Juan Luis Saldaña Periodista y escritor
OPINIÓN

No hay vida extraterrestre en Murcia

Carlos Alcaraz celebra su victoria en el Mutua Madrid Open
Carlos Alcaraz celebra su victoria en el Mutua Madrid Open
EFE
Carlos Alcaraz celebra su victoria en el Mutua Madrid Open

Marciano, animal, rey, heredero, extraterrestre. La épica pija de las tardes del fin de semana ya tiene un nuevo héroe. El tenis posee un extraño poder de seducción colectiva. Uno contra uno. La superación, la fuerza mental. La identificación del pueblo con el héroe que representa, en cierto modo, los ideales de una clase o de toda una sociedad encuentra en el deporte del tenis un reflejo. Echar la tarde girando el cuello, fingir que no te aburres, ver y ser visto entre la gente guapa.

Alcaraz tiene un talento superior y es también el producto de la especialización. Hay mucho trabajo detrás, una dedicación exclusiva, un sacrificio constante y una infancia dedicada a un objetivo. Lo ha dicho Nadal: no es normal y ninguno de los jugadores de altísimo nivel que disputan estas finales han sido alguien normal. El nuevo ídolo tiene algo, además, que fascina en esta sociedad: la juventud. Un tesoro que se va gastando poco a poco y en el que los heraldos se regodean sin parar: diecinueve años y un día, diecinueve años y dos días. Hay en cada uno de esos días una peligrosa disminución del mérito y una advertencia para el protagonista. Su tiempo ha comenzado a correr.

"Alcaraz no es un marciano, ni un extraterrestre. Es un talento puro que se ha sacado de su entorno a una edad muy temprana"

A rey muerto, rey puesto. Eso parece indicar la actitud del público hacia Nadal, pero el ser humano sorprende y, a veces, frena la inercia inevitable del tiempo. En esta sociedad, el foco apunta, por lo general, a deportistas excelentes con condiciones envidiables. En otras épocas se centró en toreros, bailarines o cantantes líricos. Las ideas cambian, el tiempo pasa, el desterrado tenista que eligió no vacunarse ve cómo su condena prescribe porque sí, porque ya va tocando.

Mientras, desde sus casas, otros talentos siguen la gesta del nuevo tótem y empatizan, quizá también, de un modo mágico con ella. Son talentos sin foco que seguirán peleando en sus ocupaciones. Médicos, bomberos, policías, militares, investigadores, científicos, servidores públicos que entienden que un buen raquetazo genera más empatía que el trabajo más heroico.

Alcaraz no es un marciano, ni un extraterrestre. Es un talento puro que se ha sacado de su entorno a una edad muy temprana y al que se ha puesto a entrenar bajo una supervisión rigurosa física y mental. Es el pago de un precio carísimo que muy poca gente querría asumir. Está bien para verlo algún domingo y emocionarse un poco, pero no sé si es algo que la mayor parte de la sociedad querría asumir para sí mismos o para sus hijos. Por eso, quizá, lo llaman animal. Saben perfectamente que no es de su especie.

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