Los planes truncados de Teresa Ribera: la UE aparca la transición ecológica debido a la urgencia energética por la guerra de Ucrania

Teresa Ribera
Teresa Ribera en la la COP25, la Cumbre del Clima que se celebró en Madrid en diciembre de 2019.
EFE
Teresa Ribera

"La sociedad es adicta al gas y al petróleo, están presentes en cualquier comportamiento industrial y de consumo cotidiano y, como ocurre con cualquier otra, deshacer esa adicción es difícil y lo que estamos viendo es que el ritmo y deshacer esa drogadicción no es lo suficientemente rápido". La vicepresidenta tercera, Teresa Ribera, comparó de esta forma el viernes pasado la dependencia económica de los combustibles fósiles en un momento en el que la UE se desvía de su propia hoja de ruta para hacer la transición ecológica. 

La guerra en Ucrania, el desafío de Rusia a la UE y la posibilidad real de que Moscú termine cortando totalmente el envío de gas y petróleo han dejado en minoría una postura como la que defiende Ribera, que antes de ser ministra se fajó en numerosas negociaciones sobre el clima en nombre de España y de organizaciones internacionales. Ella está entre quienes apuestan por tratar al adicto con una suerte de metadona energética y sustituir lo fósil por lo renovable. Por el contrario, el gas natural, la energía nuclear o incluso materias prácticamente superadas como el carbón vuelven a encontrar su sitio en la UE, que parece optar por una 'rehab' a base de disminuir la dosis, pero no eliminarla del todo.

Este lunes se ha cumplido el plazo para que los Estados miembros pudieran revocar la nueva 'taxonomía verde'. Estaba prácticamente descartado desde el principio, ya que tendrían que haber conformado una amplia mayoría, de al menos de 20 de los 27 países de la UE que agrupen al 65% de la población, en contra de incluir en la lista de energías que serán etiquetadas como verdes de cara a inversiones que, de ese modo, se harán en proyectos "sostenibles". Y esto no ha ocurrido. A partir de ahora, el gas natural y la energía nuclear tendrán también esta consideración. Así lo propuso la Comisión Europea y así lo refrendó la semana pasada el Parlamento Europeo.

"La sociedad es adicta al gas y al petróleo y estamos viendo que el ritmo de deshacer esa drogadicción no es lo suficientemente rápido"

El Gobierno español se opone a ello y Ribera no ha parado de repetirlo desde que hace meses se conoció el cambio de postura por parte de la Comisión, que introdujo el gas y la energía nuclear entre las energías que podrían financiarse como si fueran verdes. "Desafortunado" y "un error" son algunos de los comentarios que la vicepresidenta tercera ha hecho desde que el miércoles pasado la Eurocámara dio luz verde a esta modificación, en la que quienes se oponen ven la sombra de Francia -país nuclear por excelencia en la UE- y Alemania -gran dependiente del gas, de momento ruso-.

España no ha podido evitar que la nueva taxonomía verde sea una realidad en la UE y el viernes Gobierno anticipaba con resignación la evidencia de que es prácticamente imposible forjar una mayoría en contra. Austria, por su parte, ha amagado con recurrirla porque considera que atenta contra su legislación, incluso contra su Constitución, pero que la nueva taxonomía verde entrará en vigor, previsiblemente a finales de año, se daba ya por hecho en Madrid y en Bruselas.

No obstante, Ribera indicó el viernes pasado en un coloquio organizado por eldiario.es que España no aplicará la nueva taxonomía verde y que los bonos verdes que subasta el Tesoro Público seguirán excluyendo el gas y la nuclear, como en la primera emisión de deuda, en septiembre del año pasado. Es la reacción última a un proceso sobre el que la vicepresidenta no oculta su disconformidad, porque durante años "expertos en muy cualificados" en esta materia trabajaron documentos que no decían que el gas y la nuclear fueran equiparables a las "energías verdes".

Entre ellos, apuntó, apenas había "activistas militantes por el Clima", una categoría en la que ella misma podría incluirse después de años de dedicación al despliegue de políticas para la transición ecológica. Mucho antes de llegar al Gobierno, Ribera fue negociadora de los acuerdos internacionales sobre el Clima, en nombre de organizaciones del seno de la ONU y de España. 

Fue directora ejecutiva del Instituto de Desarrollo Sostenible, en París, miembro de la Agencia Internacional de las Energías Renovables, de la Red de la ONU de Soluciones para el Desarrollo Sostenible, de la Convención Marco de la ONU para el Cambio Climático o del consejo asesor para el clima del Foro Económico Mundial entre 2014 y 2016. En el Gobierno, entre 2004 y 2008 fue secretaria de Estado de Cambio Climático, directora de la Oficina Española de Cambio Climático.

'Ecofundamentalista' y 'hooligans'

Pedro Sánchez la convirtió en ministra de Transición Ecológica en 2018 y en 2019 su escalada hasta la Vicepresidencia cuarta -en la actualidad, tercera- tuvo una interpretación 'light' relacionada con la intención del presidente de sepultar la Vicepresidencia de Pablo Iglesias entre cuantas más vicepresidencias, mejor. Sin embargo, su nombramiento siempre obedeció a una agenda claramente dirigida hacia la transición ecológica y al cambio de modelo energético. Muestra de ello es que el 35% de los 140.000 millones de euros que España recibirá de la UE para la recuperación tras la pandemia se vayan a dedicar a proyectos de transición ecológica, el capítulo que más financiación recibirá. 

Sánchez ha confiado en Ribera para pilotar el proceso por ser firme defensora de la sustitución exprés de energías fósiles por renovables y a la que sus muchos detractores -en la política, la industria y el campo; dentro y fuera de su partido, el PSOE- califican de ser una "ecofundamentalista" y de querer imponer una "ideología" renovable consistente en imprimir una velocidad al cambio sin tener en cuenta consecuencias políticas, sociales y económicas para un país que como España no está todavía en disposición de ser autosuficiente con renovables. 

Sus muchos detractores llaman a Ribera "ecofundamentalista" que ella atribuye a  "hoolingans" dentro y fuera del Congreso

Frente a estos calificativos, Ribera habla del "sector más hooligan" que hace "hooliganismo" dentro y fuera del Congreso, al que acusa de querer frenar la transición ecológica. El pasado viernes no ocultaba su contrariedad por el derrotero que está tomando la política energética en Europa, que a su juicio vuelve a echar mano de energías contaminantes que se comprometió a abandonar de forma "ordenada". "Ha habido una sacudida descomunal" por la guerra en Ucrania y el "chantaje" energético de Rusia, dijo. "Una vulneración de tal calibre no nos lo teníamos que haber permitido porque habíamos apostado por cambiar el modelo. "El debate era que fuera ordenado y el desorden y el caos vienen por algo tan disruptivo como la posibilidad del corte de gas y petróleo de Rusia", insistió la vicepresidenta, molesta porque las mismas energías que la UE acordó ir eliminado estén en el centro ahora de la crisis energética.

Ribera frente al 'pragmatismo' europeo

Esta es precisamente la preocupación que se deja ver cada vez más en la UE, exacerbada por el temor cierto a que Rusia corte el grifo del gas y del petróleo y este invierno no haya energía para abastecer todas las necesidades. Esta es la situación en la que la comisaria de Servicios Financieros, Mairead McGuinness, apeló al voto del Parlamento Europeo a favor de la nueva taxonomía verde pidiendo "pragmatismo" y "realismo", alejados de la posición de Ribera, que aunque reconoce que gas y nuclear pueden ser "transitorias" insiste en que la senda debe ser "acelerar" la llegada de renovables. Al mismo tiempo, cree que debe hacerse una labor didáctica sobre los beneficios de hacerlo y las ayudas por los perjuicios que en lo inmediato pueda causar el cambio a ciudadanos e industrias. "El sentimiento de miedo es muy normal o el de 'no tengo otra alternativa que un coche viejo'. Es muy importante pensar cómo se distribuye el impacto", decía hace unos días.

"No es que no entienda que debemos ser flexibles en momentos más o menos complejos, pero debemos ser claros y coherentes con nuestra propia trayectoria y, a mi juicio, no puedo decir otra cosa que no es bueno que se intente pasa por verde lo que no lo es", insistía el viernes sobre la nueva taxonomía verde.

No es el único cambio que se está operando en la UE, ante la evidencia de que todavía no hay suficiente renovable para cubrir toda su demanda de energía. La Comisión Europea asegura estar comprometida con acelerar la llegada de las renovables y ultima un plan que prevé recortar la demanda y pedir ahorro energético a parte de ciudadanos e industria de cara a un eventual desabastecimiento en invierno. 

Nuclear en Francia; carbón en Alemania

Sin embargo, el "pragmatismo" de que hablaba la comisaria recorre Europa, donde la energía nuclear o el carbón se refuerzan como una forma más cierta de suplir un posible desabastecimiento de gas y petróleo que las energías renovables. En dirección contraria a la línea de la que el Gobierno español y Ribera han decidido no sobrepasar.

Francia, país nuclear por antonomasia, planifica ya la construcción de nuevas centrales nucleares, como también hará Holanda. Bélgica alargará la vida útil de sus centrales, algo que el Gobierno no se plantea y mantiene su plan de cierre de aquí a 2035. 

Alemania, gobernada por una coalición de la que también forman parte Los Verdes ha roto el tabú y volver a producir energía por medio del carbón, mientras que las minas españolas seguirán cerradas a cal y canto.

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