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Pilar Alegría, la ministra de formas tranquilas que se convierte en la voz del socialismo

Ilustración de la ministra de Educación y nueva portavoz de la Ejecutiva Federal del PSOE
Ilustración de la ministra de Educación y nueva portavoz de la Ejecutiva Federal del PSOE
Ilustración de la ministra de Educación y nueva portavoz de la Ejecutiva Federal del PSOE

"Pedro Sánchez es el capitán del equipo y el resto somos los jugadores". Así le explicó Pilar Alegría a su hijo su marcha a Madrid para hacerse cargo de la cartera de Educación. Licenciada en Magisterio, consejera aragonesa de Universidad -entre otros cargos- y ahora responsable de la Educación del país, está acostumbrada a un sector donde hay que tratar de ser lo más didáctica posible. Ahora, tendrá que tirar de otras analogías para poder trasladar los intríngulis del PSOE como nueva portavoz de la Ejecutiva Federal… y para que su pequeño entienda sus nuevas responsabilidades.

Para el resto de los ciudadanos, la persona que a partir de ahora dará la cara por el PSOE nacional también tirará de pedagogía. Alegría hace honor a su apellido y es una política de formas tranquilas que siempre ha tratado de mantenerse alejada de gritos y polémicas. De hecho, desde su llegada a un ministerio que siempre ha suscitado reacciones contrapuestas y en el que ha tenido que desarrollar una ley heredada de su antecesora, se ha rebajado el nivel de crispación. Lo que no quita para que, en algunas de sus últimas intervenciones en el Congreso, haya sacado la rasmia, un término utilizado en su Aragón natal para definir el empuje y el tesón, a la hora de defender sus postulados.

Nacida en Zaragoza en 1977, cuenta casi siempre que tiene oportunidad que es mujer de pueblo, del pequeño La Zaida, donde estudió en una escuela rural y donde sigue en contacto con aquellos amigos de la infancia, de todo signo político. Pero ella sí tiene claro su posicionamiento. Ya en 2008, poco después de cumplir los 30, se convirtió en una de las diputadas más jóvenes del Congreso de los Diputados. Y aunque ahora acceda a la portavocía, su experiencia en lo orgánico no es nueva: ya perteneció a la Ejecutiva Federal de su partido en 2011, en la época de José Luis Rodríguez Zapatero, donde estuvo implicada, precisamente, en tareas educativas… pero también de organización. Aunque es obvia la sintonía que le une a Pedro Sánchez, formó parte de la candidatura de Susana Díaz en las primarias que le enfrentaron con el presidente para hacerse con la secretaría general del partido.

Finalizada su experiencia como diputada, en 2015 se convirtió en consejera de Innovación, Investigación y Universidad del Gobierno de Aragón, liderado por el socialista Javier Lambán. De la política autonómica pasó entonces a la municipal, como cabeza de lista del PSOE a la Alcaldía de Zaragoza, donde logró cerrar una lista de su agrado con el apoyo de Ferraz. Aunque ganó las elecciones, el bloque de la derecha pudo gobernar en la ciudad. Su periplo como jefa de la oposición duró poco: en menos de un año, Pedro Sánchez confió en ella para ponerse al frente de la Delegación del Gobierno en Aragón.

Tras año y medio en el cargo, el líder del PSOE volvió a ponerse en contacto con ella para ofrecerle el Ministerio de Educación y FP, desde el que ha tenido que aplicar la nueva ley educativa poniendo en marcha los nuevos currículos, afrontar la digitalización de los centros e impulsar la Formación Profesional. Aunque reconoce que las tareas ministeriales no le dejan excesivo hueco para el ocio, a Alegría le gusta tomarse algo con los amigos y ver series. Hoy, se le pone más complicado el tiempo libre.  Después de muchos años en el terreno de juego en distintas posiciones, su capitán la coloca ahora como la voz de la nueva Ejecutiva socialista, en el partido que Pedro Sánchez libra para rearmar al PSOE de cara a las citas electorales de 2023.

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