Esta raza, al igual que el husky siberiano del que hablábamos la semana pasada, debe su origen a las tribus nativas que llegaron a América pasando por el Estrecho de Bering.
Acompañaron a los Mahlemuts desde tiempo desconocido tirando de cargas pesadas, ayudando con la caza de focas y manteniendo lejos a los osos polares.
Debemos volver a remontarnos a finales del siglo XIX, en concreto a 1896, cuando se descubrió presencia de oro en Klondike, región canadiense, y los alaska malamutes se convirtieron en una de las razas favoritas de trineo de los recién llegados, que comerciaron con los Mahelmuts para adquirir sus apreciados perros.
Esto provocó que la raza estuviera casi al borde de la extinción, y fue solo la primera vez, debido al cruce descontrolado de ejemplares a lo largo de toda la frontera canadiense entre los colonos y buscadores de oro, hasta alcanzar a los perros qimmiq de los inuit, otra raza canina esquimal que no se libró de la popularidad. El cruce de estas dos razas indígenas norteamericanas era, a ojos de aquellos pobladores, el 'superperro de trineo'. Para hacernos una idea en perspectiva de cómo fue aquello, de los 10 000 a 20 000 ejemplares de qimmiq que existían a principios del siglo XX, en 2008 quedaban apenas 300 ejemplares, y es una raza con un programa de recuperación actual que, a efectos prácticos, se encuentra en peligro de extinción para la cinofilia internacional.
Pero volvamos a los alaska malamutes. Afortunadamente, y gracias al carácter nómada de la tribu de Mahlemuts, que mantenían una existencia aislada e inaccesible durante parte de sus desplazamientos por aquel territorio salvaje, algunos ejemplares originales se mantuvieron puros junto a ellos y las características excepcionales de esta raza pudieron conservarse.
La segunda ocasión en la que rozaron el peligro de extinción fue durante la Segunda Guerra Mundial, que a su vez también coincidía con la época de expediciones a la Antártida. Fue tal la demanda de estos poderosos perros capaces de aguantar la climatología más extrema y tirar de hasta 1500 kilogramos de carga, que la población original de la raza se vio seriamente mermada.
Hay tres líneas sanguíneas originarias para el alaska malamute: la Kotzebue, de 1935, y las dos siguientes tras la II Guerra Mundial, cuando se iniciaron nuevos proyectos de recuperación: las M’Loot e Hinman-Irwin. El nombre proviene del afijo o apellido de quienes trabajaron en restablecer y mejorar la población de ejemplares.
Todos los alaska malamutes actuales que tengan pedigree y libro genealógico, derivan de una de estas tres líneas.
Les encanta el aire libre y se muestran imperturbables ante el frío
Perros poco ladradores, prefieren utilizar el aullido como herramienta comunicativa, pero tampoco son particularmente ruidosos y en casa se muestran tranquilos, aunque no es un perro apto para todo el mundo, como ahora veremos.
Los alaska malamutes pueden tener una fuerte tendencia de caza debido a que era una de sus utilidades originarias y por consiguiente requiere un trabajo de sociabilización temprana para que sea tolerante con gatos, con otros perros o animales domésticos pequeños como conejos y que no tenga tendencias escapistas si percibe un rastro.
Es un perro de apariencia grande, robusta, de porte altivo con abundante pelo que requiere cepillado habitual, especialmente en climas cálidos donde se deshará del subpelo con la llegada del calor. Tampoco es extraño que en regiones de climas fríos, presenten una capa de pelo más abundante y larga, en comparación a los que se han adaptado a temperaturas más templadas. Para ayudarles a sobrellevar la temporada estival, deben contar con acceso permanente a agua limpia y fresca, sombra, y adaptar sus salidas cuando menos apriete el sol.
Un alaska malamute nunca tendrá los ojos azules, solo marrones y cuanto más oscuros mejor. En cuanto a su color de manto, se admite el blanco puro, el negro, y distintos tonos de gris y de rojo, con la combinación característica que se conoce como 'silla de montar', al igual que su primo-hermano cercano el husky siberiano, junto con las marcas faciales. Pueden mostrar una ligera franja sonrosada en el centro de la trufa, que se conoce como nariz de nieve.
Es un perro de alta actividad con propensión a la obesidad por acabar en hogares con tendencias sedentarias, de manera que es importante consultar con un profesional si una raza en particular es compatible con nuestro estilo y hábitos de vida, por mucho que nos guste su apariencia, pero que nunca debe ser una prioridad a la hora de escoger un compañero canino. Para ello, y en este caso que nos ocupa, se puede contactar con la Asociación española de perros nórdicos y akitas (CEPN), o bien adoptar uno a través de Nórdicos en adopción o de SOS-Nórdicos.
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