OPINIÓN

Operación bikini inyectable

Las altas temperaturas en las Rías Bajas llenaron la playa de Samil en Vigo, el 8 de mayo de 2022.
Las altas temperaturas en las Rías Bajas llenaron la playa de Samil en Vigo, el 8 de mayo de 2022.
EFE
Las altas temperaturas en las Rías Bajas llenaron la playa de Samil en Vigo, el 8 de mayo de 2022.

A todo el mundo le gusta verse bien físicamente cuando llega el calor y, con él, la época de ponerse el bañador. La carrera contrarreloj que unos pocos empezaron tras la Navidad, otros tantos tras la Semana Santa y la mayoría en el mes de mayo llega a la meta con unos resultados que saltan a la vista. Desde dietas milagro a pastillas que queman grasa, pasando por abonos anuales al gimnasio donde las clases de mayor movimiento están hasta la bandera. Algunos lo consiguen, su autoestima escala a picos más altos que los del Himalaya y, en ese momento, se creen el mismísimo Zeus que ha bajado del Olimpo a visitar a unos cuantos mortales. A otros, los que no consiguen el propósito, la frustración les hace no querer quitarse la camiseta en la playa, aunque la sudada alcance niveles perjudiciales para su salud y la de los que están alrededor.

Es una inyección que reduce el apetito y que incluso cambia el gusto de algunos alimentos para hacer que nos apetezcan más saludables como la fruta y menos los fritos o la bollería

He leído que acaban de publicar los resultados de un nuevo fármaco que se inyecta una vez a la semana y que en un periodo de un año y medio consigue que la gente pierda hasta 23 kilos. Diríamos adiós a muchas cirugías como las reducciones de estómago. Este tratamiento, que lleva décadas estudiándose y que nació para luchar contra la diabetes, no está aprobado por ninguna agencia reguladora del medicamento, pero es el primero que sirve para tratar la obesidad de forma alternativa. También existe otro inyectable que combate la propia diabetes o el sobrepeso en ocasiones. Ahora bien, que la ciencia nos ayude a lidiar con un problema como la obesidad que acarrea el 13% de las muertes en Europa no quiere decir que todo el mundo que no quiera cuidar su dieta y hacer ejercicio pueda optar a ello. Es una inyección que reduce el apetito y que incluso cambia el gusto de algunos alimentos para hacer que nos apetezcan más saludables como la fruta y menos los fritos o la bollería.

Ante estos avances surge una paradoja con la sociedad actual, queremos ser los más atractivos con el menor esfuerzo posible

El culto al cuerpo es una moda que ha ido a más en los últimos lustros. Antiguamente, los problemas de hambruna y el trabajo sin tecnología hacían que los cuerpos se cultivasen prácticamente solos. Quienes lo trabajaban eran los que lo necesitaban para su día a día. Y sí, los griegos iban al gimnasio para prepararse para competir en las Olimpiadas hace más de 2000 años, pero no tomaban batidos de proteínas. Ante estos avances surge una paradoja con la sociedad actual: queremos ser los más atractivos con el menor esfuerzo posible. La receta para estar sano seguirá siendo la misma que hace siglos con tres puntos clave: comer poca cantidad, alimentarse de forma saludable y hacer ejercicio. Para el que tiene una enfermedad, tenemos la suerte de la ciencia; en cambio, al que le sobran unos kilos fruto de la vaguería le toca sufrir. Nadie regala nada.

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