Juan Carlos I, aclamado entre gritos de "¡Viva el rey!" en el Club Náutico de Sanxenxo

El rey emérito Juan Carlos I a su llegada al Real Club Náutico de Sanxenxo.
El rey emérito Juan Carlos I a su llegada al Real Club Náutico de Sanxenxo.
Lavandeira Jr. / EFE
El rey emérito Juan Carlos I a su llegada al Real Club Náutico de Sanxenxo.
Juan Carlos I ha protagonizado su primera aparición pública tras regresar este jueves a España, después de 21 meses de estancia ininterrumpida en Abu Dabi (Emiratos Árabes Unidos). Bajo el sol primaveral gallego, el emérito ha sido recibido entre aplausos y vítores de "Viva el Rey" por decenas de viandantes que esperaban desde primera hora su llegada al puerto Náutico de Sanxenxo (Pontevedra).
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20 de mayo, 12:30 horas pasadas, sol primaveral en lo alto, puerto de Sanxenxo. Juan Carlos I ha protagonizado este viernes su primera aparición pública tras regresar unas horas antes a España, después de 21 meses de estancia ininterrumpida en Abu Dabi (Emiratos Árabes Unidos). Entre los aplausos y vítores de "Viva el Rey" de las decenas de viandantes que esperaban desde primera hora de la mañana a las puertas de puerto Náutico sanxenxino (Pontevedra), el exmonarca se ha dado un auténtico baño de masas. 

Pasada la hora del almuerzo, don Juan Carlos ha accedido a las instalaciones en un  todoterreno plateado. Al volante, Pedro Campos, amigo íntimo, anfitrión durante su estancia en las Rías Baixas y también presidente del Real Club Náutico que ha acogido este viernes por la tarde la regata a la que ha asistido Juan Carlos de Borbón. A su abrigo, la infanta Elena, reproduciendo una escena idéntica al recibimiento en la tarde del jueves. 

Como entonces, la expectación por su presencia ha sido mayúscula. Un cordón de cámaras y periodistas ha asistido sin desechar ripio de cada movimiento. Luciendo el uniforme del Bribón -camisa blanca, chaleco beige y pantalones rosas- el exmonarca ha bajado del vehículo apoyado en un bastón, por un lado, y tomando prestado el brazo de una persona, al otro. La aclamación de los asistentes se ha hecho notar con fuerza.  

Y el rey emérito se ha dejado querer. En su rostro podía intuirse la emoción y el regocijo de quien siente el calor de la gente. Así, con gestos, correspondía a la masa de curiosos. Al tiempo, uno a uno ha ido saludando a los miembros de la corporación para hacerse una foto después a la entrada del club con la tripulación del Bribón. Todo, en cuatro minutos, sin declaraciones a la prensa. Después ha desaparecido en el interior del club. 

Media hora más tarde, Juan Carlos I ha vuelto a dejarse ver. Esta vez, accediendo a las embarcaciones que esperaban a la comitiva en el puerto. Tras bajar una larguísima escalera hasta el nivel del mar, el emérito se ha subido a bordo de una lancha de apoyo. De nuevo, con delicadeza, ayudado por los tripulantes del Bribón

Después de la foto de rigor, ha zarpado mar adentro para regresar horas después, volver a subir las escaleras del muelle y meterse en el coche de su amigo Campos. De ahí se han trasladado a la vivienda de este en Nanín, donde el emérito, acompañado de la infanta Elena, disfrutara de un fin de semana con los suyos.

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