Madrid se convirtió en el centro neurálgico de la política internacional durante la semana pasada. La celebración de la cumbre de la OTAN en nuestra ciudad ha sido un hecho histórico y que marca el devenir del futuro de la UE y su protección.

Cuando Putin decidió invadir Ucrania nunca hubiese imaginado la respuesta común de Europa a semejante ataque militar: la respuesta política y social se unió a la decisión de sancionar a la economía rusa. Nunca Europa se había tenido que enfrentar a una amenaza así, al menos en los últimos 30 años.

Este ataque hizo que, la ya por sí importante cumbre de la OTAN en Madrid se convirtiera en trascendental. No solo porque la OTAN vuelve a tener un papel fundamental en materia de defensa, sino porque la amenaza de la guerra vuelve a sobrevolar el continente.

Por eso, Suecia y Finlandia han pedido el ingreso en la OTAN. Hablamos de países que siempre han mantenido una posición neutral y que nunca habían insinuado su intención de formar parte de la Alianza. Pero la amenaza de Putin es seria y seria ha de ser nuestra respuesta.

La cumbre ha servido también para comprobar el peso que tiene nuestro país en política internacional. Hemos pasado de los zapatos de Aznar en la mesa de Bush, a que el presidente Sánchez sea uno de los principales interlocutores de nuestro continente a la hora de tomar decisiones transcendentales. Gracias a su valentía y capacidad de liderazgo, España sale reforzada.

Tras su paso por Madrid, la OTAN se ha convertido ya no solo en una alianza militar, sino en una plataforma de defensa de los valores democráticos. Unos valores que se recuperaron tras la Segunda Guerra Mundial en casi toda Europa (nosotros, por desgracia, fuimos una excepción) y que se ven de nuevo amenazados por sátrapas que no soportan ver como el proyecto europeo cada vez se hace más fuerte y unido, más imprescindible.

La cumbre de Madrid quedará como una de las citas más importantes de la historia contemporánea. Y, mientras tanto, Ayuso inaugurando un oso gigante rojo en Miami… o, quizá por eso, por su ausencia, la cumbre ha sido un éxito.