Beatriz Martín: "Los animales adoptados que son devueltos lo pasan fatal. En uno o dos días no se atreven a probar alimento"

  • La responsable de la protectora gallega Gatocan apunta que se devuelven sobre todo gatos adoptados de cachorros. 
La responsable de la protectora Gatocan, Beatriz Martín.
La responsable de la protectora Gatocan, Beatriz Martín.
EFE/Cabalar
La responsable de la protectora Gatocan, Beatriz Martín.

A día de hoy, en el conjunto de España hay alrededor de nueve millones y medio de perros y seis millones de gatos que conviven con humanos, según los datos de animales censados de la Asociación Nacional de Fabricantes de Alimentos para Animales de Compañía.

Parecía que las campañas contra el abandono animal de las décadas de 1980 o 1990, con aquel "Él nunca lo haría" y la mítica imagen del perro en la gasolinera y la familia de camino a sus vacaciones, deberían ser innecesarias en 2022. Pero la realidad es mucho más dura.

La protectora de animales Gatocan, con sede en Coirós y un trabajo referente en el área de A Coruña, no ha notado precisamente un repunte de adopciones por la pandemia, y advierte siempre que el animal ideal para regalar a un niño es ninguno. 

Su responsable, Beatriz Martín, explica a Efe que percibe un repunte de abandonos que es muy preocupante y, además, se produce de forma especial en "cachorros casi recién adoptados", en su mayor parte, gatos.

Un perro sin hogar de la protectora Gatocan.
Un perro sin hogar de la protectora Gatocan.
EFE/Cabalar

Esta protectora gestiona cerca de doscientas adopciones al año, la mayoría felices, pero otras acaban con "juguetes rotos" que sufren en sus carnes las consecuencias de actitudes egoístas.

Son gatos y perros que tienen una familia que los rescata del refugio, que les da un hogar y, de repente, los echan de su casa para devolverlos a un ambiente desconocido rodeados de otros animales que son nuevos para ellos.

"Los animales que son devueltos lo pasan fatal. En uno o dos días no se atreven a probar alimento. Miras sus ojos y ves las pupilas totalmente dilatadas del miedo", resume Beatriz Martín.

Las devoluciones se producen por "razones muy diferentes, muchas veces inventadas", como "alergias repentinas o cambios de casa", pero que no dejan de ser los animales quienes las sufren.

Beatriz Martín con otro de los ocupantes de la protectora.
Beatriz Martín con otro de los ocupantes de la protectora.
EFE/Cabalar

Los últimos tres casos fueron especialmente duros para la protectora, como uno en que supuestamente un niño cogió miedo a un cachorro o una señora que se negó a verificar que el gato estaba en perfecto estado y prefirió, antes que certificar el buen cuidado, devolverlo.

"Parece que es gente que no saben lo que se llevan a casa, no se dan cuenta de que son seres vivos y luego todo se les hace un mundo y los devuelven. No sé si es falta de raciocinio, de interés o de sensibilidad, pero quienes lo pagan son los animales", añade.

Y no solo lo pagan los animales, como en el caso del gato Pedro, que lo pagó toda la familia, primero con uno de los hijos que rogó a la protectora que no lo aceptase de vuelta, que quería que lo siguiese despertando cada mañana con sus caricias, y después con el padre que lo llevó a la protectora entre sollozos mientras argumentaba que su pareja era inflexible y quería deshacerse del animal después de dos años.

Son, sin duda, experiencias terribles donde el sufrimiento es una constante y que deben hacer reflexionar a la sociedad sobre el egoísmo con que responde a un amor incondicional

El gato Pedro víctima del abandono humano.
El gato Pedro víctima del abandono humano.
EFE/Cabalar
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