No defraudó Isabel Pantoja cuando, subida al impresionante escenario de la Plaza de España de Madrid, se secó las lágrimas y agradeció al colectivo LGTB el apoyo brindado durante sus cincuenta años de explosiva trayectoria profesional. Con sus palabras, que han generado un agitado debate mediático, la tonadillera solo quiso reconocer el esfuerzo.

No hubo salida del armario porque, explican a este periódico, Isabel no tiene ningún armario del que salir. Nunca ha hablado acerca de sus deseos más íntimos y, aunque para algunos sea ambiguo, ella es de las que piensa que los hechos son más importantes que las palabras.

A diferencia de otras famosas, no tiene intención de convertirse en referente de nada ni tampoco quiere ser espejo en que deban mirarse. Vive, ama y decide desde esa libertad que intentó contagiar.

Ana María Aldón ya prepara su regreso

Pantoja ya sabía que se iba a armar semejante revuelo porque todo lo que dice es analizado con obsesiva meticulosidad. Sin embargo, insisten en que su discurso no ha cambiado nada desde que en 2004 se sinceró con Jesús Quintero y le dijo aquello de "no tengo que ponerme ningún cartel" cuando se interesó por su condición sexual.

"No hay que confundir los deseos de quienes están en televisión hablando sobre ella con la realidad. Isabel dijo lo que quiso decir. Si hubiera querido decir otra cosa, lo habría dicho", dice a 20minutos alguien de su entorno más directo.