esconde a las personas con discapacidad? 

Quizá se quitó la prótesis de la ilustración para que no cantara tanto que era Sian Green-Lord y que nadie le estaba pagando por utilizar su imagen. Como si no se notara que el dibujo era un calco de una carismática fotografía suya... De no ser así, todavía peor: no venía bien una prótesis en la postal de alegría playera. Todo mal. 

Pero no nos quedemos en la polémica superficial. Porque, al final, esta campaña para desmontar prejuicios ha terminado evidenciando, sin pretenderlo, relevantes y peligrosas vulnerabilidades que siguen creciendo, y muy rápido, en la sociedad que estamos construyendo.

Primero, la normalización de la utilización de imágenes sin consentimiento y la manera en la que sus autores se quedan indefensos cuando se reproduce su obra sin pedir permiso. Para qué. Hasta en campañas públicas.  En vez de ir por la vía profesional, este cartel se encargó legítimamente a @ArteMapache, un perfil reivindicativo en Twitter e Instagram que ni siquiera adquirió la tipografía que se utiliza en la campaña. Lo que delata cómo las formas de uso de las redes sociales hacen que los derechos de autor salten por los aires, mientras los usuarios interiorizan que es normal coger prestado. Así se plagia o se copia refugiándose en un retorcimiento de la palabra "inspiración".  Cuidado: inspirar no es sinónimo de calcar, deformar o amputar una obra original. Hay que proteger los derechos de autor e imagen o tendremos un problema porque los replicantes empiezan a fagocitar el trabajo de los creadores. Y hasta se aplaude. Los valores éticos se adulteran, la cultura se hace más frágil.

Segundo, en tiempos de postureo viral, en realidad, no aprendemos de la diversidad verdadera, pues es evidente que las personas con discapacidad no están recibiendo la representatividad igualitaria que necesitan desde las instituciones públicas, que incluso las invisibilizan de campañas como esta en la que, si nos fijamos bien, se acude a una conservadora belleza clásica que entra en los cánones de "guapa" dentro de la propia pluralidad de cuerpos. Paradojas. Y cuando se visibiliza a las personas con discapacidad se suele hacer desde una tóxica condescendencia. Tal vez deberíamos mirar más la convivencia diaria de la sociedad en esas playas españolas hasta arriba de cuerpos diversos y menos a la felicidad falsa de los influencers de Instagram y TikTok, que luego la queremos reproducir y pasa lo que pasa.

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