Rusia y Europa recrudecen su 'guerra fría económica': del bloqueo de Putin a Polonia y Bulgaria al as en la manga de Bruselas

Nord Stream 2, gasoducto entre Rusia y Alemania
Nord Stream 2, gasoducto entre Rusia y Alemania.
Europa Press
Nord Stream 2, gasoducto entre Rusia y Alemania
Bruselas asegura que la Unión Europea podrá afrontar el "chantaje" de Rusia con el gas.
EFE

¿Rusia y la Unión Europea son enemigos? Como poco se encuentran en trámites de divorcio desde que Putin lanzó la invasión contra Ucrania y la Unión decidió responder con cinco paquetes de sanciones. El sexto, que está sobre la mesa, cuenta con el problema del veto energético. Aunque los 27 ya acordaron en el anterior conjunto de medidas bloquear el carbón ruso, el petróleo y el gas generan más problemas. En realidad, se trata de una guerra fría económica que se ha recrudecido después de que Moscú bloqueara el suministro a dos Estados miembros, Polonia y Bulgaria, y quizás haya empujado al bloque a tomar decisiones más drásticas. La UE se guarda un as en la manga, con acuerdos energéticos con otros socios como Estados Unidos o Noruega.

Polonia, que mantiene quizás la posición más dura frente a Rusia, se agarra a que sus reservas energéticas se encuentran al 76% de capacidad, según ha anunciado el Gobierno de Mateusz Morawiecki, lo que le permite asegurar la llegada a los usuarios, y por otro, sigue siendo un país muy dependiente del carbón aunque en los últimos años ha tratado de reducir su uso. En este sentido, en 2018 ya aprobó medidas para dejar de utilizar el más contaminante. Ya con la sombra de la guerra en Ucrania, Varsovia tiene una hoja de ruta para reducir las importaciones de energía rusa a cero antes de que acabe este año. La preocupación, por tanto, no es tan alta como cabría esperar.

El caso de Bulgaria es diferente. Depende de Rusia casi a un 90% en términos energéticos, tiene reservas solamente para un mes y, además, es el país más pobre de la UE. Por lo pronto, Grecia ya le ha ofrecido su apoyo a través del mecanismo de "solidaridad" al que recurrirá la Unión hasta que tome decisiones de mayor calado. La Comisión Europea prevé dar un paso importante en mayo en el marco de su plan RePower EU, cuyo objetivo es acabar con la dependencia energética de Rusia. "Nuestra respuesta será inmediata, unida y coordinada", sostuvo la presidenta del Ejecutivo comunitario, Ursula von der Leyen, que al mismo tiempo reconoció que se intensificarán los contactos entre los Estados miembros para que el bloqueo tenga el menor impacto posible.

Ese camino marcado por Bruselas está ya negro sobre blanco y tiene cuatro objetivos, que pasan por reducir en dos tercios las importaciones de gas ruso ya en 2022, aumentar las reservas propias al 90% y acelerar los acuerdos con otros socios, además de abrirse a que se limiten los precios dado el efecto dañino que está teniendo el contexto actual en los consumidores. "Un sistema energético basado en gran medida en las energías renovables y una mayor eficiencia energética es la solución más rentable para reducir nuestra dependencia de los combustibles fósiles en los hogares, los edificios y la industria", explica Bruselas. La meta última es acabar con esa dependencia "antes del año 2030".

El cruce de mensajes fue muy duro entre Europa y Rusia. "Esta necesidad fue dictada por el hecho de que nos bloquearon y robaron una cantidad bastante significativa de nuestras reservas. Todo esto requería una transición a un nuevo sistema de pago", indicó el portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, asegurando que "no se trata de ningún chantaje" como lo considera Bruselas que, en todo caso, repitió que está "preparada porque era una decisión que ya esperábamos".

No solo es una cuestión de a quién comprarle el gas, sino de que los otros compradores no se enfaden

Moscú pretende que el suministro se pague en rublos para que su moneda no caiga, pero la UE insiste en que los contratos están firmados en euros y un cambio en el pago supondría no solo un incumplimiento de lo firmado sino también una forma de esquivar las sanciones aprobadas contra Rusia en el marco de la invasión de Ucrania. En este sentido, Von der Leyen ha avisado a las empresas: un 97% de los contratos de suministros de gas de las empresas estipulan "explícitamente" el pago de gas en euros o dólares y ha avisado de que aceptar el pago en la moneda rusa tendrá "un alto riesgo para las compañías". De momento, solo Hungría, considerada el 'caballo de Troya' de Moscú en la Unión, ha accedido abiertamente a la petición de Putin.

Isabel Valverde, consultora de energía en Kreab, explica a 20minutos que "hay un riesgo evidente para el suministro", aunque no en el caso de Polonia. "Si le hiciera eso mismo a Alemania el problema sería mayor" pero lo que están haciendo la UE como algunos países como la propia Alemania o Italia es "tener planes" para que esto no suponga un problema real. "También están los almacenamientos mínimos" para evitar que un cierre del grifo suponga el caos. Pero al final el objetivo de Rusia, dice Valverde, "es también político para seguir dividiendo a la UE". En este sentido, añade, "Bruselas debe mantener su posición".

"Polonia ha reactivado un gasoducto para conectar con Noruega, que tiene bastantes reservas", comenta la experta. "En Europa la realidad es que tenemos capacidad de almacenamiento y también reservas en Dinamarca y Países Bajos" y por otro lado "Catar es importante en este sentido, y Alemania ya negoció con ellos hace semanas". Pero Valverde introduce un matiz más: "Es interesante que no solo es una cuestión de a quién comprarle el gas, sino de que los otros compradores (por ejemplo de Asia) no se enfaden. Hay que tener en cuenta el rol de los distintos aliados".

En palabras de Daniel Gil, analista en The Political Room, cuenta que respecto al petróleo y el gas rusos "parece que la UE está ya bastante próxima a anunciar el embargo al petróleo, porque parece que Alemania ya está preparada" y era el verdadero bloqueador de este asunto. "Los países que eran más beligerantes se han ido moviendo", añadió. "La UE ha ido ganando tiempo para diversificar el suministro del petróleo para deshacerse de la dependencia rusa", prosigue Gil, que considera "inevitable" que se llegue también al embargo del gas, "que es el que más cuesta". En este sentido, "no tenemos tantos proveedores y harían falta unas infraestructuras que llevaría tiempo construir", pero será un paso que termine siendo realidad.

La época de la dependencia de la UE con respecto a Rusia ha terminado, solo falta por ver cuándo se pondrá fin de manera definitiva

En este esquema, explica Gil, "pierden tanto Rusia como la UE, que están empezando a dejar de tener una relación de dependencia que podrían haber llevado de otra manera, con sinergias positivas, que era una esperanza que se tenía especialmente desde Berlín". En el corto plazo es la Unión, comenta, "la que recibe el primer golpe porque tendrá disrupciones en el suministro, aunque no serán casos extremos, los precios están subiendo, etc". Ese es el coste que tendrá que asumir la Unión. Por lado de Rusia, "está consiguiendo amortiguar el golpe porque de momento las sanciones solo se han puesto al carbón y el alto precio de la energía le está dando beneficios". 

Ahora, dice Gil, "a largo plazo los problemas serán mucho mayores para Moscú que para la UE". En su opinión, "la época de la dependencia de la UE con respecto a Rusia ha terminado, solo falta por ver cuándo se pondrá fin de manera definitiva". Así, el analista recuerda que "el 50% del presupuesto ruso se financia a través de las ventas de hidrocarburos de las que la Unión Europea es el mayor cliente, y Rusia no tiene una economía diversificada para intentar suplir ese descenso". Esta guerra, como todas, consta de bastantes batallas, y aunque las primeras puedan estar cayendo del lado de Putin, Bruselas y los 27 también van a tener su oporunidad.

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