Cómo se relaciona la intolerancia a la lactosa con la evolución humana

Los lácteos son grandes aliados para los huesos, ayudan a controlar la presión arterial y son muy saludables, por lo que son bienvenidos en cualquier dieta diaria. Tanto quesos, como leche o yogures son muy recomendables.
Intolerancias a la lactosa
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Los lácteos son grandes aliados para los huesos, ayudan a controlar la presión arterial y son muy saludables, por lo que son bienvenidos en cualquier dieta diaria. Tanto quesos, como leche o yogures son muy recomendables.

La intolerancia a la lactosa aparece cuando existe una deficiencia en la enzima producida en el intestino delgado conocida como lactasa, por lo que el aparato digestivo es incapaz de digerirla y provoca dolor abdominal, hinchazón, gases, diarrea e incluso vómitos. Unos síntomas que suelen aparecer en aquellas personas con intolerancia tras consumir alimentos como la leche, los yogures o la nata, entre otros.

Este azúcar (lactosa) se forma por la combinación de glucosa y galactosa. Pero, ¿cómo ha evolucionado nuestra capacidad para consumir leche y otros lácteos no fermentados a lo largo de la historia? ¿Por qué los seres humanos se hicieron tolerantes a la lactosa?

¿Cómo era el consumo de leche?

Sí es cierto que las civilizaciones prehistóricas de Europa ingerían leche y lácteos miles de años antes de que los seres humanos desarrollarán el rasgo genético por el que pueden digerir la lactosa. Pero, ¿por qué?

Una nueva investigación dirigida por un equipo de la Universidad de Bristol y de la University College de Londres (Reino Unido), publicada en la revista 'Nature', ha trazado un mapa de los patrones prehistóricos del consumo de leche durante los últimos 9.000 años, ofreciendo nuevos conocimientos sobre el consumo de leche y la evolución de la tolerancia a la lactosa.

Hasta ahora se creía que la tolerancia a la lactosa surgió porque permitía a las personas consumir más leche y productos lácteos. "Pero esta nueva investigación muestra que la hambruna y la exposición a enfermedades infecciosas explican mejor la evolución de nuestra capacidad para consumir leche y otros productos lácteos no fermentados", detallan en un comunicado.

"Un tercio de los adultos son persistentes en lactasa"

"Cuando nuestros antepasados comenzaron a vivir en asentamientos más grandes, su salud se vio cada vez más afectada por un saneamiento deficiente y una mayor carga de patógenos. Bajo tales condiciones, más aún durante tiempos de hambruna, consumir leche habría aumentado las tasas de mortalidad, particularmente entre aquellos que no pueden digerir la lactosa en la leche. Aquellos que podían digerir la lactosa tenían más probabilidades de transmitir sus genes que les permitían beber leche de manera segura", detalla el autor principal, el profesor Mark Thomas (UCL Genetics, Evolution & Environment).

Aunque actualmente la mayoría de personas adultas europeas pueden ingerir leche sin molestias intestinales, dos tercios de los adultos hoy y prácticamente toda la población de hace 5.000 años sí padecían problemas digestivos al ingerir demasiada leche. Esto ocurre porque necesitamos producir lactasa, algo que casi todos los bebés producen, pero que va disminuyendo esta capacidad entre el destete y la adolescencia.

 "Sin embargo, un rasgo genético llamado persistencia de la lactasa ha evolucionado varias veces durante los últimos 10 000 años y se ha extendido en varias poblaciones de consumidores de leche en Europa, Asia central y meridional, Oriente Medio y África. Hoy en día, alrededor de un tercio de los adultos en el mundo son persistentes en lactasa", añade el profesor George Davey Smith, director de la Unidad de Epidemiología Integrativa MRC de la Universidad de Bristol y coautor del estudio.

Cuáles han sido los hallazgos

Los investigadores han demostrado que el rasgo genético de persistencia de la lactasa no era común hasta aproximadamente el año 1000 a. C., casi 4000 años después de que se detectó por primera vez alrededor del 4700-4600 a. C.

Para saber cómo ha evolucionado la persistencia de la lactosa, el profesor Richard Evershed, líder del estudio de la Escuela de Química de Bristol, ha llevado a cabo una recopilación de datos de casi 7.000 residuos orgánicos de grasa animal de fragmentos de cerámica de más de 500 sitios arqueológicos para saber cuándo y dónde la población consumía leche.

Los hallazgos muestran que la leche se utilizó en la prehistoria europea, hace casi 9.000 años, pero aumentó y disminuyó en diferentes regiones en diferentes momentos.

"Nuestros hallazgos muestran que el uso de la leche estuvo muy extendido en Europa durante al menos 9.000 años, y los humanos sanos, incluso aquellos que no son persistentes con la lactasa, podrían consumir leche felizmente sin enfermarse", detalla el profesor George Davey Smith. No obstante, el consumo de leche en individuos sin lactasa persistente "conduce a una alta concentración de lactosa en el intestino, lo que puede llevar líquido al colon, y la deshidratación puede resultar cuando esto se combina con la enfermedad diarreica".

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