María Rey cumple 1.000 programas con '120 minutos' en Telemadrid: "El espectador no está dispuesto a que le ofendan"

María Rey, presentadora de '120 minutos', en Telemadrid.
María Rey, presentadora de '120 minutos', en Telemadrid.
TELEMADRID
María Rey, presentadora de '120 minutos', en Telemadrid.

El espacio informativo 120 Minutos, de Telemadrid, cumple este mismo jueves 2 de junio 1.000 programas en antena. El programa de análisis y debate que presenta María Rey en las mañanas de la autonómica lleva casi cuatro años en antena.

En una franja en la que se habían probado distintas líneas de programación y que promediaba un 2,5% de cuota de pantalla, el espacio supo encontrar la clave para convencer y elevar el dato hasta el 9,9% de share en lo que va de temporada, siendo la cuarta opción en franja por delante de La 1.

El programa más visto de la presente temporada fue el día 9 de diciembre, cuando alcanzó una media de 108.000 espectadores y un share del 17,3%. Hablamos con la periodista María Rey sobre este aniversario y el camino que han recorrido. 

¿Qué van a hacer para celebrar estos mil programas? Pues vamos a trabajar (risas). Será un programa como el de cualquier otro día, solo que le daremos un protagonismo especial a los que no todos los días se lucen, a los reporteros, a los técnicos, a los que están detrás y para eso estamos preparando un vídeo, para que tengan presencia.

O sea, que será un homenaje a lo que ya hacen... Vamos a hacer un programa con nuestros principios y objetivos de cada día, intentando pegarnos a la actualidad lo mejor posible con los medios que tenemos y siendo servicio público... lo que hacemos cada día, recoger las peticiones y las cosas que te llegan de la gente que tiene problemas en Madrid, que a veces, dándoles un poco de ayuda y dándoles un poco de voz ayudas a resolverlos.

¿Y si pudiera pedir un deseo? Nos gustaría, porque nos hace ilusión, volver a sentar en la mesa ese día a los mismos tertulianos que se sentaron la primera vez, sería muy curioso, quizás ellos sí tendrían algo que contarnos sobre cómo han pasado estos cuatro años, porque mil programas son cuatro años... Y estar cuatro años en la tele es muy difícil, cada vez más.

De hecho, usted ha declarado: "Empezó el equipo con muchas ganas, pero con pocas perspectivas de futuro", ¿por qué? Pues porque el programa empezó junio, y cuando se arranca por esas fechas es porque lo que se ha decidido es probar si funciona, porque los programas, las apuestas, siempre se hacen a principio de temporada o cuando tienes que buscar una solución urgente, a mitad de temporada. Pero tú cuándo arrancas un programa a finales de junio es porque quieres saber si esa fórmula puede sustituir a la que tenías y que no terminaba de ser lo que lo que estabas buscando. Y si lo que haces y tiene cierta aceptación de la audiencia durante el verano, pues sigues en septiembre o no.

Sabíamos que arrancábamos hasta septiembre y cuando ya llevábamos unas semanas supimos que por lo menos nos íbamos a quedar hasta diciembre, para ver qué pasaba, porque era un momento de cambios en Telemadrid.

Y el equipo estaba muy por la labor... Empezamos con un equipo que más ganas no podían tener, porque el grueso del equipo venía de Las mañanas de cuatro, que una semana antes se había cancelado después de 7 años en antena y de repente tenían trabajo, con lo cual estaban súper ilusionados. Todos teníamos muchas ganas de que funcionase.

En cuatro años han cuadriplicado la audiencia, ¿Que han hecho para que esto ocurra? Estábamos en un momento de renovación de la cadena y todo ayudaba. Hemos intentado hacerlo lo mejor posible, como si fuera posible triunfar. Me acuerdo del director, Dani, que decía, “ya sé que es muy difícil, ya sé que competimos con Ferreras, ya sé que tenemos enfrente a Ana Rosa y a Susanna Griso, pero ¿y si sí? Y nos convencimos de que había posibilidad de hacernos un hueco. Le pusimos voluntad de estar en primera división o de Champions y de ir a por todas.

¿Es importante estar pendiente de la audiencia? Hay que escuchar mucho a la audiencia, estar muy atentos a la evolución de la curva diaria de la audiencia, pero no ser esclavos de ella. Hay que hacerlo escuchando mucho lo que la gente está planteando, porque a veces le damos grandes espacios a debates políticos que son muy de periodistas y de políticos y poco de la gente de la calle.

¿Qué le interesa a la gente de a pie? Que tienen problemas más urgentes, como lo que tiene que ver con la cesta de la compra y tienes que estar ahí contando cómo les afecta cada decisión en su día a día. Por ejemplo, hoy mismo el hecho de dejar de importar petróleo ruso va a tener un efecto en nuestra economía y tienes que traducir eso a cómo lo van a notar los espectadores

COVID, Filomena, volcán de La Palma, la guerra en Ucrania... han sido tiempos convulsos para un informativo, ¿no? Sí, muy revueltos y muy interesantes desde el punto de vista periodístico. Es un privilegio poder contar las cosas... fíjate una pandemia, donde la vida se interrumpe de la noche a la mañana y la gente se queda en casa y tú coges el coche cada día por una carretera desierta, llegas a un edificio fantasma en el que estamos todos distanciados, aislados, enmascarados... contar eso en primera línea ha sido un privilegio.

¿Es el tema que más le ha marcado en estos cuatro años? Ha habido momentos puntuales, como de repente una ciudad como Madrid, una comunidad entera, se quede bloqueada por Filomena, pero desde luego, para mí, periodísticamente la pandemia es una experiencia que me ha marcado tanto como como mi larga vida como periodista parlamentaria.

¿Qué le implicó? Esfuerzo profesional y personal. He tenido que estudiar cada día cosas que me permitiesen entrevistar a los expertos, mostrándoles un mínimo de conocimiento, porque tú no te puedes enfrentar a un señor que tiene ese bagaje, esa trayectoria, como los expertos que entrevistábamos y que parezca que que te acabas de caer un guindo, tienes que mostrarle un mínimo de respeto sabiendo de lo que hablas.

También había que escuchar a la gente que tenía miedo, que estaba enferma, escuchar a los médicos y trasladar información siempre con muchísimo respeto. Yo creo que esa ha sido el mayor esfuerzo y la mayor satisfacción a mí.

¿Desearía tener temas más positivos de los que hablar? La verdad es que nos han tocado tiempos revueltos, concursos y difíciles porque nosotros nadie sabía lo que era vivir en un país que de repente ha tenido que echar el freno. ¿Me gustaría contar cosas más positivas? Sí, pero me gusta acompañar a la gente en los retos que nos ha tocado vivir y serles de utilidad en la medida que sea posible. Y eso no es disfrazando la realidad, sino ayudándoles a entender lo que pasa.

Hablan ustedes mucho de que no quieren que nadie se sienta excluido, ¿Cómo hacen eso? Siendo muy respetuoso con lo que piensa uno y otro. Por mi parte el esfuerzo más importante de mi día a día es mantener una línea donde haya debate o polémica, pero que nadie insulte, ofenda o pase esa línea en la que ya no hay respeto o se entra en lo personal.

¿Qué otras líneas no le gustan que se crucen? Que se desprestigien a las instituciones por el mero hecho de meterse con todo, mande el que mande, hasta el punto de despreciar lo que nos ha costado construir a todos en este país. Ahí está la Línea roja y ahí es donde tienes que estar todo el rato poniendo la cuerda de decir hasta aquí hasta aquí.

¿Se trata de opinar sin despreciar? No queremos que porque alguien sea republicano se sienta insultado, ni porque sea monárquico. No puede ser que alguien esté hablando desde una posición, digamos más progresista y alguien que está en casa porque es una persona conservadora, católica, se sienta ofendida por lo que están diciendo, tú puedes criticar, pero no debes ofender y ahí está la línea.

Eso se ve a menudo en la televisión, ¿no? Es muy complicado porque la tendencia es a pasar la línea todo el rato porque ahí está, ese borde donde salta la luz roja y donde se disparan los picos de audiencia, pero eso no puede ser a cualquier precio.

¿Qué la televisión esté crispada es un reflejo de cómo está la sociedad? Yo creo que en buena medida, sí. Cuando alguien ve un debate entre analistas políticos o de actualidad, o económicos, no está buscando que alguien le convenza de lo contrario de lo que pensaba. Está buscando a alguien que le dé argumentos para sustentar la razón que él o ella creen tener. Buscan que les den la razón. En la mayoría de los casos admiten que les lleven la contraria, si se expresa con cierta solvencia. Pero el espectador no está dispuesto a que le ofendan.

Y ahí es donde se producen los choques... ¿no? Yo creo que estamos muy polarizados, toda la sociedad y particularmente Madrid, porque cuando te vas fuera de Madrid y vas a ciudades más pequeñas te das cuenta de que la vida fluye de otra manera, pero aquí vivimos muy al límite, cada minuto con muchísima intensidad y eso hace que también esté muy polarizada nuestra vida. Eso lleva a la confrontación y a la ideología. Y no es mala la ideología, es una forma de conformar tus valores, siempre que te mantengas en un cauce donde las cosas sean razonables

¿Es de las que piensan que no todo es blanco o negro? Siempre pienso que todo el mundo tiene una pequeña parte de razón, aunque luego la desarrollen mal. La clave está en escuchar y yo creo que en este nivel de crispación que tenemos cada vez nos escuchamos menos. A mí me pone muy nerviosa por ejemplo que los tertulianos se interrumpan. ¡Déjale que termine el argumento, porque sino no le podrás rebatir! Nos escuchamos muy poco y en la tele cada vez menos. Parece que hay que interrumpir constantemente al que habla.

¿Programas como 120 minutos demuestran que las autonómicas son necesarias? Las televisiones públicas en general son necesarias, importantes y quien diga lo contrario, diciendo que cuestan dinero, pues sí, pero son el contrapunto de la televisión privada, que siempre se va a fundamentarse en intereses privados por encima de otras cosas. Las privadas hacen un trabajo extraordinario y yo creo que tienen que estar ahí, pero en el momento que desaparezca la televisión pública nadie tendrá la obligación de hablar de cosas poco rentables o locales. Mientras las televisiones públicas autonómicas estemos ahí, eso seguirá siendo posible. En una televisión generalista se busca sobre todo darle voz a los a los grandes temas que arrastran grandes audiencias. La televisión local te garantiza que los pequeños problemas te afectan más directamente, también tengan presencia. Yo creo que las autonómicas son fundamentales y se pueden hacer con un coste muy bajo. Telemadrid es una televisión muy barata y hace un producto muy digno.

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