Mireia Berenguer, experta en conducta felina: "Para entender a los gatos hay que saber que vienen de una especie solitaria y territorial"

La gata de Mireia, con uno de sus juguetes.
La gata de Mireia, con uno de sus juguetes.
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La gata de Mireia, con uno de sus juguetes.

Por todos es sabido que los gatos son mucho más independientes que los perros. A pesar de que ambas especies han convivido con el ser humano durante años, la forma que tenemos de compartir nuestra vida con ellas es totalmente diferente y es que, son animales completamente distintos. Es por este motivo que, aunque a veces lo intentemos, entendernos con nuestros felinos se convierte en una tarea complicada, ya que esperamos una respuesta social (en muchas ocasiones) propias de los perros.

Pero, ¿por qué ese carácter? De los mininos se dice que son antipáticos, independientes, que son traicioneros y hasta maliciosos, pero la realidad es que el gato doméstico con el que convivimos hoy día es mucho más amigable y flexible que sus ancestros. Así lo asegura Mireia Berenguer, especialista en conducta felina por la Sociedad Internacional de Medicina Felina (ISFM por sus siglas en inglés) y educadora canina en Kireba.

"Después de estudiar la naturaleza y el comportamiento de los gatos, poder comprenderlos, te das cuenta de la gran capacidad que tienen de convivir con nosotros, de lo flexibles que son si se tiene en cuenta de que provienen de un antecesor muy independiente, solitario y cazador", asegura.

La conducta felina como profesión

Mireia es una amante de los gatos que se dedicó durante 14 años a ser auxiliar en una clínica veterinaria. "Toqué temas de terapias con perros, adiestramiento y otras ramas, pero me llamó la atención el gran desconocimiento y la necesidad que hay en torno al comportamiento de los gatos", cuenta.

"Ni si quiera los veterinarios te saben aconsejar sobre conducta felina, por ello me informé de cómo podía enfocar mi carrera a ello y, tras mirar muchos cursos online en España (que no me gustaron porque no tenían ninguna base científica) opté por estudiar en la ISFM para obtener el diploma Advance Feline Behaviour for Cat Professionals.

Desde entonces, Berenguer se dedica a tratar problemas de comportamiento en gatos e intentar ayudar a los dueños a entenderse mejor con ellos y a asumir que tienen unas necesidades que deben cubrir. "El gato procede de una especie solitaria y territorial, una carga genética que es muy importante en nuestro gato doméstico y que es la clave para comprenderlos", explica.

"Para entender bien a los felinos tienes que conocer la base de la biología de la especie, su fisiología, el comportamiento natural de la especie (su etología específica) y entonces podrás aprender a tratar los problemas de conducta", detalla la experta.

El ancestro solo se encontraba con otros gatos para aparearse y para criar a la descendencia, no era muy comunicativo

Berenguer resume que es necesario saber también el comportamiento social con las personas y sus compañeros de especie, cómo se comunican, qué emociones sienten y cómo las exteriorizan. "Por desgracia, el repertorio de señales en comunicación felina no es tan rico como en perros, ya que el ancestro del gato no era muy comunicativo: solo se encontraba con otros gatos para aparearse y para criar a la descendencia", afirma.

"Sin embargo, el gato con el que convivimos ahora ha evolucionado y ha desarrollado otras conductas afiliativas para generar una cohesión social entre los miembros de su colonia o grupo social, en el que nos incluimos los humanos", añade. "Ahora tiene muchas más señales y más vistosas y claras, aunque siguen sin ser muchas".

Cómo tratar problemas de conducta en gatos

Berenguer explica que que el gato doméstico, desde que nace, tiene el abanico inmenso de poder ser un animal de compañía a ser un gato feral (que vive en la naturaleza o en la ciudad) y que, por ello, se debe partir de cada individuo y situación a la hora de tratar un problema.

"Habrá que tratar cada caso en función de las características genéticas de sus padres más el desarrollo prenatal que ha tenido, su habituación al entorno... Todo esto va a influir en que el gato sea más o menos feliz o tenga capacidades desarrolladas para vivir en casa, en sociedad o en la calle", detalla la especialista.

De esta forma, habrá gatos que serán más felices en una colonia, otros solos en el monte y otros que preferirán el calor de un hogar. "Esto ocurre al contrario del perro, que nace como animal social y con la capacidad de estar con su dueño o familia. De hecho, los perros de hoy en día no serían capaces de sobrevivir solos en ningún sitio, mientras que los gatos sí", afirma.

En cuanto a las situaciones con las que Berenguer se encuentra día a día, suelen ser casos graves debido a que los dueños han intentado solucionarlo por otras vías sin éxito. "Solemos tender a probar consejos de otros amigos con gato en casa, pero no nos damos cuenta de que cada gato es un individuo diferente y debe ser tratado de forma personalizada", explica la especialista.

"Ante cualquier conducta extraña o diferente a la habitual, lo primero que debemos hacer es acudir al veterinario para descartar problemas físicos, ya que algunas conductas, como por ejemplo orinar fuera del arenero, pueden deberse a problemas médicos, en este caso, puede ser por infección", comenta Berenguer.

Una vez descartamos problemas médicos, es cuando empezamos a tatar el problema relacionado con un estado emocional negativo, tal y como lo llama la especialista. "Hablo con el dueño, me cuenta el problema y me explica cómo vive el gato y toda la información sobre su entorno, su alimentación, su actividad, etc.", explica.

"Suelen ser problemas con otros gatos de la casa o conductas aprendidas por el gato y que nosotros hemos reforzado sin saberlo, como por ejemplo, un juego inapropiado. Es muy común ver gatos que arañan o muerden a sus propietarios a raíz de que hemos jugado de pequeños con ellos con las manos", ejemplifica Berenguer.

Pedir excesiva atención y no dársela puede causarles frustración y exteriorizarlo con una conducta negativa, pero la especialista asegura que muchas veces el problema es que las expectativas del propietario no casan con la especie. "Muchos me vienen quejándose de que el gato araña el sofá o que muerde si le toca la tripa. Hay que entender que el gato araña porque lo necesita igual que comer y que no deja que se le toque la tripa porque no le gusta", concluye la experta.

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