Los adolescentes con familias lectoras leen seis libros más de media al año: "La escuela es crucial, pero también lo es aprender en casa"

Un joven observa un libro de la papelería Demos. En Barcelona, Cataluña, (España), a 22 de abril de 2020 (archivo).
Un joven observa un libro de la papelería Demos. En Barcelona, Cataluña, (España), a 22 de abril de 2020 (archivo).
David Zorrakino - Europa Press - Archivo
Un joven observa un libro de la papelería Demos. En Barcelona, Cataluña, (España), a 22 de abril de 2020 (archivo).

Los adolescentes españoles leen, de media, unos 11 libros al año. Aproximadamente un tercio admite que casi todos los que leyó durante el último año fueron impuestos en la escuela. Pero la cifra cambia si se tiene en cuenta el factor familiar y los hábitos de lectura que los niños y adolescentes observan en sus propias casas: aquellos cuyos familiares son lectores asiduos, leen de media seis libros más (17) que los que, quizás no ven a sus padres leer con mucha frecuencia. 

Son algunos de los resultados que se desprenden del estudio llevado a cabo por 'GoStudent' para conocer en detalle los hábitos de lectura de 1.000 adolescentes y estudiantes de secundaria encuestados en el mes de abril de este año. 

"La escuela es una parte crucial para fomentar el hábito de lectura, pero hay otra muy importante que es aprender en casa, porque, al final, si los adolescentes lo ven en sus familiares, son más proclives a adoptarlo. Si los padres quieren inculcar la lectura, tienen que leer", subraya a 20minutos la escritora y autora de la saga juvenil 'Los Dioses del Norte', Jara Santamaría. 

El estudio, llevado a cabo con motivo del Día Internacional del Libro, reafirma un dato que bien podría extenderse a los adultos y que se ha ido reflejando también en distintos barómetros durante el último año: el 65% de los adolescentes admite leer más desde la irrupción de la pandemia. Por ahora, no parece que el auge de los videojuegos, los teléfonos móviles y las redes sociales estén afectando de manera exagerada en el consumo de libros, aunque la media española -11 libros al año- sí que sea menor a la europea (13,5). 

"La mayoría de niños que conozco que son ávidos lectores son también grandes consumidores de videojuegos", asegura Santamaría, añadiendo que se trata de dos asuntos que pueden ir íntimamente "ligados". "Siempre se ha dibujado una barrera entre ambos, cuando es más bien todo lo contrario. Los niños y adolescentes afines a las buenas historias, a la narrativa, son afines a la narrativa en distintos soportes", asevera la escritora. 

En esa línea, y pese a que cada vez se extiende más el uso de otros medios electrónicos para leer, el formado preferido por el 83% de los jóvenes siguen siendo los libros físicos, y solamente el 9% se inclina por el libro electrónico, mientras que los audiolibros solo obtienen el favor del 3% de los adolescentes encuestados. 

La fantasía: género favorito y puerta a la imaginación

Santamaría escribe historias de fantasía, que es precisamente el género por el que optan el 57% de los niños españoles a la hora de adentrarse en una nueva lectura, según el estudio de 'GoStudent'. A la fantasía y la aventura le siguen la novela negra y policíaca (la favorita del 29% de los entrevistados), y los cómics, mangas y novelas ilustradas (23%).

Pese al paso de los años, los clásicos juveniles se mantienen como esenciales en las librerías de los adolescentes. Desde 'Harry Potter' (J.K. Rowling), hasta 'El Señor de los Anillos' (Tolkien), 'Manolito Gafotas' (Elvira Lindo) o 'Gerónimo Stilton' (Elisabetta Dami) se consolidan año a año.

"La fantasía te permite hablar de temas bastante complicados, como el luto o la búsqueda de ti mismo"

"La fantasía te abre las puertas a la imaginación, a soñar en otro mundo. Siempre llama la atención, pero sobre todo cuando eres más pequeño y el cerebro está mucho más abierto a cosas nuevas, es algo que enriquece muchísimo y se valora más", afirma Jara Santamaría, asegurando que esa capacidad de "inventar" e "imaginar" es algo que normalmente se va perdiendo a medida que uno se va haciendo adulto. 

Además, a ella, como escritora, este género le permite introducir temas que, por su complejidad, tal vez no podrían tratarse en otros libros para niños y adolescentes. "Evidentemente hay que adaptar un poco el lenguaje para que no sea excesivamente difícil, pero en realidad, en cuanto a temas, puedes hablar de cualquier cosa, siempre y cuando lo hagas de alguna manera le resulte afín a una persona más joven. Precisamente la fantasía te permite hablar de asuntos bastante complicados, como el luto o la búsqueda de ti mismo", afirma. 

La escuela, elemento clave en el fomento de la lectura

Si bien el ámbito familiar es crucial para asentar el placer por la lectura desde edades tempranas, otro canal imprescindible para ello es la escuela. Durante todas las etapas educativas de la educación obligatoria de España, los alumnos van leyendo una serie de lecturas obligatorias acordes con su nivel y edad. Muchas veces, estos libros son los únicos que leen en casa. Según la investigación, casi un tercio (29%) de los adolescentes admite que casi todos los libros leídos durante el pasado año fueron impuestos por la escuela; mientras que el 26% afirma que los que les mandaron en clase representan menos de la mitad de los que suelen leer. 

Con todo, hay un dato que reluce todavía, y es que el 41% de los jóvenes entrevistados reconoció que no le gusta leer. Un dato que, pese a ser alto, es cinco puntos inferior a la media europea. 

La escuela es, según Santamaría, una de las "patas" fundamentales por las que un niño comienza el hábito de la lectura. "Se escucha mucho lo de que si se obliga a un niño a leer, luego no va a querer hacerlo. Pero es que es en el colegio donde adquirimos muchos hábitos, no solamente el de la lectura", explica.  

Eso sí, subraya, hay que inculcar esa costumbre de una manera que resulte atractiva para los propios alumnos. "Es muy importante partir de la base de que no todos los niños son iguales ni tienen los mismos gustos, y que igual no se trata de imponer una sola lectura obligatoria, sino de dejar que el niño tenga distintas opciones, distintos ritmos y, en definitiva, darle libertad. Todo ello, teniendo en cuenta que quizás hay determinadas obras que sí que es esencial trabajarlas", concluye.  

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