Transnistria es una región prorrusa de Moldavia que declaró su independencia (no reconocida a nivel internacional) en 1990 y que hace frontera con el suroeste de Ucrania. Entre aquel año y 1992, la región se vio envuelta en una guerra a pequeña escala entre la Guardia Republicana de Transnistria (apoyada por el Ejército ruso) y el Ejército de Moldavia.  Hoy los ciudadanos recuerdan aquellos años violentos, que concluyeron con alto al fuego respetado durante décadas, con temor a que la pesadilla se reviva.

El desencadenante de ese miedo han sido varias bombas que han explotado en la región esta semana. Las primeras impactaron contra el llamado Ministerio de Seguridad el lunes, las segundas lo hicieron el martes contra dos antenas radiodifusoras. Las explosiones han dado pie a los rumores de guerra, y los rumores al terror de los ciudadanos transnistrianos, que tratan de cruzar el río en sus vehículos.

Acusaciones cruzadas y tensión en la frontera

Los dos ataques no han sido reivindicados por nadie, y han dado pie a toda una serie de acusaciones cruzadas entre las cuatro entidades envueltas en el conflicto: Moldavia, Transnistria, Ucrania y Rusia.

Mientras las autoridades prorrusas acusan a Ucrania de perpetrar ataques terroristas, Kiev dice que se trata de otro ataque de falsa bandera, y que rusia pretende invadir también el este de Moldavia.

A nivel estratégico, una ofensiva desde Transnistria sería muy efectiva en la toma de Odesa, el codiciado puerto del suroeste de Ucrania. Kiev justifica en su tesis los refuerzos en la frontera con Moldavia y el Gobierno Moldavo no ve ningún riesgo inminente. 

Sheriff, el todopoderoso grupo fundado por dos exKGB que controla la vida en Transnistria

En la orilla occidental del río, los Moldavos reciben estos días no solo a los refugiados de la guerra, también a las familias transnistrias que huyen por miedo a que la guerra se lleve a sus hombres al frente y a sus seres queridos al cementerio.