Tener (o no) papeles

De los 117.000 inmigrantes ilegales que se estima que hay en Alicante, sólo unos 50.000 han regularizado su situación.
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Colas y más colas, una pesadilla que no se acaba

Casi 50.000 inmigrantes han podido acogerse al proceso de normalización en Alicante. Otros, en cambio, no han corrido la misma suerte y siguen en la clandestinidad administrativa. La cifra de personas que se han quedado a las puertas de una vida algo más digna ronda los 80.000, según sindicatos y ONG. Esto supone que más de la mitad de los extranjeros no ha conseguido regularizar su situación. Lo que más les preocupa es encontrar un trabajo y los servicios sanitarios. En Alicante, un inmigrante tarda unos cinco años en integrarse. Tiempo que dedica a encontrar trabajo, vivienda y traer a su familia.

«Demasiados problemas»

Ramón Piñero. Es chapista, aunque ahora se dedica a la pintura de viviendas y al empleo doméstico. «Cuando llegas no te dejan desarrollar tu tarea y tienes que aceptar cualquier trabajo para conseguir los papeles». Lleva cinco años esperando regularizar su situación. «He tenido muchos problemas. El último, de tipo administrativo,  porque se creían que pedía asilo político y me negaron los papeles». Lo he vuelto a intentar con este nuevo proceso de regularización, aunque por el momento no me han contestado». No ha podido ver a sus dos hijos pequeños desde que salió de Argentina. Sabe que si viaja a su país sin papeles no podrá regresar.

«Quiero traer a mi hija aquí»

Marlene García. El último proceso de normalización era su gran esperanza y la suerte le ha sonreído. Por fin lo tiene todo en regla gracias a un contrato de empleada doméstica. «Mis jefes me han dado muchas facilidades y ahora, con papeles, es otra cosa». Después de cuatro años, puede volver a Colombia. «Estoy muy ilusionada porque volveré a ver a mi hija». «Ella quiere venir, pero  es mayor de edad y necesita un contrato para que estemos juntas». Marlene asegura que no se dará por vencida y estudiará la forma de arreglarlo desde su nueva situación de legalidad. «Al fin y al cabo, ella es hija única. Y yo soy lo único que tiene: merece la pena intentarlo».

«He perdido mi trabajo»

Luis A. Vargas. Es colombiano, llegó a España hace seis años y aún está luchando por conseguir traer a su mujer y a sus cuatro hijos. Luis trabajaba y vivía en Elda, pero la crisis del calzado lo obligó a marchar a Madrid para trabajar en la construcción. Allí intentó arreglar su situación. «Como estoy empadronado en Elda, me mandaron aquí. Finalmente, no me atendieron por no tener cita previa, pero el teléfono de Extranjería siempre está comunicando. Luego te dicen que ya no hay más números para ese día. Me han mareado con tantos viajes en balde a Alicante que mi jefe se ha cansado de mis ausencias y me ha echado del trabajo». Es su triste relato.

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