Cómo preparar a nuestro gato para acudir al veterinario sin estrés ni traumas

  • Los pasos son la aclimatación al transportín antes, no abrirlo durante la salida, y respetar sus tiempos después. 
Gatito en un transportín rígido.
Gatito en un transportín rígido.
20minutos
Gatito en un transportín rígido.

Ir con un perro al veterinario para sus revisiones regulares o para una consulta inesperada, no siempre es un camino de rosas, pero para la inmensa mayoría de los que conviven con un gato, esta visita supone una logística casera de concienciación, preparación, y no pocas veces una escena de caza y captura del gato para introducirlo en el transportín antes de dirigirse a la clínica de salud animal.

Sin embargo, hay unos cuantos y útiles consejos que nos proporcionan los expertos en el comportamiento felino para que esta experiencia, inevitable si hablamos de un gato doméstico con sus necesidades cubiertas y bajo un cuidado responsable, sea menos estresante y traumática para ambos, tutor y animal. Estos consejos o trucos son aplicables a cualquier salida y viaje que realicemos con nuestros gatos, sea la visita al veterinario o por vacaciones.

Antes de la salida

El primer consejo, sin duda, es el más extendido y popular: acostumbrar al gato a introducirse en su caja de viaje aun cuando no vayamos a usarla. Para que no asocien el transportín a experiencias negativas, lo mejor es dejarlo abierto como una parte más del mobiliario en casa, y que el gato se introduzca y lo explore a su antojo. Podemos ayudarles, si vemos que no les despierta mucho interés o incluso reaccionan con desconfianza, introduciendo alguna golosina o su comida húmeda. Esto sería adecuado hacerlo, insistimos, desde que el gato llega a nuestro hogar, y no hay ninguna previsión de acudir a una cita veterinaria a corto plazo, para que disponga de días o semanas de aclimatación al transportín y se le quite el posible miedo o cautela que le provoca.

De esta manera, cuando realmente debamos usarlo como un medio seguro de transporte para salir a la calle, el gato estará más que acostumbrado a las dimensiones y el olor del transportín, sea blando o rígido, y no debería resultar ningún problema introducirlo manualmente. Es preferible colocar una prenda o cojín en la base, si se trata de un transportín rígido y que son los más frecuentes en todos los hogares, para que el gato esté más cómodo y como ya hemos mencionado, que el olor le resulte familiar y reconfortante.

Las cajas de cartón están totalmente desaconsejadas, y si se trata de un transportín o mochila donde el gato puede sacar la cabeza, es mucho mejor que también le hayamos acostumbrado previamente y mediante refuerzo positivo a tolerar la presencia de un arnés y de una correa, que nunca vienen mal como herramienta de doble seguridad en caso de que tengamos un incidente con los cierres de su caja de transporte.

Llega el día

Bien sea porque hemos educado al gato a acostumbrarse al transportín o hemos logrado introducirlo a la fuerza para acudir al veterinario, otra recomendación útil es cubrir el transportín con una toalla, camiseta vieja o un trapo oscuro que cubra las verjas y mitigue el impacto de toda la información que recibe en forma de olores, visual y ruidos desconocidos para él. La oscuridad les tranquiliza y puede ser una manera muy sencilla de reducir su estrés durante estas salidas obligatorias.

El gato se introduce en su caja de viaje en casa, y el transportín no se abre hasta que nos encontramos en el interior de la consulta veterinaria con la puerta cerrada. No se debe abrir durante el viaje en el coche o por la calle, y no se recomienda hacerlo tampoco en la sala de espera del centro veterinario. Es comprensible que emitan lastimosos maullidos por el miedo, o se sacudan dentro del transportín buscando una salida, sobre todo las primeras veces: sea cual sea su reacción, no se introducen los dedos a través de las puertas y respiraderos ni se abre el transportín. Un gato asustado es un gato impredecible, y puede responder con una agresión defensiva por encontrarse abrumado ante la situación. Lo mejor es hablarles, en un tono normal como el que usamos en casa, y tratar de transmitirles calma a través de nuestra voz.

Llevarlos en brazos no es una opción que deba contemplarse nunca, no importa la edad del gato o si está acostumbrado a salir o va atado. Los riesgos son numerosos, desde que nos arañe y muerda por miedo, que nos ataque otro animal como un perro suelto y los que no están acostumbrados a los gatos, o que se escape con todo lo que eso implica.

Pese a que no son los transportines más populares, en el caso de gatos recién rescatados, adultos o con tendencia al estrés, sería más óptimo buscar uno con apertura superior, y no lateral, que además de facilitar su manipulación para introducirlo con más delicadeza, permite al profesional veterinario poder realizar la revisión de rutina sin necesidad de extraerlo de la caja y reduce la posibilidad de una mala reacción felina.

Después, el regreso a casa

Una vez ha terminado la visita veterinaria y nuestro gato vuelve a encontrarse en el transportín firmemente cerrado y cubierto con el trapo o camiseta, es recomendable no realizar paradas innecesarias en la calle.

De nuevo en casa, no le forzaremos a salir; retiraremos el cobertor, abriremos su caja de viaje en el entorno familiar y le dejaremos tranquilo, siendo el gato quien deba decidir cuándo se encuentra seguro como para abandonarlo. Podemos alterar ese día su alimentación y echarle más comida húmeda o darle unas golosinas extra cuando veamos que ha abandonado el transportín, para recompensar su buena actitud y reforzar el vínculo mutuo. Es posible y totalmente normal que ese día, o un par de ellos tras la salida forzosa a la calle, muestre un ligero cambio de comportamiento y se encuentre más crispado o asustadizo, pero poco a poco volverá a sentirse cómodo y confiado en el ambiente familiar y no debemos forzar el proceso con un atosigamiento excesivo.

Es el momento de limpiar y desinfectar el transportín, y dejarlo para el siguiente uso y la salida, que, esperamos, con estos consejos resulte más sencilla y segura para los implicados: gatos y propietarios.

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