Se definen como perros de diseño a los cruces realizados a propósito entre dos razas puras para crear una nueva raza que, en teoría, combina lo mejor de las dos razas progenitoras. Los defensores de esta práctica mantienen que optimiza las características de cada raza fundadora y que a diferencia de un perro sin raza o mestizo común, se puede identificar su linaje en el tiempo gracias a los pedigrís de ambas razas fundadoras.
No hay ninguna asociación canina internacional que haya admitido hasta la fecha a una de estas razas, o mejor dicho, cruces, cada vez más comunes, pero desde el 2007, existe el Club Kennel de Perros de Diseño (DDKC) que mantiene un registro de razas y criadores de esta modalidad de cría canina.
Estas razas de diseño no nacen simplemente por cruzar un par de perros de razas distintas entre sí y que tengan una camada. Se necesitan tres generaciones reproductivas bien documentadas para que pase al estatus de “raza de diseño”. Así fue, por ejemplo, con el famoso labradoodle, el cruce de labrador y caniche gigante que comenzó a criarse en los años 80 del siglo XX, y que actualmente es la "no raza" más popular en terapia en Estados Unidos.
La lista de razas de diseño no deja de crecer, y ya cuenta con más de 200 nombres. Estos nombres se basan en una combinación más o menos acertada de las dos razas utilizadas para su creación y tenemos, así, desde el shorki tzu, el cruce de yorkshire terrier y shih tzu, pasando por el goberiano, de un golden retriever y un husky siberiano, hasta el beabull, el resultado de cruzar al bulldog inglés con el beagle.
Estas razas de diseño, que no cuentan con pedigrí aunque sus razas fundadoras sí los posean, tienen un valor en el mercado muy por encima de ejemplares de razas puras, lo que ha provocado fuertes críticas desde el sector de criadores oficiales de razas reconocidas al denunciar que, a fin de cuentas, se están vendiendo cruces por precios exorbitados y que esta tendencia sí influye de manera directa en las posibilidades de adopción de mestizos y otros cruces accidentales, que simplemente carecen de un nombre llamativo que aluda a sus razas fundadoras.
La famosa revista Time les dedicaba un artículo en el 2014 donde se mencionaba el dato de que, hace ya 8 años, estas razas de diseño habían supuesto un movimiento económico en el mercado de compraventa de animales de 60.000 millones de dólares en Estados Unidos.
El Royal Veterinary College, de Londres, ha lanzado un estudio alertando de los riesgos de esta moda en auge y que en general se fundamenta en falsos reclamos publicitarios sin ningún rigor científico, como el de que muchas de estas razas de diseño son hipoalergénicas, que son ideales para propietarios inexpertos o que son más fáciles de entrenar que sus dos razas progenitoras. Además, advierten de los riesgos que siempre generan las modas sociales por adquirir un animal de compañía de una raza en particular y que suelen traer aparejada una cría deficiente para atender al mercado, unas prácticas de compraventa irresponsables y un riesgo más alto de abandono si no cumplen las expectativas prometidas.
El año pasado nació en Escocia la primera camada de la raza de diseño dushi, que proviene de cruzar bulldog francés y perro crestado chino, lo que causa perros tipo bulldog pero sin pelo. Esta mezcla, cuyos problemas genéticos de ambos progenitores se suman en el resultado, surgió en China y ha provocado que la Asociación Veterinaria Británica haya condenado con rotundidad la creación de estas razas extremas, como recogió un artículo en The Guardian.
Mientras la demanda no deje de crecer, y a la espera de una legislación adecuada y que la divulgación actúe como prevención, parece que nos quedan cockapoo (de un cócker spaniel y un caniche), chi chon (bichón frisé y chihuahua) y bodacion (border collie y dálmata), para rato.
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