Finlandia pone fin a sus 80 años como país no alineado: cómo fue vivir en neutralidad los tiempos de la Guerra Fría

Vista aérea de Helsinki desde dron.
Vista aérea de Helsinki desde un dron.
Subodh Agnihotri (iStock)
Vista aérea de Helsinki desde dron.

Finlandia ha anunciado que va a solicitar su ingreso en la OTAN. Consecuencia de la invasión rusa de Ucrania, se trata de una decisión histórica. El país rompe así con más de ocho décadas de no alineamiento. Durante todo ese tiempo Finlandia ha hecho equilibrios para mantenerse en la Europa occidental, pero bien avenida con su vecino ruso.

Y no ha sido fácil. Finlandia hace frontera con Rusia a lo largo de 1.340 kilómetros. Eso históricamente ha significado vérselas con las ambiciones expansionistas de su vecino, ya fuera Rusia o la Unión Soviética.

Las más de ocho décadas de no alineamiento del país de los mil lagos comienzan tras la Segunda Guerra Mundial. Finlandia salió muy tocada del conflicto. Primero disputó la Guerra de Invierno con la URSS (1939-40) y perdió. Luego, la llamada guerra de Continuación (1941-1944), donde tuvo el apoyo de Hitler. Y más tarde, en cambio, tuvo la Guerra de Laponia (1944-1945) con la que expulsó a los alemanes del norte del país.

Un perdedor de la II Guerra Mundial

Pero la URSS era uno de los ganadores de la Segunda Guerra Mundial, de modo que Finlandia tuvo que pagar un precio por su apoyo a la Alemania nazi. En 1947 y 1948, se vio obligada a firmar varios tratados con los soviéticos que le supusieron concesiones territoriales, indemnizaciones de guerra y una serie de compromisos políticos.

Finlandia perdió un 12% de su territorio: Petsamo, parte de la Carelia finlandesa y Salla. Pero también el 20% de su capacidad industrial y su segunda ciudad más grande, Viipuri (que pasa a ser Víborg). La Carelia pasó a ser la República Socialista Soviética Carelo-Finesa y hoy es parte de la Federación Rusa. Todo ello supuso también la evacuación y reubicación de cerca de 400.000 personas en otras partes de Finlandia.

El finlandés podía ser optimista y ver el vaso medio lleno: al menos la URSS no había ocupado el país

Dicho todo ésto, el finlandés podía ser optimista y ver el vaso medio lleno: al menos la Unión Soviética no había ocupado el país. Así comienza el difícil equilibrio finés: al oeste del Telón de Acero, "asustada" por la URSS, pero no invadida. Y así, en esa tensa calma, transcurrió la Guerra Fría en Finlandia, con absoluta neutralidad, al menos oficialmente.

Siguió siendo una economía de libre mercado y no se adhirió a la esfera económica de la URSS (el Comecon). A cambio, llevó a cabo un intenso comercio bilateral con los soviéticos y varias industrias se beneficiaron de ese privilegio comercial.

Hacia el otro lado, practicó una prudente integración económica con Occidente, promovida por el Acuerdo de Bretton-Woods y el tratado de libre comercio con la Comunidad Económica Europea. También se centró mucho en la cooperación con Suecia, Dinamarca y Noruega en el marco del Consejo Nórdico.

Cómo gobernar sin ofender a la URSS

Pero el Tratado militar YYA (Pacto Finno-Soviético de Amistad, Cooperación y Asistencia Mutua) le había dado a la URSS cierta influencia sobre la política finlandesa. Fueron los años de lo que la prensa de Alemania Occidental bautizó como "finlandización": se trataba de evitar cualquier política o declaración que pudiera interpretarse como antisoviética. [Cuando se habla de soluciones de paz para la guerra de Ucrania algunos mencionan la posibilidad de "finlandizar" el país].

En 1975, el PIB per cápita de Finlandia era el decimoquinto más alto del mundo

El nuevo papel de Finlandia, entre uno y otro bando, convirtió al país, y especialmente a su capital Helsinki, en un nido de espías tanto del KGB como de la CIA norteamericana y aliados. Hasta el propio gobierno finés tuvo que crear un organismo de inteligencia, para intentar saber algo de lo que hacían en su suelo rusos y americanos.

Presidente y primera ministra de Finlandia apoyan su adhesión a la OTAN
La bandera de Finlandia.
Europa Press

En términos ecónomicos, la neutralidad no le sentó mal a Finlandia, en parte gracias a los privilegios comerciales que tenía con la Unión Soviética. En 1975, su PIB per cápita era el decimoquinto más alto del mundo. En las décadas de 1970 y 1980, el país era uno de los mejores ejemplos de estado del bienestar. Todo lo coordinaba Urho Kekkonen, que fue presidente de Finlandia durante 25 años, hasta 1981.

La URSS se disuelve y todo cambia

La disolución de la Unión Soviética en 1991 lo cambió todo. Ya en 1990, con la reunificación alemana, Finlandia declaró unilateralmente sin efecto las últimas restricciones que le imponían los tratados de paz de París de 1947 y el Pacto de cooperación finosoviético.

Sólo habían pasado tres meses de la desaparición de la URSS, cuando Finlandia solicitó su adhesión a la Unión Europea, de la que es miembro desde 1995. ¿Y por qué no entró entonces en a OTAN? Lo hicieron otros países que sí habían estado bajo el yugo soviético, como Hungría, Polonia y la República Checa, que se adhieren a la Organización del Tratado del Atlántico Norte en 1999.

Finlandia solicitó su adhesión a la UE sólo tres meses después de desaparecer la URSS, pero nunca pidió su entrada en la OTAN

Pero Finlandia prefirió seguir en su aparente neutralidad. No pidió entrar en la OTAN; no parecía necesario. Pero la economía y el "triunfo" de EE UU hizo que su neutralidad fuera ya sólo aparente. En estas últimas décadas, el país nórdico se ha alineado con la OTAN e incluso ha aportado tropas en algunas misiones, como en Afganistán o Kosovo.

La primera ministra de Finlandia, Sanna Marin.
La primera ministra de Finlandia, Sanna Marin.
EFE / EPA / FRANCK ROBICHON

Se ha unido a la Fuerza de Respuesta de la OTAN, al Grupo de Combate de la UE, a la Asociación para la Paz de la OTAN y en 2014 firmó un memorando de entendimiento con esta alianza, lo que en la práctica sería una coalición. En 2015, ambas partes firmaron un nuevo acuerdo de apoyo que implica la asistencia a Finlandia de las tropas de la OTAN en situaciones de emergencia.

Las últimas encuestas realizadas en el país apuntan a que el 68% de los finlandeses apoyan unirse a la OTAN, más del doble que antes del inicio de la guerra, y que solamente se opone el 12%. 

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