Alejandra Jacinto Portavoz de Vivienda en Sumar
OPINIÓN

Madrid no es región para familias

Criar a un hijo en España supone, de media, un gasto de 672 euros al año, aunque la cifra puede ir a más o a menos si se tienen en cuenta distintos factores, como la edad o la comunidad autónoma. El coste de la crianza en Cataluña, por ejemplo, es hasta un 27,8% más alto que en Andalucía, según refleja un estudio de Save the Children presentado este martes y en el cual se constata que tener hijos en España es, en 2022, un 14,5% más caro que hace cuatro años.
Una mujer ayuda a su hijo con los deberes
20m
Criar a un hijo en España supone, de media, un gasto de 672 euros al año, aunque la cifra puede ir a más o a menos si se tienen en cuenta distintos factores, como la edad o la comunidad autónoma. El coste de la crianza en Cataluña, por ejemplo, es hasta un 27,8% más alto que en Andalucía, según refleja un estudio de Save the Children presentado este martes y en el cual se constata que tener hijos en España es, en 2022, un 14,5% más caro que hace cuatro años.

Dicen los pediatras que a partir de los seis meses hay que tratar de ir introduciendo nuevos alimentos en la dieta de un bebé. Yo lo hice con mi hija, que ahora tiene ya veinte meses. Comencé dándole a probar trocitos de todo lo que iba comiendo yo, utilizando el método baby led weaning pero combinándolo con purés para garantizar que comía verdura. Sin embargo, lo que puedo asegurar que nunca le he dado han sido "potitos de langosta".

El pasado 14 de junio, Save the Children publicó un informe acerca del coste de la crianza. Las conclusiones que arroja, sin duda, cuadran. Y no entendí muy bien por qué alguien puede pensar que gastarse 814 euros mensuales en la crianza de un hijo o en una hija, es propio de manirrotos, sibaritas o malcriados. 

Lo digo por Isabel Díaz Ayuso, infinita en su negacionismo, que hace una semana tratando de echar por tierra los datos del informe de Save the Children que aseguran que el coste de la crianza en la Comunidad de Madrid asciende a 814€ al mes, decidió faltar el respeto a tantos padres y madres que llegan con el agua al cuello a fin de mes, acusándome de querer alimentar a mi hija, nada más y nada menos, que con potitos de langosta. Que por otro lado, no existen, o al menos yo nunca los he visto. Y no será por variedades, porque los encuentras sin problemas de lenguado con bechamel, de ternera a la jardinera, de panaché de verduras e incluso de spaghetti con tomate, pero de langosta me temo que no.

Claro, cuando la señora Ayuso dice algo así, lo primero que puedes llegar a pensar es que quien no ha pasado por esto de la crianza es normal que le cueste entender todo lo que supone. Pero no, muchas personas que deciden no tener un hijo o simplemente no pueden tenerlo son perfectamente conscientes y empáticas para entender lo que cuesta y nunca lo ridiculizarían.

Lo segundo que piensas es que la señora Ayuso y su séquito van con el piloto automático y la escopeta cargada, y cuando se trata de valorar una intervención en la cámara de alguien de la oposición ya ni piensan lo que están diciendo; sencillamente dicen lo primero que se les ocurre, algo que denote un desacuerdo salvaje, y si puede ser ridiculizando a la autora de la intervención, mucho mejor. Pero claro, esto no era una opinión personal. Yo me hice eco de un estudio de Save the Children, que no son precisamente cuatro estudiantes haciendo el trabajo de fin de grado. Pero a la presidenta ese detalle le dio igual; esos datos le venían mal y por eso no podían ser ciertos, y punto.

"Lo segundo que piensas es que la señora Ayuso y su séquito van con el piloto automático y la escopeta cargada"

Lógicamente, la premisa constante de este gobierno es mantener un nivel de marketing político muy agresivo. Tratando de mantener a la ciudadanía despistada o entretenida con la última ocurrencia que suele ser una cortina de humo, para mantenerla alejada de la política o mirando a una especie de trampantojo que niega el subsuelo de tantas realidades cotidianas. En ese marco, cualquier mensaje que pueda sacar al votante o al abstencionista de ese trance es peligroso y hay que anularlo a cualquier precio, incluso llegando a negar datos contrastados, informes rigurosos o valoraciones de expertos.

Desde luego sabe que puede hacerlo porque hace tan solo tres meses que el flamante nuevo presidente y portavoz del gobierno de la Comunidad de Madrid, el señor Ossorio, hizo exactamente lo mismo. Con una rudimentaria pero voluntariosa coreografía en la que miraba el suelo que tenía a cada lado, se preguntaba dónde estarían los pobres que otro informe, esta vez de la no menos prestigiosa Cáritas, cuantificaba arrojando las bochornosas cifras de pobreza y desigualdad que generan las políticas del Partido Popular en la Comunidad de Madrid. 

Y con esto no quiero decir que la Sra. Ayuso lo haya hecho porque el Sr. Ossorio se lo haya enseñado; es una forma de hacer política de vuelo raso que ambos comparten. Pero sí que creo que ha visto que un comportamiento tan lamentable no ha tenido una repercusión política relevante más allá de una reprimenda, algo masiva, eso sí, en redes sociales y unos cuantos artículos de opinión. No en vano, el que por aquel entonces era portavoz, es hoy también vicepresidente.

¿Y qué hay detrás de esos 814€ que cuesta, de media, criar a un hijo en Madrid?

Pues, sin duda, el precio de las escuelas infantiles privadas. Un servicio absolutamente imprescindible ya no solo para la conciliación de muchos progenitores, sino para la simple supervivencia de madres, padres y a veces abuelas y abuelos, sometidos al riguroso ritmo de vida de una región como Madrid. Y es que las escuelas infantiles, si son privadas, requieren de un importante desembolso mensual por cada hijo -unos 400€ de media- y las plazas en las públicas escasean de tal manera que dejan fuera a día de hoy a la mayoría de las familias que las solicitan. Este año, solo en Madrid capital, se han quedado fuera 8.000 niños.

Otra gran carencia a ocultar es el coste de la educación primaria, secundaria y universitaria. Desde las primeras etapas de la educación obligatoria, en principio gratuita, muchas familias encuentran una 'letra pequeña' a esa gratuidad, y no me refiero sólo a 'la aportación voluntaria' que se paga en los centros concertados sino también al coste del transporte que supone matricular a un hijo en un centro público lejano a tu casa por falta de plaza en un colegio o instituto cercano. Y por su parte, la alternativa privada es directamente prohibitiva para la mayoría de la población.

Y, cómo no, el precio de la vivienda, que no solo no baja, sino que sube. Que no solo es el más caro del territorio nacional, sino que la señora Ayuso se niega a aplicar ninguna medida para que baje, ni autonómica, ni estatal.

A raíz de estos datos, quizá la presidenta debiera empezar a preguntarse si los costes de la crianza y su incapacidad para reducirlos tienen algo que ver con que la Comunidad de Madrid cuente con un índice de natalidad por debajo de la media nacional, de 1,16 hijos por mujer según el Instituto Nacional de Estadística, y no con que las madres y padres queramos darles a nuestros hijos "potitos de langosta".

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