Borja Terán Periodista
OPINIÓN

El adiós entre líneas que dejó Sonsoles Ónega en Telecinco: el arte de las despedidas en televisión

Sonsoles Ónega despidiéndose de Telecinco
Sonsoles Ónega despidiéndose de Telecinco
Mediaset
Sonsoles Ónega despidiéndose de Telecinco

No siempre hay tiempo para despedirse. Tampoco en televisión. A veces, los programas se esfuman sin margen para verbalizar a la audiencia que es el último. Sin posibilidad de decir 'gracias'. No ha sido el caso de Sonsoles Ónega que, antes de partir a Antena 3, dejó un mensaje cifrado a sus fieles espectadores de 'Ya es mediodía'

En el último segundo del programa, con la mano en el corazón, Ónega recalcó "Aquí les llevo, adiós".  Parecía una despedida rutinaria más, pero era un 'hasta siempre'. Ni siquiera sus compañeros sabían que estaban ante una despedida oculta por un fichaje de Atresmedia. 

Algo se estaba removiendo en la trastienda de la pantalla. Sonsoles no iba a volver a ese plató, pero no olvidó que en televisión siempre hay que intentar cerrar bien los ciclos. Hay que saber despedirse de tu público. Aunque tu público se entere a posteriori. Ónega fue sutil, contundente y, a la vez, se puso a recoger los papeles de la mesa con ese nervio que, tal vez, intenta esconder la mirada del vértigo de un cambio profesional tras el secretismo de una negociación. 

La empatía no sólo se construye con lo que se verbaliza con claridad, sobre todo se cimienta en aquello latente que no tiene que captar todo el mundo o no se pilla a la primera. Mercedes Milá, María Teresa Campos, Jesús Hermida... Los grandes comunicadores tienen esa virtud: se conecta con ellos tanto por lo que subrayan como por lo transparentes que son cuando no lo están verbalizando.  El propio Joaquín Prat ironizó gesticulando al presentar 'Ya es mediodía' desde 'El Programa de AR' ya sin Ónega.

No es la primera vez, ni será la última que una presentadora se despide sin literalmente despedirse. De hecho, es bastante habitual. Programas tan míticos como Un, dos, tres... responda otra vez eran expertos en jugar con las referencias escondidas. Así Chicho Ibáñez Serrador, por ejemplo, concluyó la etapa de Miriam Díaz-Aroca al frente del concurso. No había trascendido públicamente que dejaba el show, pero cuando en la canción final, "cerramos por vacaciones", se iba todo el elenco por la emblemática e inolvidable escalinata de la grada del concurso, Díaz-Aroca quedó última en lo alto. Sola recibió el aplauso del público, que coreaba su nombre.

Entonces, Serrador no optó por acabar su espectáculo con el habitual gran plano general de todo el decorado. Enfrentó al espectador a un primer plano de la luminosa mirada de Díaz-Aroca. Ella, levantando el brazo y diciendo adiós con la mano. En ese instante, el realizador congeló la imagen de Miriam diciendo adiós mirando fuertemente a cámara.  Definitorio. Pocos lo sabían pero, en realidad, Ibáñez Serrador estaba homenajeando con sentimiento a Miriam, que dejaba el programa para crecer en su carrera cinematográfica. Así es la mejor la televisión, la que no descuida ni el último segundo. Porque la televisión es el arte de contar historias con carisma. Incluso lanzando mensajes que no siempre tiene que comprender todo el mundo. Porque las historias, esas que te arañan la emoción, también se escriben entre líneas.

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