Con el vino hemos topado: los últimos tres presidentes han dado marcha atrás sobre distintas iniciativas sobre bebidas alcohólicas

Un camarero sujeta copas de vino de cristal entre sus dedos.
Un camarero sujeta copas de vino de cristal entre sus dedos.
Oscar del Pozo - Europa Press - Archivo
Un camarero sujeta copas de vino de cristal entre sus dedos.

El de Pedro Sánchez se convirtió esta semana en otro Gobierno que sabe lo que es bueno en materia de bebidas alcohólicas. Como antes les ocurrió a Mariano Rajoy o a José Luis Rodríguez Zapatero, la sola mención a estos productos, por medio de una recomendación a los restaurantes para que promuevan la dieta mediterránea sin la presencia de alcohol, provocó el miércoles pasado un revuelo excepcional sobre una supuesta "prohibición" que el Gobierno califica de "bulo" pero que de todos modos hizo que el Ministerio de Sanidad modificara la redacción de la medida para apostar por la dieta mediterránea, pero sin excluir las bebidas alcohólicas. No era la primera vez. Gobiernos anteriores, tanto del PSOE como del PP, también comprobaron las dificultades de 'tocar' el vino y la cerveza y guardaron leyes en un cajón.

El 'escándalo' de esta semana se originó a raíz de algo a priori tan poco polémico como un plan para reducir las enfermedades cardiovasculares, que en España son la primera causa de muerte. Para ello, el último borrador de la Estrategia de Salud Cardiovascular contenía, entre cientos de medidas para mejorar el diagnóstico, la atención sanitaria o la formación de los profesionales, una acción concreta en materia de prevención y promoción de hábitos saludables que animaba a "colaborar con establecimientos de restauración para promover la dieta mediterránea como modelo de alimentación cardiosaludable, sin incluir en ella el consumo de alcohol". El texto dio lugar a una interpretación tergiversada, a una escandalera en redes sociales y a la decisión del Gobierno de dar un paso atrás.

Finalmente, la medida en cuestión excluye la mención a las bebidas alcohólicas. "Colaborar con los establecimientos de restauración para promover la dieta mediterránea como modelo de alimentación saludable", se lee en la versión final de la Estrategia. 

El texto debía aprobarse casi como un mero trámite en el Consejo Interterritorial de Sanidad, porque las comunidades ya habían dado el visto bueno en otros órganos previos, pero el borrador inicial y la trascendencia que tuvo hizo temer en Moncloa que se formara otro escándalo, de nuevo tergiversado, como el que hace meses provocaron unas palabras del ministro de Consumo, Alberto Garzón, en contra de las macrogranjas, que derivaron en que el Gobierno quería prohibir el consumo de carne.

El temor a que se replicara este episodio sobrevoló Moncloa el miércoles por la tarde, con el Gobierno volcado en conseguir los apoyos suficientes para sacar adelante la difícil votación del plan de choque con medidas económicas que había al día siguiente en el Congreso. Y es que la atención sobre el plan anticrisis se desvió por un momento al tuit de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, que mostraba una copa casi vacía de vino, bebida que, decía, "los señores de Gobierno" querían "prohibir".

Bulo, whatsapps y miedo a otro 'caso de la carne'

Fuentes gubernamentales califican esta interpretación de "bulo" y aseguran que se trató de algo "coordinado" con los titulares de algunos medios, que también hablaban de 'prohibir'. En todo caso, la reacción del Ministerio de Sanidad tuvo dos fases. La primera, difundir un inusual comunicado en el que el departamento de Carolina Darias no solo comentaba el borrador de un documento que todavía no había sido aprobado, sino que lo hacía para descartar, con mayúsculas, que su propósito fuera prohibir nada. "Es FALSO [sic] que se vaya a eliminar de los menús del día bebidas como el vino y la cerveza", aseveró Sanidad en un mensaje a los periodistas en el que también se lamentaba de que "la difusión de informaciones no veraces de este tipo perjudica la difusión de mensajes relacionados con la prevención de la enfermedad y la promoción de la salud".

En este momento se estaba celebrando ya la reunión de Darias y los consejeros autonómicos, de la que salió una nueva redacción, sin menciones a las bebidas alcohólicas, en una de las medidas en las que la Comunidad de Madrid había pedido cambios. La otra medida era la que se recomendaba que "regular la presencia y contenido de alimentos y bebidas en las cafeterías y máquinas expendedoras de las instituciones de la administración pública y todos los centros educativos, públicos o privados, de forma que mayoritariamente se oferten productos saludables y bebidas libres de alcohol".

Esta última no se modificó, pero sí la anterior. Según señalan fuentes del Gobierno, se decidió excluir la mención a las bebidas alcohólicas para no hacer de esta cuestión otra serpiente como la de la carne, habida cuenta, además, de que en ningún momento se pretendía prohibir su consumo. Fuentes de este sector, sin embargo, confirman que durante la tarde del miércoles hubo contactos informales y una intensa actividad de whatsapps con comunidades donde la producción de vino tiene un papel importante. 

En el Consejo Interterritorial fueron una "mayoría" las autonomías que pidieron dejar fuera las bebidas alcohólicas, cerrando una cuestión que afecta a un sector -el de la hostelería, pero sobre todo el el vino y la cerveza- que a lo largo de las décadas ha demostrado tener una enorme capacidad de influencia y que, para ello, es capaz de movilizar grandes recursos económicos.

Además, hay otras dos cuestiones. La sanitaria es que la mención a la dieta mediterránea incluye también el consumo moderado de vino o cerveza en las comidas. "Me parece bien que haya caído, porque en la dieta mediterránea está incluido el consumo de alcohol en una cantidad razonable", dice la doctora Guadalupe Blay, responsable del área Endocrino-Metabólica y Nutrición de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG). Fuentes del Ministerio de Sanidad explicaron que se terminó excluyendo el alcohol para no hacer distinción con otros alimentos que tampoco son "cardiosaludables" y que tampoco aparecían en la recomendación.

Por otra parte, está la cuestión cultural que el miércoles volvió a hacer que la sola sugerencia -no cierta- de que el Gobierno quería 'prohibir' el consumo de vino o cerveza hizo rodar el "bulo" que así lo afirmaba de una manera mucho más exitosa que otras mentiras que todos los días circulan por las redes sociales.

Hostelería de España, la organización que agrupa a empresas de este sector, niega haber intervenido, pero igualmente se muestra totalmente conforme con el cambio de la redacción, en aras a la "libertad" de los restaurantes de ofrecer sus productos.

"Las comunidades reaccionaron de oficio", dicen en otra organización del sector de las bebidas que sí reconoce contactos con comunidades el miércoles, en contra de una medida que contradice "lo que está reconocido", que el consumo moderado de vino y la cerveza forma parte de la dieta mediterránea. 

Leyes en el cajón

"Una cosa es una ley de menores o para el consumo abusivo y otra, querer quitar de los restaurantes el vino y la cerveza", insisten en el sector sobre una intención que no fue tal pero que ha equiparado al Gobierno de Sánchez al de Rajoy o al de Rodríguez Zapatero por lo que respecta a intentar regular el consumo de bebidas alcohólicas. Si la recomendación para que los restaurantes elaboren menús sin ellas como forma de evitar enfermedades cardiovasculares ha sembrado la polémica esta semana, hace años fue la razonable intención de desincentivar el consumo de alcohol entre los menores de edad. En ambos casos, con leyes que nunca salieron a la luz. 

Las convocatoria de las elecciones de diciembre de 2015 fue la justificación que dio el Ministerio de Sanidad del entonces Gobierno del PP para no sacar adelante la ley contra el consumo de alcohol en el que el departamento, primero de Ana Mato y después de Alfonso Alonso, llevaba trabajando desde 2014. El propósito era endurecer las sanciones de los establecimientos que vendieran alcohol a menores de 18 años, con distintas multas, según se tratara de vino o cerveza o de bebidas de mayor graduación. En algún borrador se planteó también la posibilidad de multar a los padres que no evitaran que sus hijos menores bebieran.

Después de meses de trabajo -y de enfrentamiento- con el sector , el entonces delegado del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas, Francisco Babín, lamentó que el acuerdo se logró "lo suficientemente tarde" como para que no diera tiempo a "hacer todo un procedimiento como el que implica la aprobación de una ley, ya que las Cámaras están a punto de disolverse", tal y como declaró en 2015. 

Fuentes de Sanidad de aquel entonces reconocen que la ley podría haberse aprobado si hubiese habido voluntad  para ello. El propio Rajoy no retomó la ley, a pesar de que volvió a ganar las elecciones de 2015. 

El presidente popular dio un carpetazo definitivo a una norma como años antes también había hecho su antecesor, el socialista Rodríguez Zapatero. En su caso, la norma provocó encendidas protestas del sector del vino y de la cerveza porque, a diferencia del proyecto de ley del PP, el del PSOE no diferenciaba entre esas bebidas y alcoholes de más alta graduación. También entonces, el Gobierno lo dejó estar.

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