El eurodiputado Miguel Urbán (Madrid, 1980) recibe a 20minutos en una céntrica cafetería del barrio madrileño de Lavapiés para charlar sobre el escenario abierto en Europa tras la invasión rusa de Ucrania, pero también sobre el dividido panorama en el que está inmersa la izquierda a menos de un mes de las elecciones andaluzas. Urbán, que junto al resto de la corriente anticapitalista abandonó Podemos hace dos años tras ser uno de sus fundadores, sigue considerando a los morados de los suyos, pero se muestra crítico con su actividad en el Gobierno y rechaza un acercamiento al futuro proyecto de la vicepresidenta Yolanda Díaz, si finalmente se presenta a las elecciones generales.
Usted votó el 1 de marzo en contra de una resolución de condena de la agresión rusa a Ucrania. ¿Cuáles fueron sus razones?
Nosotros, los anticapitalistas, hemos dejado claro desde el primer momento nuestra condena a la invasión de Putin contra el pueblo ucraniano. Si acaso, la única que tiene que esconder sus simpatías por Putin es la extrema derecha, porque nosotros nunca hemos tenido ninguna simpatía ni por Putin ni por ningún imperialismo. El problema es que la resolución utilizaba a Ucrania y el dolor del pueblo ucraniano como una coartada para la militarización de Europa y para darle un nuevo papel como gendarme europeo y mundial a la OTAN. Enviar armas de forma coordinada por parte de la UE está prohibido en los tratados europeos, y esta resolución planteaba el envío de 500 millones de euros en armas, proponía el aumento del gasto militar a un 2% del PIB, como pedía Trump. Importa bien poco Ucrania, importa bien poco la población ucraniana, lo que le interesa a la UE es militarizar Europa.
¿No tiene cierta lógica que, en el momento en el que se ha declarado una guerra a las puertas de la UE, la UE se rearme?
Es totalmente ilógico. Es como decir que, en un incendio, lo mejor es echar más gasolina al fuego, porque podemos situarnos a las puertas de una tercera guerra mundial con armas nucleares. Pero insisto, el tema de las armas es una excusa, porque la inversión armamentística europea multiplica ya por cinco a la rusa. Sí es muy interesante para las élites poder reconfigurar la opinión pública para que sea favorable a una serie de medidas que hace unos meses serían impensables, como que Finlandia entrara en la OTAN rompiendo su neutralidad, que había sido una política de Estado para asegurar su integridad como país y como nación.
¿Qué garantías tiene Finlandia sin estar en la OTAN de que no va a ser objeto de una invasión rusa como le ha ocurrido a Ucrania?
¿Y qué garantías tenía cuando tomó la decisión de ser independiente de uno u otro bando [en la Guerra Fría]? Al final ha sido lo que le ha asegurado la pervivencia, y no le ha ido mal. ¿Qué ha pasado para que en febrero el 17% de los finlandeses quisiera entrar en la OTAN y en mayo fuera el 90%? Una campaña de marketing orquestada en torno a un hecho real y objetivo, que es una invasión imperialista y criminal, pero que una serie de élites quieren utilizar. Las guerras siempre han sido una forma de reorganizar el capitalismo y el imperialismo, y cosas que no podrían ser posibles en tiempo de paz lo son en tiempo de guerra. Si sube el precio del gas o de la electricidad, es que estamos en guerra. Si sube el precio del aceite de girasol, es que estamos en guerra. Si traemos transgénicos de EEUU cuando están prohibidos en Europa, es que estamos en guerra.
Si no se envían armas a Ucrania ni se apuesta por el refuerzo militar, ¿qué propone?
Yo mismo he firmado una serie de enmiendas en el Parlamento Europeo para ayudar al pueblo ucraniano. Por ejemplo, para cancelar la deuda de Ucrania y que tenga disponibles 130.000 millones para la reconstrucción y para reactivar una economía golpeada por la guerra. También he propuesto sancionar a la oligarquía rusa, a los que verdaderamente sostienen a Putin, que son unas 50.000 personas en Rusia, todos aquellos que tienen más de 5 millones de euros en bienes inmuebles o en sus cuentas. Esas personas tienen la mayoría del dinero en Europa, en paraísos fiscales europeos, fundamentalmente Luxemburgo y Holanda. Pero no hay interés real en acabar con esta guerra, porque esta guerra es una oportunidad para los capitalistas de uno y otro bando.
¿Por qué es contrario a la entrada de Ucrania en la UE?
Es una gran trampa. Se está tomando el pelo al pueblo ucraniano. Varios países ya han dicho que votarán en contra, y la propia Francia ha dicho que, en el mejor de los casos, la entrada podría producirse en 20 años. Lo que se les va a ofrecer, y ya lo ha hecho el propio Macron, es una especie de acuerdo de asociación económica totalmente neocolonial hacia Ucrania, porque lo que le interesa a la UE es asegurarse los suministros y, sobre todo, las materias primas ucranianas en un momento de brutal competencia por unos recursos cada vez más escasos. Para eso es la militarización y la creación de un ejército europeo: para proteger los intereses europeos en África y en otros territorios donde hay recursos fundamentales en disputa con otros imperialismos. Pero no hay interés real de que Ucrania entre en Europa: hay interés en el grano ucraniano, pero no en que Ucrania participe del reparto de ayudas de la PAC.
"A la UE le importa bien poco Ucrania, lo que le interesa es militarizar Europa"
¿Cómo se ha vivido en Bruselas el cambio de posición de España con respecto al Sáhara Occidental?
Es incomprensible esta traición, una más, del PSOE al Sáhara. Cuando salió la noticia, yo lo hablaba en el Parlamento Europeo con [el europarlamentario del PP José Manuel García] Margallo, y él me decía "nosotros nunca nos atreveríamos a ir tan lejos". Margallo, eh, un exministro de Asuntos Exteriores del PP. Es muy doloroso que el primer Gobierno de coalición de la democracia, en donde hay partidos que se han destacado por su apoyo contra viento y marea al pueblo saharaui, como IU, apruebe esta propuesta.
Unidas Podemos, precisamente, se ha expresado en contra de esta decisión.
No valía con un tuit. Yo no estoy en el Gobierno y no me siento con la responsabilidad de decirles qué deberían hacer, pero desde luego no vale con poner un tuit ni con decir "nosotros no marcamos la política exterior" porque esta es una cuestión muy grave.
¿Tendría Unidas Podemos que haber salido del Gobierno?
No es una decisión que me competa a mí. Pero hay otras fórmulas para expresar una queja pública más fuerte. A mí no me importaría, por ejemplo, que [el ministro de Consumo, Alberto] Garzón se fuera a Tinduf a reunirse con el Frente Polisario.
Francia y Hungría ha sido los últimos lugares donde la ultraderecha ha conseguido un apoyo récord. Usted ha hecho bandera de la necesidad de combatir a los ultras, pero aún no se ha dado con la tecla. ¿Cómo se hace?
No hay una fórmula mágica ni una única tecla; cada contexto, cada país, tiene sus particularidades. Pero no solo vale con atacar a la extrema derecha, sino que hay que atacar las causas que están propiciando el crecimiento exponencial de ese nuevo autoritarismo político. El neoliberalismo no solo ha construido pérdida de derechos y ha empobrecido a la población, sino que ha generado un sentimiento de escasez, de que no hay para todos, y la extrema derecha da soluciones simples a esa subjetividad. El problema es que la izquierda ha dejado de cuestionar el reparto. Pongo un ejemplo: que una persona antes de ser ministro diga que si sube la luz eléctrica hay que nacionalizar el sector y ahora, en el Gobierno, diga que hay que poner la lavadora en horario valle provoca frustración, una lógica de que no se pueden cambiar las cosas.
En el Gobierno y en el Congreso ahora mismo no hay suficientes partidarios de nacionalizar el sector eléctrico, por seguir su mismo ejemplo.
Sí daba para derogar la reforma laboral, y no se ha hecho.
La reforma laboral llegó hasta donde PSOE y Unidas Podemos pactaron, aunque los morados querían ir más lejos.
No lo sabemos, porque al final lo defendió el Gobierno en conjunto, y la primera defensora fue Yolanda Díaz. ¿Se han ganado derechos en relación a la legislación anterior? Claro, es evidente. Pero me lo explicaba un trabajador que ahora mismo lleva 12 meses en huelga: a él el PP le robó 1.000 euros de la cartera, y se movilizaron en la calle para que le devolvieran esos 1.000 euros. Y los dos partidos en el Gobierno, el grande y el pequeño, decían en su programa de Gobierno que le iban a devolver los 1.000 euros, pero ha llegado el día y le han dicho "oye, aquí tienes 17". Pues ha ganado 17 euros, sí, pero ha perdido 983, y eso es lo que genera frustración. Cuando nos dicen que no se puede desahuciar y hay cuatro desahucios al día en Madrid... eso provoca desesperanza, porque no están gobernando otros, están gobernando los nuestros, los que paraban desahucios.
"O la izquierda entiende que es momento de propuestas radicales, o tendremos un problema"
Veo que no le genera muy buenas sensaciones el nuevo proyecto de Yolanda Díaz.
A veces hay que salir menos en Al rojo vivo y reunirte más con los trabajadores. O rompemos esa dicotomía falaz de que hay dos bloques y volvemos a hablar de arriba-abajo, y entendemos que estamos en un momento de propuestas radicales y no moderadas, o tendremos un problema, y eso no va a cambiar por unas elecciones. No me interesa tanto el panorama electoral como reconstruir el tejido social para volver a tener un estallido como el que tuvimos en el 15-M que vuelva a poner patas arriba el tablero político porque, si no, ganan los de siempre.
Pero su planteamiento es a largo plazo y las elecciones son el año que viene.
Es que creo que no somos verdaderamente conscientes del colapso social y la crisis económica a la que nos vamos a enfrentar. Lo que es verdaderamente irreal es pensar que, si seguimos haciendo lo mismo que nos ha llevado a ese precipicio, sin cambiar nada de verdad, con maquillajes, no nos vamos al precipicio. Siempre nos intentan vender atajos falsos: vota y cambia las cosas. ¡No, no, no! Hay que cambiar la lógica dominante, el sentido común primero, para poder cambiar las cosas. Y esa victoria se consigue en las calles, y hasta que no lo hagamos, vamos a perder siempre.
Incluso así, ¿se plantean un acercamiento al espacio de Yolanda Díaz para las próximas elecciones generales?
Nosotros no nos podemos acercar a un espacio político que es rehén del PSOE y de sus políticas. Yo creo que están secuestrados en el Gobierno.
Precisamente ustedes salieron hace dos años de Podemos por su entrada al Consejo de Ministros. ¿No creen que han conseguido aplicar algunas de sus políticas?
No lo veo así. Creo que ha habido mucha propaganda y pocas victorias, y eso es un desastre. Las victorias, además, se construyen muchas veces en la calle, y el problema es que cuando eso ha ocurrido hemos visto al Gobierno mandar tanquetas.
¿Sigue creyendo que Anticapitalistas, su formación, tomó una buena decisión cuando decidieron abandonar Podemos?
Creo que sí, y me entristece, porque implica que no nos equivocamos al entender que la entrada en minoría en un Gobierno con el PSOE nos iba a subordinar a sus políticas. Podemos decía que entraba al Gobierno justamente para asegurarse que el PSOE cumpliera. ¿Para que cumpliera sobre qué? ¿Sobre el Sáhara? ¿Sobre la reforma laboral? ¿Sobre la ley mordaza? ¿Sobre los desahucios? Y tampoco se ha impedido el ascenso electoral de la extrema derecha, no se ha cortocircuitado en absoluto.
¿Cómo va a ser la relación de Teresa Rodríguez con la coalición Por Andalucía, en la que se integran Podemos e IU, de cara a las elecciones autonómicas de junio?
Adelante Andalucía [la lista que lidera Teresa Rodríguez] fue muy clara al respecto: ¿Ustedes quieren unidad? Perfecto. Reconstruyamos las confianzas perdidas reintegrándonos en el grupo parlamentario del que se nos echó en 2020. Pero IU ha apelado a la Junta Electoral para que Teresa Rodríguez y Adelante Andalucía no tengan espacios electorales y no puedan ir al debate a debatir de propuestas políticas. ¿De verdad que me están hablando de unidad?
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