Talento español para reforzar la soberanía espacial europea con el cohete Vega-C: "No podemos depender de otras potencias"

El lanzador Vega-C antes de su vuelo inaugural.
El lanzador Vega-C antes de su vuelo inaugural.
ESA / S MARTIN
El lanzador Vega-C antes de su vuelo inaugural.

Cuando el astrofísico Arthur Eddington encumbró al Olimpo de la ciencia a Albert Einstein en 1919, al decir que había obtenido "el resultado más importante desde los días de Newton", la teoría de la relatividad acababa de ver la luz. Desde entonces, se han sucedido los experimentos para tratar de demostrarla y, ahora, la Agencia Espacial Italiana (ASI) ha mandado una misión más allá de las fronteras del globo para probar uno de sus postulados. Sin embargo, no solo el resultado será importante, sino también el método empleado para enviarla

El satélite Lares 2, que permitirá poner a prueba la teoría del físico alemán, alcanzó su órbita el pasado miércoles gracias al primer cohete Vega-C, lanzado por la Agencia Espacial Europea (ESA) desde el puerto que este organismo posee en Kurú, en la Guayana Francesa. En este vuelo inaugural, esta joya de la ingeniería, desarrollada en parte por Airbus en España, ha transportado también seis satélites de investigación de menor tamaño (CubeSats) de Francia, Italia y Eslovenia como cargas útiles secundarias.

La importancia de este cohete, que incorpora mejoras tecnológicas y aumenta la capacidad respecto a su versión anterior (Vega), radica en el incremento de la demanda de servicios satelitales precisos por parte del sector público y privado, pero sobre todo en su capacidad para garantizar la soberanía europea para acceder al espacio. Así lo explican a 20minutos Jesús Ortiz, manager de producto y autoridad técnica del Vega-C de Airbus en la sede de Tres Cantos, y Virginia Roldán, jefa de programa dentro de la implicación de la compañía francesa en el nuevo cohete.

¿Qué es el Vega-C?

El Vega-C se trata de un cohete de 35 metros de altura desarrollado por la ESA, cuya principal aplicación es el lanzamiento de satélites pequeños y medianos a órbitas bajas, donde operan habitualmente para observar y monitorizar la Tierra con distintos objetivos, muchos de ellos de investigación o de telecomunicaciones, según explica Ortiz. Este dispositivo posee una ventaja crucial respecto a su predecesor: el incremento de la capacidad de carga. "Pasa de 1.500 a 2.200 kilos para una órbita de referencia de 700 kilómetros heliosíncrona, lo que significa un aumento del 50%", detalla.

"Además, la cofia (la punta característica de los cohetes) tiene mayor volumen, lo que permite alojar satélites más grandes. Todo esto sin un incremento del gasto respecto a Vega, con lo que se consigue un lanzador más potente al mismo coste", ahonda. Y en la misma línea se expresa Roldán, que habla de un proyecto basado en la filosofía design to cost: "Tenemos un mejor cohete con mayor capacidad y optimizado a los precios de mercado, que han empezado a ser muy competitivos por la entrada en escena de compañías privadas, como SpaceX". 

Además, el cohete dispone de un sistema de motores capaces de activar hasta cinco propulsiones durante su vuelo, lo que hace posible liberar los satélites transportados en niveles de órbita distintos. El último de estos encendidos del Vega-C, destaca el manager de producto, sirve para poner en trayectoria de reentrada la cuarta etapa del lanzador, de forma que se desintegre en la atmósfera y no deje basura espacial, que puede ser peligrosa para otros satélites.

Tecnología marca España

Algunas de las partes de este ingenio de la técnica se han gestado en las sedes de Airbus en España. Así, en las instalaciones que la empresa gala posee en Barajas, han desarrollado el Avum+: la cuarta etapa del cohete, ubicada justo debajo de la que transporta los satélites y que contiene "diversos controles de vuelo y de chequeo del lanzador". "Aparte, lleva un motor que sitúa la carga en la posición correcta antes de ponerla en órbita", describe Roldán. 

"Tenemos un mejor cohete con mayor capacidad y optimizado a los precios de mercado, que han empezado a ser muy competitivos por la entrada en escena de compañías privadas, como SpaceX"

Respecto a su versión anterior (el Avum), con el nuevo diseño se aumenta la potencia y se aligera el peso, ya que algunas estructuras que antes eran metálicas ahora se fabrican en fibra de carbono. "Se emplea la tecnología más puntera, gracias a que en Airbus en Barajas somos centro de excelencia de materiales compuestos desde hace mucho tiempo. Hemos aprovechado esa experiencia para mejorar las características de este producto", añade.

Durante este periodo, más allá de las complicaciones técnicas del proyecto, en la sede de Barajas tuvieron que afrontar algunas dificultades adicionales derivadas de la pandemia. No solo el teletrabajo y los problemas de transporte de mercancías propios del confinamiento supusieron un reto para estos trabajadores, sino que tuvieron que afrontar la pérdida por COVID del entonces jefe del programa, Jorge Ávila, al que Roldán rinde un emocionado recuerdo: "Fue duro en ese momento por la tragedia que sufrimos y también por las circunstancias. Todos nos hemos acordado muchísimo de él en este vuelo, porque desarrolló el producto".

Por su parte, en las instalaciones de Tres Cantos, realizan todo el cableado de la etapa superior y el "producto estrella" para Vega-C: la unidad multifuncional (MFU, por sus siglas en inglés), que es un equipo electrónico con funciones claves para el lanzador. "Se ha diseñado y construido con componentes comerciales, lo que supone un salto tecnológico respecto a lo que se suele hacer en el espacio. Asimismo, se emplea soldadura sin plomo para ser más ecosostenibles, con lo que nos adelantamos a las legislaciones futuras donde se prohibirá este material", profundiza Ortiz.

"Esta MFU se encarga de toda la distribución de potencia eléctrica para el resto de unidades y tiene la electrónica necesaria para controlar el motor del Avum+ y la gestión de las comunicaciones entre los distintos equipos del lanzador, así como para disparar los detonadores, usados para encender el motor, la separación de las etapas y la de los satélites", agrega.

¿Por qué es importante el Vega-C?

Más allá del perfeccionamiento de las prestaciones, una de las aportaciones clave del Vega-C es el refuerzo del acceso independiente del Viejo Continente a los cielos, lo que evitará la necesidad de recurrir a otros países. "Muchas veces no somos conscientes de la importancia de la inversión para tener nuestro propio puerto y nuestra propia flota espacial. Sin embargo, es vital no depender de otras potencias: del capricho de Trump en su día, que estuvo a punto de cancelarnos vuelos, o de la situación actual con Rusia, pues las Soyuz han salido de la base europea y no es posible contar con su lanzador", señala Roldán. 

"Es vital no depender del capricho de Trump en su día, que estuvo a punto de cancelarnos vuelos, o de la situación actual con Rusia"

La soberanía espacial favorecida por este cohete redunda en claros "beneficios" para los europeos, pues los satélites que puede poner en órbita son tan fundamentales como el Copernicus. Estudiar el cambio climático, monitorizar la agricultura, fortalecer la protección de las fronteras y estudiar los caminos más seguros para los barcos entre el hielo de los polos son algunas de las "infinitas aplicaciones" que favorecerán estos dispositivos susceptibles de ser lanzados por el recién estrenado Vega-C.

Además, este vuelo inaugural ha posibilitado comprobar el funcionamiento de determinados componentes del Vega-C, como el motor P-120 o tarjetas electrónicas fabricadas en Tres Cantos, que se utilizarán posteriormente en el lanzador de mayor tamaño Ariane 6. Este cohete de rango superior volará el próximo año y la posibilidad de constatar la viabilidad de algunas de sus piezas constituye "un impulso para la eficiencia industrial y la rentabilidad", de acuerdo con la ESA.

¿Y ahora qué?

Una vez superado con éxito este vuelo inicial, la siguiente misión que involucrará uno de estos lanzadores despegará a finales de año y correrá a cargo de Airbus, puesto que estos cohetes tienen aplicaciones institucionales y comerciales. Se pondrán en órbita dos satélites de la firma francesa, Pléiades Neo 5 y 6, orientados a observar la Tierra y tomar fotos en alta resolución, relata Ortiz. Poco después, ya en 2022, despegará el último Vega y no se fabricará ninguno más.

Por su parte, la marca Arianespace ya ha anunciado el contrato de siete vuelos con el Vega-C, lo que supone "una buenísima noticia", revela Roldán. Mientras tanto, en paralelo al comienzo de las operaciones con este lanzador, las labores de desarrollo continúan y la ESA ya trabaja en el Vega-E, que ofrecerá a partir de 2026 una arquitectura simplificada al sustituir tanto la tercera como la cuarta etapa de su antecesor por una nueva criogénica, mientras que el motor usará combustibles más sostenibles. Bastará esperar, como tuvo que hacer Einstein con el Nobel, para ver los resultados de estos esfuerzos. 

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